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La Constitución necesita a su Princesa

La Constitución necesita a su Princesa

La RAE recomienda en su informe incluir ese término y el de Reina en el texto. Mantienen que es «gramaticalmente impecable» y defiende el uso del masculino genérico en la mayor parte de los casos

miguel lorenci

Martes, 21 de enero 2020, 02:54

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«Gramaticalmente impecable». Así es la Constitución Española a juicio del director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado. Lo afirmó ayer, al hacer público el controvertido informe de la RAE sobre el lenguaje inclusivo en nuestra Carta Magna encargado hace año y medio por la hoy vicepresidenta primera de del Gobierno, Carmen Calvo. Aprobado por unanimidad en el pleno de la docta casa, no estima necesario cambiar en profundidad el lenguaje de la Constitución, en el que opera con eficiencia el masculino genérico. Pero sí juzga «correcto» desdoblar sustantivos como Rey y Reina o Príncipe y Princesa, y deja abierto hacerlo con presidente y presidenta.

Recomienda la RAE que ante una hipotética reforma del texto constitucional se desdoblen los sustantivos que designan al titular de la Corona y a sus herederos, aunque en ningún momento urge a cambiar el texto. Hace notar que Princesa no aparece en la Constitución, pero que sí se nombra al Príncipe, de modo que recomienda sustituirlos por 'el príncipe o la princesa de Asturias'. Incluye la Carta Magna numerosas referencias al Rey, pero solo dos a la Reina (artículo 58) y en las que no aparece como titular de la Corona y sí como consorte.

Se estudió también la posibilidad de desdoblamiento de presidente o presidenta del Gobierno. «Tiene una redacción en masculino inclusivo, pero gramaticalmente el desdoblamiento es correcto. Incorporarlo o no en la Constitución depende de decisiones políticas que no corresponden a la Academia, que no vería inconveniente en el cambio», dijo Muñoz Machado, que apeló a fórmulas sin género, como «quien ocupe la presidencia».

Mantener el masculino inclusivo «es lo que hacen casi las constituciones de todos los países que podemos tomar como ejemplo», agregó, aclarando que se han analizado las de Francia, Italia, Portugal Chile, Colombia, México y Venezuela. Solo la venezolana, en su revisión de 2009, utiliza el desdoblamiento y el resultado es un texto aparatoso y poco práctico. «El lenguaje inclusivo puede interpretarse de dos formas distintas», precisaba Muñoz Machado. Una entiende que las referencias expresas a las mujeres «se deben hacer con palabras de género femenino» y juzga correctas formulas como «los españoles y las españolas». La otra es la del masculino genérico, que no cree necesario el desdoblamiento ni el uso generalizado de sustantivos colectivos. Es el caso de «todos los españoles son iguales ante la ley», «la fórmula que se siguió en 1978» y la que entiende hoy que «el masculino es el término no marcado que abarca hombres y mujeres».

Insistía el director de la RAE en que cuando la Carta Magna habla de españoles, electores, niños, padres, hijos, jueces, consumidores, residentes, embajadores o alcaldes debe entenderse que se refiere a ambos sexos y que «todos estos supuestos abarcan tanto a hombres como mujeres en el sentir general de la comunidad». «Era así cuando se redactó la Constitución y sigue siéndolo 41 años después», reiteró.

Enumeró, eso sí, posibles «mejoras» en su texto. Habló del artículo 30.2 donde se asegura que «La ley fijará las obligaciones militares de los españoles». Destacaba como en 1978 se refería a los españoles varones, y como «ahora debe interpretarse en el sentido inclusivo, ya que la situación ha cambiado». Por razones no estrictamente de género aconseja también cambiar expresiones como «los disminuidos físicos» (art. 49) por «personas con discapacidad», que «está más asentado».

Se refirió también a otro informe sobre la mejora de definiciones en el DRAE, el diccionario académico. «Trabajamos mucho en torno a la feminización del lenguaje, especialmente en atención a lo que nos parece injusto», dijo destacando los cambios en definiciones que empiezan por «Hombre que» sustituidas por «Persona que». También se han connotado –que no eliminado– las referencias despectivas al sexo débil y términos con acepciones muy perniciosas y despectivas para las mujeres. «No es lo mismo un fulano que una fulana, un zorro que una zorra, un lobo que una loba o un señorito que una señorita, un solterón que una solterona. Todos estos cambios representan una manera de dejar claros nuestros criterios doctrinales», aseguró el director de la RAE.

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