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Joaquín Galán, en la actualidad y en un disco junto a su hermana.
«Mi padre nos despertaba tocando la gaita a las nueve de la mañana»

«Mi padre nos despertaba tocando la gaita a las nueve de la mañana»

«Mi hermana y yo fuimos a la misma terapia psicológica que Les Luthiers», cuenta Joaquín Galán, la mitad del dúo Pimpinela, hijo de un asturiano de Somiedo

A. VILLACORTA

OVIEDO.

Domingo, 3 de diciembre 2017, 00:57

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Joaquín Galán (Buenos Aires, 1955) es el culpable de que el común de los mortales haya entonado alguna noche aquello de 'Olvídame y pega la vuelta' con despecho pero sin acritud. Joaquín y su hermana Lucía, hijos de un asturiano de Somiedo emigrado a Argentina y de una leonesa, formaron a principios de los ochenta Pimpinela y, con el dúo más prolífico de Latinoamérica, nació también un género musical único y una forma de pelearse en el escenario imitada hasta la saciedad en karaokes, bares y verbenas de todo el mundo, un género. Más de tres décadas después, con 25 álbumes en el mercado, decenas de discos de oro y platino y cientos de teatros y estadios conquistados en todo el mundo, además de seguir triunfado, han creado dos proyectos para niños sin recursos y han presentado el libro 'Hermanos. La verdadera historia' (Planeta), que va camino de convertirse en serie. «Una catarsis emocional» en la que relatan «varios momentos de situaciones críticas» en las que dijeron «'hasta acá llegamos', 'basta'. Pero nadie se enteró y se pudieron solucionar hablando, como se soluciona todo».

-Siguen al pie del cañón.

-Por su puesto. Por suerte, la gente fue pasando nuestra música de padres a hijos y el público se ha ido renovando. Nos hacen mucha ilusión esas nuevas generaciones, que vengan a los conciertos chicos que no habían nacido cuando empezamos.

-Creo que su madre tuyo mucho que ver en su éxito.

-Nuestra madre, que gracias a Dios todavía está con nosotros, una leonesa fuerte, fue la verdadera artífice de Pimpinela, porque era la que me insistía, cuando era adolescente, para que cantase con Lucía. Yo tenía mi grupo musical, quería cantar como los Beatles, y le decía: «No, mamá. ¿Qué vamos a hacer Lucía y yo?». Y así pasaron años. Hasta que dimos con el estilo. Compuse 'Olvídame', lo completamos con nuestra formación teatral y ahí nos dimos cuenta de que podíamos hacer algo juntos. También fue ella la que nos ayudó en los momentos críticos, además de la terapia.

-La terapia que no falte, como buenos argentinos.

-Sí. Se dice que, de cada tres argentinos, uno es dentista y otro psicólogo (Ríe). Aquí la terapia está muy aceptada. No tienes que estar loco. Es como un apoyo espiritual. Además de un médico para el cuerpo, también hace falta que un profesional te ordene un poco la cabeza. Lucía y yo hemos hecho terapia con la misma gente que trató a Les Luthiers, porque habíamos visto que a ellos les había funcionado y está muy bien, porque, cuando tienes un grupo, siempre es muy bueno ir a boxes y poder conversar sobre cosas. Precisamente nos encontramos con ellos en un aeropuerto hace dos semanas y nos estuvieron comentando la emoción enorme que sintieron al recoger el Premio Princesa de Asturias.

-A ustedes también los hemos visto cantar el 'Asturias, patria querida' emocionados.

-Es que Lucía y yo nos sentimos tan españoles como argentinos como buenos hijos de asturiano que somos. En Asturias, estuvimos hace poco. Cada tanto, nos hacemos una escapada y nuestros primos, que están en Oviedo y en Avilés, van a vernos a algún concierto. Estamos siempre en contacto. Semanalmente, nos escribimos o nos mandamos fotos.

-¿Cómo recuerda a su padre?

-Como un hombre muy alegre, muy trabajador, muy honesto. Él siempre estaba cantando en casa y fabricando sus gaitas, que hacía con sus propias manos. Lo veo con la pajuela, limando... Ese es el recuerdo que tenemos de él. De cuando los domingos, a las nueve de la mañana, empezaba a sonar ese roncón en ese apartamento chiquitito en el que vivíamos los cuatro y nos despertaba. ¡Nos queríamos matar todos! (Hace el sonido del roncón y ríe). Era muy buena persona.

-Tuvo problemas con el alcohol.

-Sí. Eran esas cosas del emigrante trabajador, perseverante, que tenía ese problema con la bebida por la nostalgia y el desarraigo, pero que, aunque se quedase a tomar una copa por algún sitio y volviese tarde, temprano por la mañana se daba una ducha y a trabajar, a abrir el negocio, los restaurantes que tenía con sus hermanos.

-¿Llegó a ver su éxito?

-Sí. Llegó a verlo porque, en el año 84, estuvimos en TVE cantando la de 'Olvídame y pega la vuelta'. La gente todavía no nos conocía e Íñigo nos invitó al programa 'Aplauso'. Fue un momento clave en nuestra carrera porque nuestro sueño era triunfar en España y fuimos de viaje toda la familia junta. Ese día, nuestro padre estaba en Somiedo. Y, como en su pueblito de veinte casas, La Bustariega, no había tele, bajó a todos los amigos y parientes a un lugar que se llama La Riera, donde había un bar con un televisor, y los invitó a todos ahí a ver el programa donde estábamos nosotros cantando en directo desde Madrid. Allí estuvo, todo orgulloso, con su gente. Y, a partir de ahí, salió el disco en España y fue un enorme éxito. Al año siguiente, lamentablemente, estando nosotros en Puerto Rico, él, que era diabético y tenía muchos problemas de salud, falleció en Argentina de un paro cardíaco.

-Había gente que, al enterarse que eran hermanos y no pareja, se llevaba una gran desilusión.

-Se ve que lo hacíamos bien (Ríe).

-¿Y en la vida real se han peleado mucho?

-Como cualquier pareja de hermanos. Eso es inevitable. Aunque valoramos mucho, después de 35 años de carrera, seguir teniendo la relación estupenda que tenemos. Saber que, cuando Pimpinela ya no esté, seguiremos siendo hermanos. Pero sí: nos hemos peleado antes de subir el escenario, hemos llegado a algún concierto peleados... Así era mejor, salía todo más real (Risas). Como buen país de emigrantes, Argentina es muy pasional. Lo heredamos de España, Italia... pero también somos linda gente, confiados. Lamentablemente, por ser un pueblo tan tranquilo, los señores políticos nos vienen engañando.

-¿Cómo ve la Argentina de Macri?

-Argentina está viviendo un momento de aire fresco, sin duda alguna. Veníamos de doce años duros, donde, si no opinabas igual que el Gobierno, te convertías en un enemigo, y eso te generaba mucha asfixia. No se puede tratar de imponer un pensamiento, de coartar la libertad. Es un momento de transición, pero la gente está aliviada y los que han hecho las cosas mal están siendo juzgados.

-¿Hay relevo para Pimpinela?

-Mi hijo tiene 27 años y compone muy bien. La hija de Lucía tiene veinte y canta increíblemente bien. La música les encanta, los dos tienen talento, los dos nos acompañan en los escenarios desde pequeños y el tema que hemos elegido, la pareja, es inagotable, así que quién sabe. Pero no queremos influenciarlos en eso.

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