En casa de Cova del Campo

Desde que descubrió la cerámica, Cova del Campo tuvo claro que la loza, el barro y la porcelana iban a ser sus compañeros de viaje. Ocurrió en Barcelona, donde se encontraba trabajando para una agencia tras haber cursado estudios de Publicidad y Relaciones Públicas en Salamanca, y haber pasado antes por otras en Madrid y Londres.

Un curso en la capital catalana, con la profesora japonesa Misako Homma, le despertó el gusanillo y, decidida a dar un giro a su trayectoria laboral, hizo las maletas y regresó a Asturias para completar su formación con el grupo Barruntando, en Avilés. De ahí a Gijón, para empezar a trabajar desde la finca La Facina, en Somió, donde se encuentra la vivienda familiar. Construida ésta por el arquitecto Juan Manuel del Busto a petición de sus abuelos Gonzalo del Campo -hijo de la pintora Carolina del Castillo- y Lourdes Díaz-Laviada, en 1948. Una saga con inquietudes artísticas que ha dado reconocidos músicos y pintores y a la que ha venido a sumarse también Gonzaga, hermano de Cova, artesano de la madera que trabaja en otra de las dependencias de La Facina y que ha creado la marca Campo.

La de ella se llama La Cueva Studio y fue fundada en 2016, cuando compró un horno y empezó a recibir encargos. Luego vendrían las colecciones, de objetos decorativos y jarrones, con diseños propios que en la última etapa van abandonando el color para centrarse en el blanco y los cremas, habiendo fabricado vajillas para varios restaurantes gijoneses.

A la producción y la distribución de la marca que ya se ha abierto al mercado internacional, viene a sumarse su actividad docente, pues imparte clases tanto en la tienda La Cósmica como en su taller.

Encima de él, con acceso a través de una escalera, se encuentra su vivienda. Ocupando un espacio que anteriormente fue la terraza conocida como 'el guatecario', y donde todas las generaciones de la familia del Campo celebraban sus reuniones y fiestas al aire libre. Con extraordinarias vistas a la finca y su jardín y también al hórreo y al campo de fútbol de hierba, por el que han pasado multitud de jugadores y aficionados.

Sus dimensiones dieron para situar en ella un dormitorio, un cuarto de baño y una cocina con sala de estar, Todo en el mismo espacio y con un mueble estantería, fabricado artesanalmente por Gonzaga, que funciona como elemento divisorio y en el que va anclada una mesa de trabajo. En clave funcional, todo medido a escuadra y buscando la utilidad de los objetos que en él se disponen.

El piso ha sido revestido con tarima y para las paredes se ha optado por un color gris cemento que realza la luz que se cuela a través de grandes ventanas suelo-techo. El sofá perpetúa el verde del entorno y la mesa de centro, diseñada en vidrio y de cantos redondeados, es de The Masie. A la firma Muji se recurrió para el armario ropero y los accesorios textiles, mayormente en blanco.