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CARMEN DEL SOTO
Domingo, 25 de abril 2021, 02:02
Dedicar los 365 días del año y las 24 horas de cada uno de ellos a su negocio de hostelería ha sido y sigue siendo el motor que impulsa la vida de Pilar Álvarez y Fernando Iglesias. El matrimonio es propietario del restaurante sidrería El Restallu, que el pasado febrero cumplía 22 años convertido en una de las referencias gastronómicas gijonesas en lo tocante al arroz con bugre y otros platos tradicionales.
De origen palentino, Fernando descubrió la cocina en un internado de Valladolid y, de paso, también Gijón, ya que, durante los veranos, los alumnos eran enviados a esta ciudad a hacer prácticas. Pili, natural de Villar de Adralés, en Cangas del Narcea, pasó por Madrid donde cursó estudios de Administrativo antes de asentarse en la villa de Jovellanos. En ella se encontraron ambos, formando feliz pareja en lo sentimental y en lo profesional. Fernando como encargado de los fogones hasta su jubilación, hace ahora tres años, y Pili, su sucesora al frente de la cocina, como responsable de sala y de las relaciones públicas que tan bien se le dan. Recuerdan la ilusión con la que empezaron y el cariño que le tienen a El Restallu, pues, a pesar del duro trabajo, les ha proporcionado grandes satisfacciones. Sobre manera, y tras invertir todos sus ahorros en ella, la de ver construida la casa de sus sueños.
Buscaban un sitio bonito y lo encontraron en lo alto de La Providencia. Una atalaya sobre los acantilados para disfrutar de las vistas a la costa y a la cordillera y cuyo proyecto fue encargado al arquitecto Cosme Cuenca en 2007. Sus tres plantas, unidas por escaleras y ascensor, fueron construidas con piedra cenia de color crema rosáceo y toda la carpintería es de madera de iroko, siendo las puertas a medida con cristales decorados. Totalmente domotizada, cuenta con las tecnologías del hogar que permiten controlar la luz, las persianas y la seguridad. Además de tener instalado un sistema aspirador centralizado.
Reservada la planta alta para los dormitorios principales y una zona de despacho desde la que se divisa el salón, éste se abre al jardín a través de una terraza acristalada que se usa para comer. Para el descanso, un gran sofá en piel color naranja contrasta con el verde del exterior, en el que se adivina la piscina, recientemente cubierta para poder ser usada en cualquier temporada. Del jardín se ocupa Pili, pues es aficionada a las plantas. Ella cuida el ciclamen, las azaleas y rosales y poda las hortensias que adornan el perímetro de la vivienda.
Una obra de Kiker y un cuadro de Olimpia Cuenca, junto con una lámpara de cristal, decoran el hueco de la escalera que, hacia abajo, lleva a 'La bodega de Fernando'. Otro destacado espacio que cuenta con una instalación de cocina industrial y una gran mesa a la que se pueden sentar 30 comensales. Pues un dato a tener en cuenta es que entre ambos juntan seis hijos, dos nietos y multitud de amigos que frecuentaban la casa. Y que volverán a hacerlo en cuanto la pandemia lo permita.
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Sara I. Belled y Jorge Marzo
Melchor Sáiz-Pardo
Julio Arrieta, Gonzalo de las Heras (gráficos) e Isabel Toledo (gráficos)
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