Patriotas de a duro y peseta
Un artículo en nuestra portada criticó a quienes manifestaban su amor a España, aún en guerra en el Caribe, de forma frívola
Miércoles, 5 de julio 2023, 01:44
1898. Hace 125 años.
«Hay cosas que se sienten y no se explican», defendía en nuestra portada, estas semanas hace 125 años, J. Hevia Villaverde. El patriotismo, sentir de moda en aquellos meses previos al Desastre, era una de ellas, pero en Gijón -y en toda Asturias- abundaban los 'don Emeterios', trasunto del 'patriota de boquilla' que Hevia nos explicaba de la forma que sigue. «La principal cualidad, según él, que tiene» Emeterio «, y que ha contribuido a darle a conocer enseguida, es la de ser un gran patriota y no menor romántico»; «más el ruido que las nueces» y siempre dispuesto a atribularse con mil argumentos para defender su amor a España. «Yo soy un gran patriota», decía nuestro personaje, «que siente profundo frío en la espalda cuando oigo el pasodoble de 'Cádiz'. Yo me se de memoria todos los nombres de nuestras innumerables victorias y cual buen patriota me entusiasmo al recordarlas. ¡Trafalgar! Me equivoco. Trafalgar fue una derrota... ¡pero qué derrota! Una derrota donde si bien venció la fuerza, triunfó, en cambio, el valor de los españoles».
Más allá de eso, nada. «Lloro casi de emoción cuando contemplo a nuestra bandera y la veo mecerse a las alegres notas de ese pasodoble tan popular y tan español, y admiro a la patria que tiene pabellón tan hermoso como lo es la bandera de rojo y gualda». La de Emeterio era una acerada crítica que, desde nuestras páginas, lanzábamos a los despuntantes patriotas que, lejos del campo de batalla, se golpeaban el pecho con las fruslerías de la caridad, que no solidaridad. «Varias personas de la localidad tuvieron la feliz idea de organizar una función patriótica a beneficio de la marina de guerra española», explicaba Hevia. Allí, por supuesto, había muchos 'Emeterios', «aplaudiendo a rabiar y gritando cual si sus pulmones fuesen dos fraguas: ¡viva España!», dando, en fin, «la mayor prueba de patriotismo que pudo pedirle la patria, que él tanto quiere y queremos todos los españoles». ¿Saben cual? «¡Seis pesetas por una butaca para la función patriótica!» Entre tanto, los pobres daban su vida en Cuba. «Los comentarios huelgan», sentenciábamos. Realmente holgaban.