La mala casa de Gordinayo
Llegó, a páginas de EL COMERCIO, la noticia de que el Juzgado investigaba la extraña muerte de una joven en una casa de mala fama
Arantza Margolles
Viernes, 30 de junio 2023, 01:38
No ocurrió en Gijón, sino en Villaviciosa, pero hace cien años el escándalo de Gordinayo estuvo en boca de toda la villa de Jovellanos. Aquí había llegado por medio de las páginas de EL COMERCIO, cargadas de literatura para intentar digerir un suceso que, de tan horrible, hacía estremecer. Había sucedido, hacía ya tres meses, que en el coto de Gordinayo, a 50 metros de la carretera de Villaviciosa a Infiesto y como a unos tres kilómetros de Amandi, murió una mujer de 25 años, «muy robusta (...) [y que hacía] vida irregular, estando locamente enamorada de un joven villaviciosino (...) frecuente excursionista a Gordinayo». Aparentemente murió de tuberculosis. Esa fue la causa consignada por el juez.
Pero no. Ocurría que sobre la casa del coto de Gordinayo existía el rumor público de que allí «eran llevadas muchachas a título de sobrinas. En fin, que poco menos que estaba convertido aquel edénico paraje en una Sodoma rural». Tras la muerte de Isabel, en efecto, llegó «una sobrina de Encarnación, llamada Corona», y de ella se encaprichó un joven sin el beneplácito de la tía, dueña y señora del lupanar de Gordinayo. En uno de los desencuentros, al chaval le dio por hablar: Isabel, aseguraba, «había muerto a consecuencia de un aborto provocado, y (...) si se desenterrara el cadáver se descubriría todo, pues hasta se aseguraba que la joven había dejado de existir sin expeler el feto». De modo que el Juzgado se puso a investigar.
Y en buena hora. Decíamos hace un siglo que tras la orden del juez, Huidobro, de que fuera exhumado el cuerpo de Isabel, se había descubierto toda la trama. Había habido aborto, en efecto, «y además que el feto había sido arrancado violentamente. Había, pues, dos delitos: el suministro a Isabel de un abortivo», algo penado en 1923, «y luego quizá la muerte de la joven por querer arrancarle el feto, al ver que no lo expelía». Fueron investigados los padres, que en un principio negaron; los novios respectivos y los escasos vecinos, honrados por lo demás, de los derredores de aquella casa de malandanzas. El asunto no tardó ni un mes en juzgarse. Y eso lo contamos, también, en EL COMERCIO.