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Dos tercios de los padres rechazan que Religión cuente para la nota

Dos tercios de los padres rechazan que Religión cuente para la nota

Las mayoría de las AMPA españolas consideran excesivos los deberes y abogan por que la parte fundamental se haga en el aula

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Miércoles, 14 de febrero 2018, 14:37

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La gran mayoría de los padres de alumnos españoles, aproximadamente los dos tercios, están en total desacuerdo con uno de los cambios más polémicos que el PP introdujo con la Lomce en el currículo de colegios e institutos: convertir en evaluable la asignatura de Religión y devaluar y dejar en optativa la educación en valores. Es una de las conclusiones del trabajo 'Las AMPA en el sistema escolar español', un estudio realizado por BBVA y la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), que es el resultado de una encuesta realizada a "una muestra representativa" de las asociaciones de padres de alumnos de todas las autonomías y de las distintas redes educativas.

El 65,2% de los padres y madres considera que Religión debe ser una asignatura que esté fuera del currículo oficial, con lo que incluso apuntan a que no se curse en horario lectivo, y, desde luego, demandan que deje de ser evaluable, que cuente para la nota del curso y de la etapa. Por contra, el 86% está de acuerdo, o muy de acuerdo, en que la educación en valores está actualmente arrinconada en el currículo -con la Lomce es solo una optativa a Religión- y el 60% demanda que se convierta en una materia específica y presente en todos los centros.

Estas demandas están en dos de los 15 grandes puntos que ahora debaten los partidos del Congreso en busca de un pacto educativo. La necesidad de fortalecer la educación en valores cívicos y constitucionales -que abundaría también en igualdad de género- parecen compartirla todas las formaciones, que, sin embargo, deben ver si se plasma en una asignatura o en contenidos transversales del currículo. Distinto es la Religión, con la que PSOE y Podemos reclaman que salga del currículo mientras el PP defiende que mantenga su presencia y la nota.

Lo que sí es una opinión unánime entre los padres (99,4%) es la necesidad de un pacto de Estado por la educación que dé estabilidad al sistema y que lo deje a salvo de los cambios de Gobierno. Ese acuerdo, defiende el 95%, debe mantener la gratuidad como pilar básico del sistema y dar un claro apoyo a la escuela pública.

Los padres de alumnos también muestran un alto consenso en que los colegios ponen una cantidad excesiva de deberes y en que estas tareas deberían ser ejercicios de refuerzo y realizarse mayoritariamente en el propio centro educativo. Que sean una labor para el aula lo reclama un 48,4%, pero otro 36% lo apoya también, aunque con menos insistencia. Quienes defienden que hay que rebajar la cantidad de deberes son el 34,8%, frente al 16,8% que cree que no hay que tocarlos.

La mayoría de las AMPA preguntadas no consideran el acoso escolar como un problema "muy presente" en su centro. Descartan esta idea con rotundidad un 41% y solo ven el problema así de alarmante el 13,7%.

Pocas y precarias

El estudio, uno de los primeros que analiza estas asociaciones en todo el país, constata que los padres, de forma generalizada, tienen una implicación muy baja en su funcionamiento y que sobreviven en la precariedad de medios más absoluta. La radiografía dice que una de cada dos AMPA depende del impulso de menos de diez padres -solo el 20% tiene más de 20 miembros activos- y muestra un claro sesgo de género, pues el 80% de su sostén son las madres.

Una de las principales razones que indican desincentiva la participación es la falta total de medios, que exige un fuerte compromiso y mucho esfuerzo personales. Las asociaciones que cuentan con personal auxiliar no llegan al 5%, el 50% no tiene ni local ni ordenador ni teléfono propios, y el 55% solo vive de sus bajas cuotas anuales. La otra razón, destacada por el 60%, es la gran incompatibilidad con sus horarios laborales, así como el escaso apoyo de los centros (49%).

Otra de las notas generalizadas en las respuestas es la denuncia de la escasa participación que consideran que se les otorga en la vida educativa. Aunque el 96% trabaja en el consejo escolar del centro, solo el 33% siente que participa en la política de admisión de alumnos, el 38% que lo hace en la elaboración del programa del centro, y el 39% que tiene un papel en la elección de director.

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