Ver fotos
El beso celebra su día internacional convertido en actividad de riesgo por la pandemia
A pesar de presentar numerosos efectos positivos para la salud, tanto a nivel emocional como físico, los besos permanecen en cuarentena
El Día Internacional del Beso pone el acento en una carencia que pesa tras demasiados meses de ausencia. Más de un año sin besar y ser besados como a muchos les gustaría, escondiendo los labios tras las mascarilla en un intento por protegernos y proteger a quien nos quiere, una renuncia más en tiempos de pandemia.
Los besos, sin embargo, tanto darlos como recibirlos, tienen numerosos beneficios a nivel emocional y químico. No existe un único beso ni un motivo universal para prodigarse en su reparto. En nada tiene que ver el que regala el bebé o recibe un abuelo con los tórridos de los amantes, los fraternales o los que se comparten entre amigos.
Todos están vetados hoy en día, considerados una práctica de riesgo, calificación de la que antes solo gozaban los adúlteros. En España, hasta hace poco se regalaban. Dos besos, uno por mejilla, cada vez que presentaban a un nuevo contacto. Las noches de copas y de flirteo acababan, con suerte, en besos, o quizás en algo más.
La ciencia avala los efectos beneficiosos de compartir la intimidad del momento en el que dos labios pasan a fundirse en uno. Al hacerlo, el cerebro libera un cóctel de sustancias químicas encendiendo los centros de placer. Fluyen la oxitocina, dopamina y serotonina, que pueden trasladar a la euforia.
Beneficios para la salud
La oxitocina, en concreto, propicia el nacimiento de sentimientos de afecto y apego hacia las personas. Por eso es importante continuar besando a una pareja a pesar del paso del tiempo. Al besar se reducen los niveles de cortisol, también conocida como la hormona del estrés. Un equipo de investigadores descubrió en 2016 que quienes no estaban contentos con su apariencia física tenían niveles más altos de cortisol por lo que besar podría reforzar a nivel químico la autoestima. También reducir las alergias.
A la ansiedad también le sedan los besos, buenos para el corazón -sin metáfora alguna- ya que mejoran la presión arterial por el acelerón del ritmo cardíaco, que aumenta el flujo sanguíneo al dilatar los vasos. Este efecto contribuye, además, a aliviar los dolores de cabeza o menstruales.
Queman calorías, tonifican los músculos faciales, ayudan a prevenir caries al estimular las glándulas salivales, mejoran los niveles de colesterol aumentan el deseo sexual... Los beneficios que han descrito distintos estudios científicos son tan numerosos que seguro que alguno se queda por el camino, al igual que los besos pandémicos. Los que no se dan se pierden pero pueden regresar muchos más.