«Impresiona ver lo que Leonor está haciendo»
Jóvenes. 7.482 asturianos nacieron en el año 2005, al igual que la Princesa. Están a punto de la mayoría de edad y viven preocupados por las guerras y su futuro laboral
En 2005 nacieron 7.482 asturianos que alcanzan este año, con pasos temblorosos, la mayoría de edad. Todos ellos vinieron al mundo prácticamente a la vez que la Princesa de Asturias y, por eso, comparten con ella miedos, preocupaciones y admiraciones. De hecho, doña Leonor apareció en nuestras vidas un 31 de octubre, exactamente el mismo día que Irune Simón llegó al mundo en Gijón. Esta niña -ya joven- está «muy ilusionada» y contando los días para ser, oficialmente, adulta. «Tengo muchísimas ganas», confiesa, al tiempo que reconoce que haber nacido a la vez que Doña Leonor es una anécdota que la lleva acompañando toda su vida. «Quieras o no, ser de la misma edad hace que la sienta más cerca y tengo la sensación de que tendremos, más o menos, las mismas ideas».
Irune acaba de empezar la Universidad y está muy preocupada por la situación que se está viviendo ahora mismo en la Franja de Gaza. «Me inquieta lo que está ocurriendo», indica y sigue exponiendo sus miedos: «Me preocupa no encontrar el día de mañana un trabajo en el que encaje», prosigue y sus palabras las suscriben casi todos los chicos y chicas de su edad.
Blanca Martínez está estudiando un Grado en Educación Primaria y los comienzos en la facultad le están costando. «Es todo bastante nuevo para mí y, al principio, me defraudó un poco, pero me gusta lo que estoy haciendo». Igualmente, a ella le asusta que el futuro no sea como siempre imaginó. «Me da miedo que todo lo que planeé en mi cabeza no se cumpla y que el esfuerzo que estoy haciendo por sacarme la carrera no dé sus frutos».
Ella, además, ve que muchos de los chavales de su generación eligen sus estudios en función del sueldo que algún día creen que podrán ganar. «Cuando hicimos la Ebau y yo les preguntaba por la carrera que iban a hacer, muchos me decían cosas que no les gustaban, pero las hacían por el salario», se lamenta. «Yo creo que es fundamental darle importancia a la vocación porque vas a estar toda la vida desempeñando esa profesión. No es normal que haya gente con cuarenta o cincuenta años deseando ya que le llegue la jubilación. Te tiene que gustar lo que haces», prosigue.
A esos miedos cercanos, Blanca suma otros lejanos, pero que duelen igual y que quitan el sueño. «Me preocupan mucho las guerras porque estamos en pleno siglo XXI y sigue habiendo estos problemas. Además me parece increíble que haya tanta diferencia entre países». Con esas ideas en la cabeza, esta gijonesa piensa que el hecho de que el Rey tenga una hija de su misma edad es muy positivo. «Siento que, a la hora de formar sus opiniones, estará más cerca de nosotros», dice y aplaude el trabajo militar que está desempeñando Doña Leonor. «Impresiona verla y ver la formación militar que está desarrollando».
Porque la Princesa, como toda su generación, se está sumergiendo ahora en el mundo real, con sus ventajas y unos cuantos inconvenientes. Eso, al menos, le está pareciendo a Julia Alonso, que estudia Historia del Arte y trabaja en un bar los fines de semana. Ella está preocupada por los extremismos que cada vez proliferan más entre los de su quinta y también entre los mayores. «La manera que tenemos los jóvenes de informarnos es un tema polémico en mi ambiente», explica. Ella ve a diario los informativos con sus padres y valora que, en su familia, le hayan dado siempre «la oportunidad de ver los distintos puntos de vista y tomar yo mis propias decisiones». Por eso, cree que ver el mundo desde distintas perspectivas es imprescindible y asegura que, sin embargo, tiene amigos «que son de un extremo sin llegar a saber todo lo que conlleva ser de ese extremo».
Julia piensa también que la actualidad necesita tiempo y, por eso, las guerras las está siguiendo «desde la parte más humana» de momento. «Procuro ponerme en el lugar de las personas, por ejemplo, de los ucranianos y de lo que tuvo que suponer para muchos perder a sus familias. Podría pasarnos a nosotros», afirma convencida. Y, en cuanto a la situación de la Franja de Gaza, esta gijonesa lo toma con prudencia. «Ya le he dicho a mis amigos y a mi familia que quiero darme un tiempo para informarme y saber qué opino yo sobre ello». Sensatez por bandera y siempre fuentes fiables. «Hay mucha gente que directamente se cree lo que le dice un amigo como si esa persona fuera un periódico. No te puedes creer todo lo que te dicen».
Con ese buen sentido por bandera, a Julia le agobia también su porvenir porque «no sé si ahora mismo existirá el puesto en el que voy a trabajar y no sé si tendré dinero para comprarme una casa o será todo demasiado caro». Ella, por si acaso, está estudiando idiomas, inglés y francés, por si algún día le toca dejar atrás España y promete que le llaman la atención «varios países de Europa». Tiene varios planes en mente por si el primero fallara.
Lo mismo hace Javi Rodríguez Martínez, quien tampoco descarta la opción de emigrar. Este chico trabaja y estudia al mismo tiempo y está preocupado «por la situación laboral que habrá de aquí a los próximos diez años en nuestro país». Él está convencido de que, probablemente, lo mejor sea irse y confía en su generación, que, aunque le falte la experiencia, está «totalmente adaptada a las nuevas tecnologías». Con esa facilidad, ellos esperan labrarse un futuro, en el que siempre podrán mirar hacia la heredera al trono, que nació el mismo año que ellos, y que, muy probablemente, también tenga miedo a las guerras, los extremismos y la situación laboral de todos los de su edad.