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La presidenta de DuPont España y Portugal, Ángela Santianes, premio Futuro en Femenino 2024, en su despacho. Pablo Nosti

Ángela Santianes, presidenta de Dupont España y Portugal y Premio Futuro en Femenino 2024

«Si no jugamos con las mismas reglas que China y EE UU no habrá industria»

«Mi objetivo es que DuPont se mantenga como hasta ahora durante muchos años, innovando y haciendo cosas que nadie más hace»

Jueves, 28 de noviembre 2024, 06:43

Ingeniera química por la Universidad de Oviedo, Ángela Santianes (Langreo, 1964) ha desarrollado su carrera profesional en DuPont, desde sus inicios en ... Barcelona, en marketing y ventas, hasta la presidencia de España y Portugal, a la que accedió en 2016. A lo largo de su trayectoria, ha recibido numerosas distinciones, la última de ellas el galardón de Futuro en Femenino 2024 de EL COMERCIO. Es una firme defensora de que Asturias cuenta con los mimbres para posicionarse con ventaja en esta etapa de transición ecológica gracias al peso industrial de la región, aunque echa en falta más apoyo de las administraciones para impulsar inversiones clave.

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–¿Qué significado tiene este premio?

–Siempre me costó muchísimo identificar y reconocer en qué he mejorado. Me sigo viendo como la misma persona, así que no pienso que haya nada especial en lo que hago que tenga el mérito para ser reconocido, pero estoy muy orgullosa y muy contenta. Lo que más me gusta de este premio en concreto es que ayuda a visibilizar el mundo STEM entre las mujeres, para que vean que se puede hacer y que no tienes que ser una persona rara para meterte en estos temas. Me gusta que sirva para cambiar ese modelo en un sector que cada vez está más feminizado, pero en el que todavía cuesta.

–Ya son más de 8 años al frente de Dupont España. Por aquel entonces, en una entrevista a este periódico, decía que no es muy de marcarse objetivos sino de trabajar en el día a día y buscar oportunidades. Ahora mismo, ¿cuáles son esas oportunidades?

–Lo de los objetivos es a nivel personal. Lo que yo intento es disfrutar de la vida, pero no a cualquier precio, sino haciendo lo correcto y sintiéndome orgullosa de mí misma. La cuestión es ir tomando en cada momento las decisiones que te abran más puertas. A nivel de negocio ya es otra historia, porque hay que ver qué se puede mejorar, con el objetivo ambicioso de que la compañía se mantenga como hasta ahora por muchos años, innovando y haciendo cosas que nadie más hace. Pero no puedes decidir ahora qué vas a hacer dentro de 20 años, sobre todo en un entorno tan cambiante.

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–¿Cómo está siendo 2024 para el negocio?

–En los últimos años, la capacidad de prever ha desaparecido, porque en el mismo trimestre piensas que van a suceder unas cosas y ocurren otras. Hay algo hemos hecho bien y es el dotar a los equipos de flexibilidad, porque las cosas pueden cambiar. Esto nos da agilidad y nos ayuda a incrementar la producción rápidamente en caso de necesitarlo, o de ajustarla si es necesario bajar los costes. También hay que trabajar mucho el entorno, porque cualquier cosa te puede sorprender y te cambia el plan para el resto del año. La clave es cómo tu equipo es capaz de adaptarse a lo que venga. Y en eso somos muy buenos los españoles.

–¿Y el complejo asturiano?

–Asturias es el único emplazamiento del mundo que tiene toda la capacidad que tenemos nosotros. Tenemos el 'core' de finanzas, de logística, de compras, de atención al cliente, de IT, de recursos humanos... Empezamos como centros de servicios, pero ahora son centros de excelencia, porque tenemos funciones globales que se hacen desde aquí. Cuando ves el resto de los centros de la compañía, este es el mejor con diferencia. Ahora mismo, habrá unos 100 emplazamientos, pero este es uno de los más grandes y siempre que se hacen las comparativas, las de Asturias salen como las mejores plantas. Se hacen las cosas bien y es algo de lo que estar orgullosa, competimos con cualquiera y tenemos que creérnoslo.

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Desde este año, Ángela Santianes es presidenta del Consejo Social de la Universidad de Oviedo.

–¿Y cuál es la clave?

