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Mariluz Cristóbal, esta semana en Sevilla, donde viven una de sus hijas y su nieta Xiela, de tres años. E. C.
«Para los nervios, los veteranos nos mandaban tomar un Tío Pepe»

«Para los nervios, los veteranos nos mandaban tomar un Tío Pepe»

Mariluz Cristóbal Caunedo, cantante de tonada: «Los políticos descuidan la tonada. Si fuese catalana, otro gallo cantaría. Ya se está viendo»

A. VILLACORTA

GIJÓN.

Domingo, 5 de noviembre 2017, 03:39

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A Mariluz Cristóbal Caunedo, en los ambientes de tonada, la llaman 'La Caunedo', con ese 'la' que adorna a las grandes como sus admiradas Concha Piquer y La Busdonga. Solo que ella, en vez de nacer a la vera del Turia, nació en Máñoles, Tineo.

-¿Tiene algo que ver con el exalcalde de Oviedo?

-Yo no sé si algo de familia, pero tampoco es que me interese mucho, la verdad (Risas).

-¿Edad? ¿O no se pregunta?

-Yo quisiera tener menos, pero tengo 69 y ojalá llegue a los cien. Como dice mi madre, que tiene 89, pero está mejor que yo: «Yo, si sé que me voy a morir, marcho pa Canarias que hay una hora más» (Ríe).

-Su madre nació en Salas y su padre, en Tineo, pero usted vive en Gijón.

-Vivo en Gijón desde que tenía quince años y soy muy gijonesa, pero no pierdo el cariño a mis tierras pequeñas de Tineo y Salas.

-¿Había tradición de cantar en casa?

-Sí. Por parte de mi madre, eran todos muy cantarines. Cantaban muy bien dos tíos míos. Uno de ellos, además, flamenco de maravilla. Y mi madre sabe todas las canciones y en los concursos de El COMERCIO es la primera que está sentada en la silla, sigue a la gente, le gusta muchísimo...

-Pero usted no dio el salto a la palestra hasta los 28 años, siendo madre de dos hijas. ¿Cómo fue?

-Yo cantaba siempre de cría en bodas, bautizos y comuniones de la familia. Me decían: «Hala, Mariluz, a cantar». Pero nunca se me había ocurrido. Tenía tantísima vergüenza que no me atrevía para nada. Así que lo de presentarme a concursos fue cosa de mi marido. Un día me dijo: «Yo oigo a otros cantar y veo que tú lo haces tan bien como ellos. Preséntate». Yo pensé: «Es pasión de marido». Pero, al final, me decidí y hasta hoy. Se me fueron quitando todos los miedos. Solo tenía el hándicap de los nervios, de no atreverme. Hasta que me atreví.

-¿Y qué ocurrió cuando se atrevió?

-Que pasaron dos años o así hasta que aquello cuajó. El primer año no pasaba a las finales porque, si la canción duraba tres minutos, yo en minuto y medio despachábala por bajame rápido del escenario. Veía al personal mirando pa mí y eso me mataba. Pero, a partir de dos años de rodaje, ya empecé a ganar todos los concursos.

-¿Tenía algún truco para vencer aquella ansiedad?

-Nada. Y es que, además, la noche era fatal, dando vuelta a las canciones en la cama. De aquella, los más veteranos, nos mandaban tomar un Tío Pepe. Pero yo, si tomaba un Tío Pepe, salía bailando en vez de cantando (Risas).

-¿Era un mundo machista?

-Sí. Era un mundo de paisanos. Incluso te decían: «Esa canción ye de paisano. No la puedes cantar». Siempre nos tuvieron como relegadas. Yo siempre noté eso, pero salimos una generación que tratamos de que no fuera así. De hecho, yo creo que ahora hay más muyeres que hombres cantando. A las muyeres siempre nos costó todo el doble y el triple más que a ellos en todas las facetas de la vida. Pero llega un momento en que hay que decir: «Hasta aquí llegamos».

-¿Había mucha rivalidad entre concursantes?

-Yo siempre digo que éramos amigas, pero, a la hora de competir, cuidado, ¿eh? Tratas de ganar y, si sabes más o menos que la otra va a cantar una que a ti te sale mejor, la cantas también. Trucos que no son de hacer daño.

-Vuelve la polémica a las pruebas por no cantar tonada pura...

-Es que se está metiendo demasiada canción popular en los concursos. Y, además, ahora se aflamenca la tonada. Los concursos tendrían que ser para cuidar la canción clásica asturiana. Nada de meter canciones populares, de autor. Antes había mucha menos permisividad y jurados más expertos. Ahora se levanta la mano y es malo. Porque, si se levanta, esto se pierde. A lo mejor habría que tener un repertorio cerrado de canciones clásicas porque un concurso de tonada no es como 'Operación Triunfo'.

-¿Los políticos no la cuidan?

-Al revés: la descuidan. Los organizadores de los concursos se las ven y se las desean y los patrocinadores como EL COMERCIO son los que los mantienen, pero se merecen que se dedique un dinero y una atención especial porque es un patrimonio cultural de Asturias. Tenemos una forma de cantar que es única, que respiga. Si la tonada fuere catalana, otro gallo cantaría. Ya se está viendo.

-Estábamos en sus triunfos...

-Fue la cosa rodando y para mí fue un hobby que me ayudó a conocer otras tierras, otras gentes. Me hizo ver la vida de otra forma. Fue muy enriquecedor porque nacieron mis hijas y me dediqué a ellas, pero siempre necesitas algo más como persona. Te llena mucho el ser madre y el ser criada de casa, como digo yo, pero no lo es todo (Risas). Entonces, me surgió esto y fue esa válvula de escape que necesita todo el mundo aparte del trabajo cotidiano del día.

-¿Recuerda algún momento especialmente emocionante?

-Para mí fue muy emocionante entrar en el grupo Muyeres o ir a Lorient. Y cuando me llamó Hevia para participar en su primer trabajo, que cantaba yo lo de 'Non vuelvas más a mio casa faciendo ruidu con les madreñes'. Fui a Italia, Alemania, Francia... Salí del llar de casa a otro mundo. ¿Cuándo iba a pensar yo que cantar me iba a llevar a tantos sitios? Fui a Argentina, a Suiza... No se me pasaba por la cabeza. Y fue emocionante cuando, actuando en el Festival de San Remo, me vino a besar la mano Pavarotti diciéndome: «Grande madonna, grande madonna». Claro, iba con el traje asturiano y le impresionó. A lo mejor si hubiese salido sin el traje no se hubiese fijado en mí.

-¿Y alguno muy duro?

-Trato de olvidalos, aunque siempre te vienen a la mente. Tienes que seguir pa lante. Cuando sales en directo, es muy difícil. Sin embargo, cuando vas a televisión y sales en playback, sale todo perfecto, aunque a mí el playback se me da muy mal (Ríe).

-Ahora su fan numero uno, Rodrigo Cuevas, se la lleva de bolos.

-Rodrigo es un amor. Buscó su forma de ser él, de no imitar, hace lo que él quiere, muy bien por cierto, muy dignamente. Es un gran músico y un gran showman. Me encanta. Y yo, después de vieya... No gaitera, porque nunca me dio por ello, pero parecido (Risas).

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