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El cosmonauta Alexey Ovchinin (i) y el astronauta Nick Hague (d) momentos antes de subir a bordo de la Soyuz MS-10. EFE

La fiabilidad de los ingenios espaciales rusos otra vez bajo sospecha

Un fallo en los propulsores de la segunda fase del cohete aborta el despegue de la cápsula Soyuz y regresa de nuevo a la Tierra con los tripulantes sanos y salvos

Rafael M. Mañueco

Moscú

Jueves, 11 de octubre 2018, 12:17

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Algo así no sucedía desde 1983. La expedición número 57 a la Estación Espacial Internacional (ISS) se quedó este miércoles con las ganas de ser puesta en órbita para continuar su viaje hacia la plataforma. Justo dos minutos después del lanzamiento de la nave Soyuz MS-10, se detuvo la combustión en las toberas del cohete Soyuz FG que la propulsaba y entró en acción el sistema de eyección de la cápsula, que regresó de nuevo a la Tierra con los dos tripulantes sanos y salvos.

El fallo tuvo lugar mientras se desprendían los fuselajes laterales de la primera fase del cohete y cuando debería haber empezado a quemarse el combustible de la segunda fase, algo que no sucedió. A continuación, el cosmonauta ruso, Alexéi Ovchinin, y su colega estadounidense, Nick Hague, se pusieron en comunicación con el centro de control espacial para recibir instrucciones.

Ninguno de los dos sufrió ni siquiera un rasguño. La eyección permitió a la Soyuz MS-10 desacoplarse del cohete y abrir sus paracaídas. La nave se posó sin problemas sobre la estepa de Kazajstán, a 20 kilómetros de la localidad de Zhezkazgán. Pero lo sucedido reviste una gravedad enorme. La última vez que un lanzamiento fue abortado se remonta a 1983.

De momento, han sido suspendidos todos los vuelos previstos mientras no se inspeccionen los cohetes Soyuz-FG disponibles actualmente, según declaró el viceprimer ministro ruso, Yuri Borísov. La verificación será llevada a cabo en la factoría RKTs «Progress» de Samara, que es en donde se fabrican estos propulsores. Se ha creado al efecto una comisión de investigación de Roskosmos, la agencia espacial rusa.

La nave espacial debería haber dado cuatro vueltas a la Tierra antes de llegar a la ISS en un viaje de tan sólo seis horas

Borísov subrayó que «ahora mismo el único vínculo entre la estación espacial y la Tierra son las naves Soyuz». El incidente provoca así un retraso en el regreso a la Tierra de los tripulantes de la ISS, en donde se encuentran actualmente el ruso Serguéi Prokópiev, la norteamericana Serena Auñón-Chancellor y el alemán Alexander Gerst. Llegaron allí en Junio.

Otros percances

El hallazgo en agosto, de un agujero en el fuselaje de la nave Soyuz MS-9, acoplada a la Estación Espacial Internacional, ya provocó retrasos y una profunda investigación todavía en curso y sin resultados que se hayan dado a conocer. Se ha hablado de sabotaje, pero no hay todavía conclusiones.

El director de la agencia, Dmitri Rogozin, antiguo miembro del Gobierno ruso y cuestionado ya por los constantes problemas que padece la industria espacial del país, presenció ayer el lanzamiento en el cosmódromo de Baikonur (Kazajstán) en compañía de su colega de la NASA, Jim Bridenstine. La nave espacial debería haber dado cuatro vueltas a la Tierra antes de llegar a la ISS en un viaje de tan sólo seis horas.

En esta ocasión había dos cosmonautas a bordo, en lugar de los tres que viajan habitualmente. Esa tercera plaza se ha utilizado para transportar equipos de investigación, entre ellos una bioimpresora 3D para obtener cartílagos humanos.

Rusia ha sufrido en los últimos años otros percances en su industria espacial. Perdió una nave carga Progress y cohetes Proton, empleados para poner en órbita satélites artificiales. Rogozin, tuvo que reconocer que la crisis económica había obligado al Gobierno a aplicar recortes en el programa espacial.

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