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Ilustraciones. J.M. Benítez / Isabel Toledo
¿Cuántos kilómetros puede recorrer un coche con la gasolina en reserva?
Motor

¿Cuántos kilómetros puede recorrer un coche con la gasolina en reserva?

Experimentamos lo que sucede al conducir apurando el combustible al límite. No es buena idea

Sergio Eguía

Sábado, 16 de septiembre 2017, 11:46

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¿Cuántos kilómetros puede recorrer tu coche con la gasolina en reserva? La pregunta es tan popular como absurda. ¿Cuántas veces te puedes golpear con una piedra en la cabeza antes de abrirte el cráneo? Pues eso. Depende. ¿Con cuánta fuerza? En cualquier caso, y como diría Miyagi, «la respuesta solo ha de ser importante cuando la pregunta es correcta». ¿Por qué iba a querer nadie partirse la crisma a pedradas? Así que tampoco te rompas la cabeza pensando en cuánto va a tardar en terminarse la gasolina de tu coche una vez que has entrado en reserva. Para. Reposta lo antes posible. Aún mejor, hazlo antes de que salte el aviso. Conducir con el depósito bajo mínimos es muy malo para la mecánica, una aberración desde el punto de vista de la seguridad y un riesgo económico. Si te quedas tirado en el arcén por haber acabado el combustible -y esas cosas pasan-, te multarán. Y da gracias de que no te apliquen un recargo por tonto.

Pero vamos por partes. Los periodistas somos muy dados a las tontunadas y -cómo resistirse- hemos probado lo que pasa al volante si intentamos gastar hasta la última gota de gasolina. Sí, lo de apurar el trago también es muy de la profesión. Por norma general, los turismos tienen una reserva que permite circular entre 50 y 120 kilómetros. Va en función del tamaño del depósito, que suele ir en consonancia con el del coche. El espacio es el que es. No hay un compartimento estanco que constituya una reserva. Lo llamamos así, pero solo es el punto en el que un sensor nos avisa de que se termina la carga. Cada fabricante lo coloca donde le parece. Lo normal es que ronde los 100 kilómetros, para que tengamos tiempo de llegar a una gasolinera sin urgencia, ni volvernos locos al volante. En los utilitarios es más habitual que la reserva sea de unos 50 kilómetros. En ciudad hay surtidores de forma recurrente. En cualquier caso, en el libro del vehículo lo especifica. Ah, el libro es ese tocho que llevas tirado en la guantera, que no te leíste en su día y que solo miras si se enciende alguna luz en el salpicadero.

Dicho esto, y una vez que satisfagas tu curiosidad consultando la autonomía que indica el fabricante para tu modelo, olvida la cifras. Borra de tu memoria cualquier dato sobre lo que debe aguantar la reserva. Todo cálculo es orientativo, irreal y fiarte de él te acabará pasando factura. Es más: una vez que pite la reserva (el primer aviso del coche es audible y bastante molesto) y se encienda un pilotito rojo junto al reloj del nivel de combustible, el ordenador de abordo comenzará a darte una estimación de la gasolina que te queda. Lo expresa en el número de kilómetros que puedes recorrer antes de que el motor se pare. Bien. Es falso. Lo estima en función del consumo puntual, el medio del trayecto anterior, la velocidad que llevas... Esas condiciones cambian.

Vamos a nuestro caso práctico. Salimos de Vitoria hacia Bilbao. El coche está en reserva. El ordenador de a bordo asegura que hay combustible para 80 kilómetros. Las dos capitales están a 65. Sin problema, ¿verdad? Comenzamos el experimento y al salir del parking tenemos la primera sorpresa. Ya solo queda gasolina para 70 kilómetros. El indicador varía de 10 en 10 kilómetros. ¿Será que en realidad los 80 eran 79? No pasa nada.

