¿Es bueno o malo comer un huevo al día?

El huevo es ese alimento económico y muy nutritivo que tiene una gran versatilidad en la cocina. Se puede comer en preparaciones en las que es el único ingrediente como unos huevos fritos, cocidos, pasados por agua, revueltos, escalfados o en tortilla y además, puede formar parte de infinidad de preparaciones culinarias. Lo que no se debe nunca es comer en crudo, no es recomendable ni saludable, el huevo siempre debe ingerirse cocinado.

Hasta hace relativamente poco tiempo no había una cifra oficial que marcara cuántos huevos se pueden tomar a la semana, la Organización Mundial de la Salud hace sólo un par de años, ha recomendado oficialmente que se aumente el consumo de huevos entre la población en al menos uno al día pero, como es lógico, la recomendación tiene en cuenta otros muchos factores intrínsecos a cada persona.

Es verdad que hace sólo unos años se le tenía más miedo al consumo excesivo y se marcaba el tope en tres huevos máximos a la semana. No se sabe muy bien porqué eran tres y no cuatro, las recomendaciones parece que no tenían demasiada base científica y poco a poco se han ido abandonando.

La población estadounidense, por ejemplo, consume en la actualidad más huevos de lo que lo había hecho hasta ahora. Los estadounidenses ingieren de media un huevo diario y según los médicos y profesionales de la salud, si no se tiene ningún problema o enfermedad metabólica no hay por qué no consumirlo.

Entre ingerir un huevo cada día en el desayuno, por ejemplo o decantarse por bollería industrial y un vaso de leche con un preparado de cacao de los que se suelen ofrecer a los niños para su desayuno, es evidente que la primera opción es menos perjudicial que la segunda.

Una investigación desarrollada en el año 2018 por la Universidad de Pekín, llegó a la conclusión de que comer un huevo diario podría reducir drásticamente el riesgo de sufrir infarto o ictus. Quizás porque el huevo es uno de esos alimentos que a veces denominamos como «superalimentos» por ser muy ricos nutricionalmente y por tener una gran cantidad de nutrientes esenciales.

Hay que valorar si se mantiene habitualmente una dieta con numerosos alimentos que tengan un elevado colesterol, si es así quizás no sea tan conveniente añadir los huevos con mucha frecuencia aunque las evidencias científicas más actuales confirman que el huevo no eleva el nivel de colesterol en sangre.

Si la dieta es baja en grasas, los podemos consumir sin problema de una forma más frecuente y habitual siguiendo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud.

Los huevos son una fuente de proteína muy interesante. Proteína que se asimila con facilidad por nuestro organismo.

Menos la Vitamina C, el huevo presenta distintas cantidades de todas las demás vitaminas que el organismo humano necesita para su correcto funcionamiento. Además son fuente de grasa y aportan gran cantidad de la vitamina B12 que necesitamos durante a diario, es una fuente importante de colina y tiene un contenido muy interesante de Omega 3.

Tanto la vitamina B12, como la colina o el Omega 3, son sustancias muy relacionadas con el funcionamiento correcto de nuestro cerebro y están involucradas en los procesos relativos a la memoria. En cuanto a su aportación de minerales, el huevo destaca por el fósforo, hierro, zinc y selenio que contiene.

Las personas que padecen diabetes o sobrepeso siempre es mejor que se dejen aconsejar por un profesional de la salud para que les indique cuántos huevos puede añadir a su dieta cada semana y cuál es la mejor preparación culinaria que deben aplicarles, porque también hay que tener en cuenta la propia situación fisiológica que presenta cada persona.

En condiciones normales, para una persona sana, añadir un huevo al desayuno de forma habitual hace que tengamos una energía mantenida durante toda la mañana precisamente por ese aporte de grasa y de proteína que mencionábamos.

Las opciones son muy numerosas pero muchas personas optan por lo más rápido a la hora del desayuno: disponer de huevos cocidos en la nevera para poder añadirlos a la primera comida del día y así conseguir la saciedad y la energía necesarias para afrontar la jornada.

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