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En busca de la hora perfecta

En busca de la hora perfecta

Expertos apuestan por mantener el horario invernal en España, mientras los gobiernos europeos piden más plazo para decidir qué hacer

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Jueves, 1 de enero 1970

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En poco más de un año, la Unión Europea va a terminar con una práctica extendida por todo el continente desde hace 40 años: cambiar la hora. Un proceso que siempre ha supuesto dudas para el ciudadano de a pie -la madrugada del sábado a domingo hay que retrasar una hora el reloj: a las tres serán las dos- y que se justificaba por el ahorro energético. Ahora, la Comisión Europea se ha dado cuenta de que esta justificación se ha diluido y que el mundo de 1973 ha dado un cambio radical. Es más, solo 70 países y territorios de casi 200 siguen modificando las manillas del reloj. Y todo en apenas trece meses. El pasado febrero, el Parlamento Europeo pidió a la Comisión que evaluara acabar con esta práctica, que todos los países de la UE realizan a la vez desde 1981.

La Comisión decidió llevar el asunto a los ciudadanos. ¿Qué querían? ¿Les gustaba el cambio horario o lo suprimirían? La consulta se llevo a cabo en la red y 4,6 millones de europeos votaron. El resultado fue abrumador: el 84% de los encuestados se mostraron a favor de poner fin al cambio de hora bianual. Con estos parámetros, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, anunció el 12 de septiembre el fin del cambio de horario. «Es que no tiene ningún sentido», recalca José Luis Casero, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe). El 31 de marzo de 2019 será el último cambio horario obligatorio en la UE y antes los Estados miembros deberán decidir qué hacer. Si mantienen el horario de verano, no tocarán el reloj; si desean volver al horario de invierno, el 27 de octubre de 2019 se retrasará el reloj una hora por última vez en la historia.

Ahora son los gobiernos los que tienen que ver qué quieren hacer. En España, la Secretaría de Estado de Igualdad coordina un grupo de expertos que deben ofrecer su dictamen en los próximos meses al Ejecutivo. De momento, según fuentes gubernamentales, prosiguen los trabajos de campo. Para Casero no hay ninguna duda de cuál sería la mejor opción. «Nos tenemos que quedar con el horario de invierno. Es el más lógico», señala el presidente de Arhoe. «Si se mantiene el horario de verano como el habitual, en el centro de la península a las 9:00 de la mañana sería de noche. No tiene ningún sentido. Los niños irían al colegio de noche. No tiene sentido», recalca Casero. «En el oeste, Galicia o Huelva, el sol no saldría hasta las 10:00 de la mañana con un horario de verano en otoño», apunta, por su parte, la doctora Marian Rol, miembro del grupo de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño (SES). También se decanta por dejar el reloj en GMT+1, el horario que se inaugura en la madrugada del domingo. «Es el más equilibrado. Tenemos mañanas con más luz, sobre todo en invierno», razona la especialista, que añade que cualquier cambio horario afecta al ser humano, aunque no mucho. «Nos provoca fatiga, somnolencia y a veces irritabilidad. Afecta sobre todo a los niños y a los mayores, que tienen los relojes biológicos menos estables», añade Rol.

«Pero nos afecta mucho más el cambio de marzo que el de ahora. Dormir más siempre es mejor», incide la doctora Elena Urrestarazu, del Servicio de Neurofisiología y de la Unidad de Sueño de la Clínica Universidad de Navarra. Depende de cada persona, el periodo de adaptación varía entre un día y una semana. «Debemos acercanos hacia el horario solar», apunta, por su parte, Rodrigo Irurzun, de Ecologistas en Acción, que destaca que «ya no hay ahorro energético».

Más profundidad

La gente del campo también apuestan por dejar el reloj con la hora de invierno. «Durante la cosecha, en pleno verano, tenemos una diferencia horaria de dos horas con la hora solar. Como resultado, empezamos bastante tarde y a veces tenemos que terminar por la noche», explica Luc Smessaert, miembro del sindicato agrícola francés FNSEA. «Los agricultores deberíamos tener la misma hora todo el año», afirma a AFP. «Además, tanto cambio estresa a los animales», añade. En el ordeño, por ejemplo, necesitan una regularidad horaria.

Pero el cambio de hora debe ser la punta de lanza de unas modificaciones más profundas. «Que a las 7:00 de la tarde la gente no esté en la oficina y salga dos horas antes; eliminar las comidas de trabajo larguísimas o cambiar el 'prime time' de las televisiones», enumera Casero, miembro del comité de expertos del Gobierno, donde otros miembros como el catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela, Jorge Mira, se muestran contrarios a la eliminación del cambio propuesto por Bruselas. «El día dura más en verano y es necesario mantenerlo», razona.

Unos intensos debates que a lo mejor se quedan para otro momento. Los gobiernos están estudiando llevar el próximo lunes a una reunión informal de ministros de Transportes y Medio Ambiente en Graz (Austria) una propuesta para retrasar el cambio hasta 2021. Alegaron que la idea es «muy ambiciosa» y que necesitan más tiempo de adaptación.

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