Al llegar a la altura del Gorbeia, en la N-622, camino de Altube, en el indicador en la pantallita se lee 50 kilómetros. ¿Perdón? ¡Si hemos recorrido solo diez…! A la altura del radar fijo de Zigoitia vuelven a ser 60. ¿Cómo? Hemos ganado autonomía. ¡Fiesta! Demostrado: la estimación no es fiable. Y eso genera muchas dudas. ¿Llegaremos? ¿A que la liamos? ¿Merece la pena este estrés? Obviamente, no.

Otra forma de conducir

La segunda consecuencia -y eso que lo estamos haciendo voluntariamente- es que hemos modificado la forma de conducir. Prestamos menos atención al tráfico y más a lo que dice el salpicadero. Vamos más despacio y a bajas revoluciones, por eso de ahorrar. Cuando la carretera pica hacia arriba nos convertimos en un estorbo para los demás conductores. Y cuando el ordenador nos dice que quedan solo 30 kilómetros -aún no estamos ni en el túnel de Aiurdin- en medio de las dudas por no saber qué hacer, decidimos acelerar. Es como estar en una burbuja. Ya no nos adecuamos a las circunstancias del tráfico. Somos un peligro para los demás y para nosotros mismos.

Al enfilar la recta de Sarria, será que la cuesta falseaba la lectura del sensor del depósito, recibimos buenas noticias. Volvemos a tener gasolina para 60 kilómetros. Nos invade la euforia. Los problemas parecen haber pasado. ¡Nos vamos hasta Bilbao de tirón! Y en el subidón, decidimos que entrar a la AP-68 sería hacer trampa. En la pronunciada bajada de la autopista hasta Ziorraga casi te propulsa la inercia. Nada de ayudas de la Física. Optamos por la carretera que va por el puerto viejo de Altube. Al menos a Llodio deberíamos llegar para poder repostar antes de quedarnos tirados. Plan B por si fallamos en el reto. Que lo haremos.

Todo iba bien hasta que empezaron a pasar cosas raras. En Baranbio el coche nos dice que solo le queda para 10 kilómetros. Hemos bajado todo el puerto sin apenas acelerar. Al entrar en territorio de Bizkaia, aparece un 0 en la pantalla del ordenador de abordo. Se acabó lo que se daba. Pero el coche no se para. En la circunvalación de Orozko la lectura es de 20 kilómetros. Seguimos, sin entender qué sucede. Bueno, sí. La estimación es falsa. Pero nos vuelve a convencer de continuar. Tampoco nos detenemos en el surtidor frente a la Artiach.

En este punto, es evidente que este experimento es un sinsentido. No nos lleva a ninguna parte, es peligroso y, aunque no se note nada en la conducción, sabemos que es malo para la mecánica. A fin de cuentas, el deposito de gasolina es como un gran vaso de agua. Una bomba de combustible es la encargada de chupar el líquido y llevarlo hasta los inyectores que lo hacen pasar a los cilindros. Y el proceso es muy parecido a beber con una pajita. Cuanto menos agua queda en el vaso, más fuerza hay que hacer. Eso sobrecarga la bomba que podría quemarse. La broma no bajará de 500 euros. Además, la gasolina tiene impurezas que se depositan por decantación en el fondo del depósito. Si removemos... . Podría llegar a obstruir un inyector y eso es aún más caro.

Finalmente, en Llodio decidimos acabar con esta tontunada de conducir en reserva. Repostamos. Al reanudar la marcha hacia Bilbao, notamos un gran alivio. Volvemos a concentrarnos en lo importante: la carretera, y hasta sentimos que el coche va más fino. Los 50 kilos que acabamos de cargar en la parte trasera le dan una mayor estabilidad al vehículo. En definitiva: viaja siempre con más de medio depósito de gasolina.

Y si te pica mucho la curiosidad sobre cuántos kilómetros puede recorrer tu coche con la gasolina en reserva, aquí va un listado realizado por un portal especializado de Estados Unidos.

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