Héroes del Coronavirus | «Es la oportunidad de echar una mano y aprender»
Martín Cueto, MIR de refuerzo en el Sespa ·
Mientras llega el momento de elegir especialidad, el joven médico afronta días «agitados, intensos y estresantes» pero «satisfactorios»LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Viernes, 3 de abril 2020, 01:23
En estos momentos debería estar recorriendo y conociendo los distintos servicios hospitalarios antes de tomar una de las decisiones más determinantes de su carrera profesional: elegir la especialidad y el centro en el que pasará los próximos cuatro años formándose como médico interno residente. Pero la crisis sanitaria por el coronavirus también ha dejado en suspenso ese momento, el de la elección de destino de los miles de graduados que lograron nota suficiente en el último examen MIR, celebrado el pasado enero. Así que el panorama que se le presentaba por delante a Martín Cueto, gijonés de 24 años que, en principio, va para pediatra, no era muy halagüeño: «Era estar parado en casa o actuar».
Y él, como muchos otros de sus compañeros, lo tuvo claro. Fue de los primeros en llamar al Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) para ofrecerse. «Es una oportunidad perfecta para aprender y echar una mano a los compañeros que están más saturados», dice.
A los pocos días le contestaron. Debía estar alerta porque en cualquier momento le reclutarían. El lunes 23 de marzo recibió la llamada definitiva: se incorporaría ese mismo día para trabajar en el hospital habilitado en el Centro de Referencia para Personas con Discapacidades Neurológicas de Barros.
Jornadas de 24 horas
Son tres médicos -aunque pronto serán el doble-, además de personal de enfermería y auxiliares, los que atienden a los 45 pacientes con coronavirus que, hasta el momento, han sido trasladados a este centro langreano, con capacidad para acoger a sesenta personas. Otro de los facultativos es una compañera de su promoción que, como él, aún no ha iniciado la especialidad.
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Las suyas son jornadas de 24 horas, a las que siguen dos días de descanso. Jornadas «agitadas, intensas y por momentos estresantes. De mucho trabajo para todo el personal, pero muy satisfactorias», asegura. Al menos él lo ve así. «Supone estar en el lado más humano del ejercicio de la profesión, al lado de la cama de los pacientes». Éstos son en su mayoría ancianos dependientes, pero también personas con alguna discapacidad o institucionalizadas, que, pese a haber dado positivo por COVID-19, están asintomáticas o presentan sintomatología leve. No obstante, la existencia, en muchos casos, de patologías previas hace que requieran una vigilancia constante y unos cuidados especiales. Así que esas 24 horas de trabajo continuado son «un no parar».
Le queda a Cueto la satisfacción de saber que está ayudando en momentos de extrema necesidad y, sobre todo, el agradecimiento de pacientes y familiares, a los que llaman a diario para manterles informados de su evolución.