José Ángel Rodríguez Perdió a su hijo

«Me llamaron a declarar antes de poder verlo»

«No hay mayor dolor que el que se te vaya un fíu por delante. Lo tienes todos los días en la cabeza»

A. V.

OVIEDO.

Viernes, 10 de septiembre 2021, 01:25

A Jonathan Rodríguez «lo metieron en la cárcel con 21 años por dos kilos de hachís que eran de varios, pero se lo comió todo él. Seis meses y una multa de 24.000 euros». Fue el inicio de un calvario del que, según cuenta su padre, José Ángel Rodríguez, saldría gravemente tocado. «El juez me dijo que era lo mejor para él. Lo que no me dijo fue que podía suicidarse», lamenta hoy este hombre batallador, sindicalista, que lleva la imagen de su hijo muerto sobre el pecho: «Donde yo vaya, va él. No hay mayor dolor que el que se te vaya un fíu por delante. Lo tienes todos los días en la cabeza, de noche y al amanecer, pero hay que aprender a llevarlo».

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La cuesta abajo había empezado para esta familia de Tudela Veguín y, a los 32, «Jonathan estaba superado: se acababa de separar, con una nena de seis años y otra de cuatro meses, y no tenía trabajo ni dinero para pagar el alquiler ni la luz...».

Así que la solución fue volver a la casa familiar, a compartir piso en La Corredoria con su abuela y su padre, con quien se turnaba para dormir en el sofá. Hasta que un 1 de mayo -«día del trabajador», ironiza su padre-, «llegó sangrando».

-¿Qué te pasó, cariño?

-Papa, que intenté suicidame.

Un abismo para el que José Ángel no estaba preparado, nadie lo está: «No sabía qué hacer, a dónde ir, a quién llamar... Solo le preguntaba: 'Dime lo que tengo que hacer para ayudarte'. Así que, a la mañana siguiente, fuimos al ambulatorio, donde me enteré de que era la tercera vez que lo intentaba y donde nos derivaron a un psiquiatra que le recetó pastillas y nos dijo que le vigilásemos las 24 horas. ¿Pero eso cómo se hace?, ¿quién lo puede hacer?».

No hubo forma de disuadirlo «de que no fuera a recoger a las nenas el día que le tocaba». Y ya no volvió. «Lo encontramos después de dar muchas vueltas, pero, antes de dejarme verlo en el tanatorio, la Policía me llamó a declarar».

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Hoy José Ángel sabe que «su muerte fue evitable, porque el suicidio siempre es una solución permanente a una problemática de vida temporal». Que «deben darse dos factores importantes a la vez: dolor y desesperanza. Si uno de ellos dos se borra de la ecuación, el suicidio ya no se ve como solución a nada».

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