–Hay dos puntos muy importantes, que son el rigor y la flexibilidad. En una empresa como esta necesitas rigor, porque tienes que seguir los procedimientos, pero también necesitas saber reaccionar a cualquier cosa que se salga de la norma. Hay países para los que adaptarse y cambiar es terrible porque si no tienen un plan no saben cómo actuar, mientras que para nosotros es algo natural.

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–Aunque los precios de la energía se han estabilizado respecto a hace un par de años, aún siguen siendo elevados en comparación con otros países, incluso de dentro de la UE. ¿Qué impacto tiene el precio de la energía para Dupont?

–Es terrible, es un tema que Europa tiene que resolver. Está en su mano hacer las cosas de forma diferente, porque no se puede pretender tener una industria competitiva cuando la energía supone en muchos casos el 50% de los costes. De los cuales, además, la mayor parte son peajes o temas impositivos. Si Estados Unidos y China son capaces de ser atractivas y son nuestros grandes competidores, o ponemos unas reglas del juego equivalentes o vamos a quedarnos sin industria. Nosotros no somos tan intensivos, pero hay empresas en las que la energía alcanza el 80% de sus costes. Es inviable.

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–Tanto la administración como algunas empresas electrointensivas reconocen que los acuerdos de compraventa de energía a largo plazo, los llamados PPAs, no están funcionando como se esperaba. ¿Qué es lo que falla?

–Si tú tienes una empresa energética y sabes que los costes están subiendo, a lo mejor no te interesa el hacer PPAs a largo plazo. Hay países como Alemania que fuerzan a esas compañías a dar suministro a un coste razonable a la industria. Hay que encontrar un equilibrio para que la industria tenga futuro, porque la pandemia nos enseñó que si no fabricamos cosas dependeremos de otros que, además, van a satisfacer primero sus necesidades.

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–Parece que Europa se está dando cuenta de ello

–Un país con un peso industrial inferior al 20% de su PIB pasa a ser un país pobre. Cuanta más capacidad industrial tengas, sin dejar de lado la sostenibilidad, más opciones hay de mantener el nivel de cobertura social que hay en Europa. Asturias es una de las pocas comunidades autónomas que está por encima de esa tasa, aunque está bajando. Esa fue una de las razones por las que se DuPont se instaló aquí, porque tenías esta tradición industrial y tienes toda la infraestructura de empresas que te dan servicios. Es una ventaja competitiva brutal.

–Usted defiende que la industria asturiana puede ser pionera en el uso del hidrógeno verde, pero aún hay reticencias por los costes. ¿Es necesario el empuje de las administraciones?

–Totalmente. Hoy por hoy es más caro. ¿Por qué Asturias tiene una ventaja? Porque lo que te va hacer competitivo siempre va a ser la escala y aquí la tenemos. Nosotros, necesitaríamos unas 7.000 toneladas, pero Arcelor y Fertiberia unas 150.000 cada una. Con el tiempo conseguiremos que la tecnología se desarrolle, en DuPont trabajamos en productos para que los procesos de producción sean más eficientes y gasten menos energía. La mayor parte del coste de hidrógeno viene del propio coste de la energía, por lo que conseguir unos precios razonables será vital para la rentabilidad del hidrógeno. Lo que hay que hacer es financiar esa diferencia de coste, como Estados Unidos, para que sea más fácil avanzar en la investigación sin que sea una desventaja competitiva. Además, si produces con hidrógeno en lugar de gas reduces el coste de emisiones de CO2. Si Europa quiere pintar algo en el mercado global, tiene que seguir ese camino. Si no, China o EE UU lo desarrollarán y nos quedaremos otra vez fuera de la ecuación.

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–¿Y Asturias está bien posicionada?

–Si ves el plan de distribución de hidrógeno, hay dos líneas y las dos se cruzan en Asturias, y eso es porque tenemos la escala. De hecho, nosotros estamos planteándonoslo, pero no podemos entrar porque ya nos cuesta competir. Ya somos caros y esto nos haría muchísimo más caros todavía, pero si nos garantizan que en los próximos 10 años no tendremos más costes operativos entramos seguro. Y eso hará que se vaya perfeccionando la tecnología para que dentro de 10 años no sea necesario subsidiarla.

Ley de Industria

«Está bien enfocada, pero hay que ver si lo plasmado tendrá la financiación que requiere»

Investigación

«Se está trabajando muy bien, pero hay que trasladarlo a la sociedad para atraer la inversión»

–¿Qué medidas habría que tomar para mantener la competitividad de la industria asturiana? ¿Qué opina de la futura Ley de Industria?

