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El paisaje que marcó durante siglos la economía ganadera de estos valles y montes nos sigue guiando en el Camín de los Santuarios a la salida de Avín para tomar el desvío de ascenso a La Robellada, la parroquia en la que nace el río Güeña, nuestro compañero de ruta en las anteriores etapas. Allí con la cumbre de la Cuesta la Llomba y el Cantu Bostuteru guardándonos las espaldas podemos saludar al pasar la coqueta iglesia de San Antonio, que nos despide del concejo de Onís. Por el camino nos cruzaremos con otro itinerario senderista, el llamado de la Asturias Interior (GR-119), que va en la misma dirección para entrar en tierras cabraliegas por La Salce y Ortiguero. A partir de ahí el trayecto que nos hace subir de nuevo, dejando en el fondo del valle la cantera de piedra, nos llevará por una vía bien trazada monte arriba por la que transitaron generaciones de pastores y arrieros desde épocas que se pierden en la memoria humana del tiempo.
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La Cruz de Raos alude en su topónimo a la de piedra que señaló en una encrucijada de caminos desde la remota Edad Media los límites de pastos entre los concejos de Onís, Cabrales y Llanes. En la campera amesetada que la rodea existió hasta fechas relativamente cercanas uno de los más importantes mercados de monte del oriente de Asturias y se cree que también aquí se celebraban de tiempo inmemorial concejos de vecinos o de sus representantes para dirimir sus conflictos o intereses comunes. Otro nombre de lugar muy próximo, el de Puertas, derivado del latino Portam, parece señalar un nuevo lugar de paso o confluencia de vías.
Entre prados de siega a diente y cabañas desperdigadas llegamos a Asiegu de la mano del arroyo Ricáu. Muy cerca de aquí, en las estribaciones vecinas de la sierra del Cuera nace otro río que acabará desembocando en el Cantábrico, el de las Cabras que cambia su nombre por el de Bedón a medida que se acerca al mar. En Asiegu, Pueblo Ejemplar de Asturias en 2019, los caminos del mar llevaron al otro lado del Atlántico a muchos de sus vecinos. Sobre la última gran oleada de emigrados que salieron de aquí hacia América escribió uno de sus descendientes, el mexicano Fernando Fernández una hermosa novela real 'Oriundos', donde se narra, entre otras hazañas de esos americanos, la del que volvió a la aldea con uno de aquellos famosos 'haigas' y como entonces no había carretera se empeñó en subirlo por la caleya que conectaba Asiegu con Carreña. El recuerdo de esos vecinos que se fueron un día en busca de una vida mejor sigue muy presente en un pueblo que ha logrado preservar su identidad y su vitalidad poniendo al día los recursos que la configuraron, con la elaboración del quesu Cabrales como uno de sus principales activos. Su pequeña iglesia de San Miguel atesora en su interior uno de los mejores conjuntos de pintura mural protobarroca de la región y en su caserío bien conservadas muestras de la arquitectura oriental montañesa. También un excelente mirador del Picu Urriellu, casi al alcance de la mano en días despejados.
Siguiendo en sentido descendente el complicado itinerario de aquel americanu obstinado del haiga, llegamos a Carreña, la capital cabraliega, con su Puente Conceyu de inequívoco trazado medieval y calzada de empedrado sobre el bravo río Casaño, junto a palacetes rurales como el de la Casona de los Bárcena del siglo XVII. En ella se ubica actualmente el Centro de Interpretación de la Covaciella donde se puede contemplar una réplica del panel principal del que es uno de los yacimientos rupestres más importantes de Asturias. Descubierta en 1994, se hallaron en sus galerías una decena de figuras de bisontes, un caballo, un ciervo y un reno, todas en excelente estado de conservación y realizadas con una magnífica pericia técnica. Datadas en torno a los 14.000 años hasta el presente, son uno de los ejemplos más notables del arte parietal del periodo magdaleniense.
Una panorámica no menos espectacular la vamos a encontrar, si no es día de niebla en las alturas, a las puertas de Poo, en el Mirador del Pozo de la Oración, donde se puede contemplar en toda su colosal estatura el Macizo Central de los Picos de Europa con su estrella más popular, el Urriellu, como centro de atención de miradas, prismáticos, cámaras y todo tipo de dispositivos de observación o captura.
Desde Carreña llevamos de guía el cauce del río Casaño y él nos va a conducir hasta su encuentro con el Cares en Arenas. Pero antes de ese momento y el descanso al final de la etapa, una visita obligada nos espera en la iglesia de Santa María de Llas, una nueva capilla sixtina de la pintura mural aún más bella y espectacular que la de San Miguel de Asiegu. Una vez vista bien podemos dar por concluido el camino y disfrutar del ambiente de Arenas, siempre hospitalaria y llena de vida.
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Carlos G. Fernández y Leticia Aróstegui
Alicia Negre y Lidia Carvajal
Edurne Martínez y Sara I. Belled (gráficos)
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