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La llegada de las redes sociales sumado a la sustitución de las cámaras fotográficas por los smartphone, ha hecho que muchas familias utilicen las primeras prácticamente como si fuera un álbum de fotos de los de antaño. La primera papilla, sus primeros pasos, hoy ha aprendido a dar palmas… cada hito en la vida de sus pequeños lo ilustran y lo dejan reflejado en sus cuentas de redes sociales.
Hoy en día, puedes conocer prácticamente todo de una persona sin nisiquiera conocerla. A qué hora se levanta, dónde trabaja, sus horarios y, lo que es más peligroso, cuántos hijos tiene, sus nombres, sus caras, a qué colegio van… No nos paramos a pensarlo pero si por un momento te paras y reflexionas todo lo que alguien que no te conoce puede saber de tí a través de tus perfiles, asusta.
El término es un anglicismo que une dos palabras 'share' que significa compartir y 'parenting', paternidad, y se refiere a la práctica de los padres de compartir fotografías o vídeos de sus hijos en internet. En castellano no hay un término concreto que se refiera a ello pero el resultado es la sobreexposición de la que se habla muy a menudo.
Cuando se comparte alguna foto familiar suelta no se está haciendo 'sharenting', el problema viene cuando se documenta y comparte la vida de los hijos. Es decir, la diferencia la marca la cantidad y la constancia con la que se publica información sobre los menores.
Según el informe EU KIds Online 2020, un 3% de las familias españolas aseguran compartir a diario imágenes de sus hijos en redes mientras que un 89%, casi 9 de cada 10, lo hacen al menos una vez al mes. Además, sólo un 24% de ellos les pregunta si están de acuerdo en que lo hagan, un dato muy bajo teniendo en cuenta que el 42% de los menores se avergüenza de los contenidos que comparten sus padres en la red, y no son los únicos, un 8% de los adultos también aseguran haber lamentado hacer alguna publicación de sus hijos online.
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Son muchos los contras que la sobreexposición en redes sociales puede tener para los menores tanto a corto plazo como a largo plazo, vamos a ver algunos de los peligros que puede acarrear.
1Secuestro físico: la información que se ofrece en las redes sociales puede ser de mucha utilidad para un secuestrador. Conocerá los datos personales, los horarios, el colegio e incluso, los gustos de los menores. Este es uno de los mayores riesgos a los que se expone a los niños al ofrecer tanta información sobre ellos en público.
2Secuestro de la identidad digital: recopilar toda la información publicada y crear un perfil falso de alguno de los miembros de la familia. Estos perfiles suelen ser empleados para ganarse la confianza de otros menores o adultos con fines no muy lícitos.
3En la línea de lo anterior, también pueden crearse un perfil falso los delincuentes conocidos como 'groomers' que lo que pretenden es hacerse pasar por menores para conseguir fotos íntimas de otros niños y hacerles chantaje o lograr que realicen actividades ilegales.
4Objeto de memes o 'bullying': quizá no en el momento, pero a medio plazo las imágnes que se suben de los hijos de forma inocente pueden ser convertidas en memés o
5Consecuencias en su vida adulta: Es algo en lo que no se piensa, pero lo que se publique hoy puede tener consecuencias para su futuro. La huella digital que empezamos a crear de los menores puede hacer que cuando sean adultos, los delincuentes conozcan a sus víctimas mejor que ellas mismas pudiendo suplantar sin problema su identidad. Por otro lado, también puede afectar a su reputación digital de cara a un futuro laboral, por ejemplo.
Es recomendable evitar el 'sharenting' pero esto no quiere decir que no se puedan compartir imágenes de los hijos en redes sociales, lo que hay que intentar es hacerlo de manera segura.
Publicar siempre fotografías en las que los menores estén vestidos, tratar de evitar dar datos personales como nombres, ubicaciones, horarios, etc. y no mostrar nunca su cara, bien sea pixelandola, tapándola con algún emoji o compartiendo imágenes en las que se les vea de espalda. Estos son algunos básicos.
También es importante preguntarles si les molesta que subamos alguna fotografía o, si son muy pequeños, pensar si en un futuro les puede ofender lo que hemos publicado. Hay que tener presente cómo puede afectar esta huella digital a su autoestima cuando crezcan.
Finalmente, activar las alertas de google con el nombre de nuestros hijos no está de más, así podremos estar al tanto de si aparecen en algún resultado.
Como en otros aspectos, en el digital, la seguridad de los menores está en manos de los padres. Somos los responsables de cuidarlos y protegerlos y es algo que siempre debemos tener presente.
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Óscar Beltrán de Otálora e Isabel Toledo
Alberto Arce | Oviedo, Isabel Gómez | Gijón, Natalia Vivar | Gijón, Alberto Arce, Isabel Gómez, Natalia Vivar, Samantha Acosta y Víctor Coto
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