Natalia Estrada visita estos días Gijón después de seis años sin pisar su ciudad natal. DAMIÁN ARIENZA

«No echo nada de menos la televisión»

Natalia Estrada triunfó en los programas de los 90, pero hace años que se alejó de las cámaras para llevar una vida «de campo» en Italia

Ana Ranera

Gijón

Martes, 5 de marzo 2024, 01:00

Todavía se acuerda Natalia Estrada de aquella profesora del Liceo que animó a su madre a que la apuntara a clases de baile. Esa mujer, sin saberlo, le cambió la vida y la impulsó a alcanzar los lugares más gloriosos del éxito porque, después de que completara sus estudios de ballet clásico y flamenco, la gijonesa triunfó en la televisión de los noventa. En la pequeña pantalla, Natalia debutó en 'La quinta marcha' y su rostro se hizo un habitual de programas como 'Bellezas al agua' y 'Vivan los novios'.

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Poco tiempo tardó en hacerse un hueco también en el séptimo arte con títulos como 'Aquí, el que no corre... vuela', una película en la que compartió reparto con su paisano Arturo Fernández. Y, tras aquellas experiencias, continuó recorriendo la senda del éxito en Italia, hasta que el brillo de los focos dejó de seducirla. De ese desenamoramiento han pasado ya casi dos décadas y Estrada reconoce riéndose que no echa «nada de menos la tele». «Llegó un momento en que ya no soportaba ir a los estudios, estar encerrada y tener que maquillarme y peinarme», asegura.

En ese momento, cambió el rumbo y abrazó en Italia una vida «de campo», dedicada a los caballos, a la que vuelve hoy. Precisamente, por estos animales regresó feliz a su ciudad, después de seis años sin pisarla. «Vine para dar el domingo un cursillo en el Chas, en el que estuvimos hablando sobre el manejo de caballos», indica. Y, para ella, verse en el club hípico y rodeada de viejos amigos y conocidos fue como sentir que el tiempo se había quedado detenido. «Fue genial. Vino muchísima gente y vinieron oyentes de muchas partes de España, como Cataluña y País Vasco», apunta.

Para ella, lo fundamental es que los jinetes aprendan a apreciar «la parte mental de los caballos», unos animales que se utilizan «en muchas disciplinas» y de los que es necesario entender su manera de pensar. «Queremos explicarles a los niños y a los jóvenes que no son motos, son animales y hay que entenderlos».

Y, además de pasar los días rodeada de equinos, Natalia también tiene vacas. «Viven libres en un terreno de 1.200 hectáreas. No las tenemos encerradas en una cuadra. Las criamos como se hizo en Asturias toda la vida». Y, entre esas reses que tienen, hay toque asturiano porque, según cuenta, «el primer toro wagyu que compramos lo llevamos a Italia desde aquí».

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Se ve que los orígenes de Natalia acaban saliendo a la superficie porque ella no se olvida de su infancia en La Collada, muy cerca de Pola de Siero. «Teníamos una casa allí y yo siempre me montaba en la burra de nuestro vecino Ramón y, cuando podía, iba en mulo», se ríe. Le gustaba tanto de niña que «los del pueblo siempre me ofrecían ir a buscar a las vacas. Me daban una vara y me encantaba». La que tuvo, retuvo, y ahora hace lo mismo, pero a unos cuantos kilómetros de aquel pueblín, en el que hacía mantequilla casera y en el que vivió esa vida «de campo», en la que encontró la paz, después de alcanzar el éxito televisivo.

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