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Lorena Álvarez prepara un nuevo álbum. CAROLINA SANTOS
«Ver agua y meterme es todo uno»

«Ver agua y meterme es todo uno»

La cantautora asturiana Lorena Álvarez ofreció un concierto ayer en Cimavilla sumergida en un ajetreado verano de actuaciones y en el que prepara nuevo disco

PABLO A. MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Lunes, 20 de agosto 2018, 02:25

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Lorena Álvarez, la 'rapaza de San Antolín' -como la llamó Nacho Vegas en la canción dedicada a ella- lleva un verano ajetreado en el que prácticamente no ha parado un momento entre sus propias actuaciones, las que la llevan a acompañar a Soleá Morente como corista «y palmera» del dúo Las Suprimas y el nuevo disco en el que trabaja, aún sin título y que espera ver editado antes de que termine el año. «La verdad es que no recuerdo ya la última vez que fui por mi casa, igual cuando vuelva me encuentro ocupas viviendo en ella», confiesa entre risas, sentada en una terraza de La Corrada de Cimavilla, donde ayer ofreció un concierto.

«Llevaba un montón de tiempo sin sacar nada y ya iba siendo hora -cuenta sobre el álbum que la ha ocupado en los últimos meses-. Son 14 canciones y en ellas intento hablar de lo que siempre he hecho, de cosas problemáticas, pero intentando ofrecer una solución. No me gusta la música de queja, del '¡Ay, qué mal estoy!', intento quitarle un poco de peso a la vida. ¿Ironía? La justa. Un poco de humor para aliviar ese peso, como en mi propia forma de ser», detalla. El público que acudió a escucharla en su actuación gijonesa -incluidos sus propios padres, Isabel y José Luis, venidos desde Ibias- pudo conocer en primicia algunos de esos temas inéditos. En ellos, el cuño personal de Álvarez expresado con la misma frescura ácida que destilaba su mítica 'cinta' de debut, pero trasegado con el camino recorrido desde entonces.

«¿Qué he aprendido en estos años? Pues, mire, precisamente de eso trata mi último disco. Ahí tiene usted la respuesta (risas). He crecido y he aprendido muchísimas cosas, como nos ocurre a todas las personas. Algunas tenemos la suerte de poder plasmarlo en una canción. Y también por eso se escriben, para seguir buscando», afirma, para añadir que «todas mis canciones son como el diario de esa búsqueda personal, casi de autoayuda (risas), intento poner en común las cosas que les pasan a los demás. Y creo que a lo común se llega siempre desde lo más personal. Cuando te metes dentro de ti misma es cuando encuentras la conexión con el resto de la humanidad». Fiel al sentido y las formas de la música popular, la cantante de Ibias defiende que eso es lo que ha hecho siempre la tradición oral: «Acompañaba a la gente en todos los momentos de la vida: la fiesta, el trabajo, la soledad. Mucha de esa música está muerta y a mí me gusta investigar a ver si ese espíritu sigue vivo de alguna manera», explica.

Su interés por esos sones tradicionales ha llevado a Lorena a cruzarse en el camino con Soleá Morente y a componer canciones para la granadina: «La admiro y me hace una ilusión enorme que ella cante mis canciones, sobre todo porque canta mucho mejor que yo (risas). Ella y Remedios Heredia, de Las Negris, me han enseñado mucho en el arte del palmeo, que siempre me atrajo mucho: ritmos sin instrumentos, solo con las manos. Con Las Suprimas soy una palmera de Ibias, sí», relata, de nuevo muerta de risa.

Su tierra natal está siempre en su ruta de viaje: «Volver a Ibias y meterme allí en el río es un ritual. El agua está congelada pero a mí me encantan esos auténticos baños de impresión. Pasa en un flash toda tu vida y sales nueva». Desde Granada, donde reside ahora, dice añorar «los veranos frescos de Asturias». Ayer buscaba un hueco en el día para bañarse en Gijón: «Ver agua y meterme es todo uno, me da igual mar, río o piscina». El baño de complicidades ya se lo había dado ante el público de La Corrada llevándole del baile a la emoción como es lo propio en la música de Lorena.

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