–La ley está bien enfocada, la cuestión es si va a tener la financiación que requiere, porque hay que ver cómo ayudas a que esas cosas que plasmas sobre el papel sucedan. Hay que asignar recursos del Estado y de Europa a potenciar que la industria crezca y a realizar proyectos atractivos e incipientes para desarrollar el tejido industrial. España, en el precio de la energía renovable, no en el coste final, somos un país muy competitivo. Europa tiene la visión de que hay que reindustrializar el continente, por lo que habrá que traer ciertos sectores de vuelta, como ocurre con los microchips. ¿Y cuál es el mejor sitio para instalarse? Aquel en el que existe energía renovable a precios competitivos, que ya lo tenemos si se eliminan los extracostes en forma de peajes e impuestos. La base existe, pero se necesita voluntad política.

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–La escasez de talento es uno de los retos que afrontan muchos de los sectores del tejido productivo. ¿Encuentra DuPont a los profesionales que necesita?

–En nuestro caso, como los salarios son muy competitivos y DuPont tiene una excelente reputación, no sufrimos este problema e incluso tenemos mucha gente de fuera, más de 30 nacionalidades diferentes. Además, no todo es el salario. En Asturias en particular el coste de la vivienda y de la vida es muy razonable, así que es muy atractivo.

–Usted defiende que hay que tender puentes entre las empresas y las instituciones académicas. Desde hace unos meses, es presidenta del Consejo Social de la Universidad de Oviedo. ¿Qué medidas concretas se pueden tomar?

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–En el sistema educativo, con buen criterio, hay una rigidez que en su momento tenía sentido porque no se cambia un plan de estudios si no se demuestra que realmente eso que te están pidiendo se consolida en el tiempo. Ahora, sin embargo, tienes que tener un dinamismo y una agilidad mayores, porque el mundo está cambiando a una velocidad que nunca se había dado antes y la universidad no está preparada para ello. Esa es mi gran preocupación. Pero después hay otra parte relacionada con la investigación. Se está trabajando muy bien, pero hay que pulir el cómo traemos a la sociedad eso se investiga para poder impulsar la inversión.

–¿Qué impacto puede tener el regreso de Donald Trump?

–Es una incógnita. En las formas deja mucho que desear, pero cuando ves su programa no es tan descabellado. Vamos a ver realmente cómo lo ejecuta. El riesgo está ahí, porque puede ser un poco impredecible. El problema es que ese comportamiento pueda llevar a conflictos no deseados, y más en estos tiempos en los que necesitamos más sosiego.

–Está involucrada en iniciativas para impulsar la entrada de mujeres en el ámbito STEM (por sus siglas en inglés: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

–Cuando yo decidí que iba a ir a Químicas e Ingeniería Química, la gente me decía «uy, no te pega nada, no te veo» y me advertían de que no me iban a contratar y que mejor hiciera Medicina. Menos mal que no les hice caso. Hay un mantra en la sociedad de que eso no es lo habitual y nos cuesta asimilarlo. Este es un entorno fantástico, trabajar en la industria te permite participar en temas de desarrollo que son vitales para la sociedad. De hecho, en este sector se necesitan las características que son más innatas en las mujeres. ¿Cómo nos vamos a quedar fuera de todo eso si además es donde mejores salarios hay? Y no solo se trata de la industria. Todas las tecnologías, todas las innovaciones y todos los desarrollos, la mayor parte viene de la parte STEM. La Medicina tampoco crecería sin ingenieros detrás desarrollando los nuevos procesos de identificación de tumores o de nuevas resonancias. Además, de ahí viene la brecha salarial. Si no entramos en la industria, que es donde mejor se paga, la brecha seguirá ahí.

–¿Y qué medidas se pueden tomar para solucionarlo?

–Por ejemplo, estamos yendo a colegios y participando en sesiones enfocadas a jóvenes que se plantean cómo encaminar su futuro. Además, es un problema que afecta también a los chicos, porque ya no hay tanta gente que quiera desarrollarse en ese campo y sigue haciendo falta mucha gente. La idea, con esas sesiones, es que los jóvenes tengan toda la información y consideren que este sector les puede ofrecer una salida profesional muy interesante, que les va a llenar y que tienes muchísimas opciones, porque puedes dedicarte a muchas cosas distintas. No puede perderse el 50% del talento mundial, las mujeres tienen que estar metidas también en la parte STEM.

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