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LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Sábado, 25 de abril 2020, 01:48
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«Estamos en un punto crucial de la evolución de la pandemia». Con esta advertencia iniciaba ayer el consejero de Salud, Pablo Fernández, su cuarta comparecencia ante el grupo de trabajo creado en la Junta General para hacer un seguimiento del COVID-19. En las tres horas en las que, junto a parte de su equipo, se sometió a las preguntas de los grupos, habló de los riesgos de la nueva fase -«muy compleja»- que se avecina, de cómo será la atención asistencial del futuro, de la realización de test, del material sanitario y de protección disponible, de los estudios de seroprevalencia que se van a acometer... y hasta desveló que el estado norteamericano de Wisconsin se interesó hace unos días por algunos aspectos de la gestión de la crisis sanitaria en Asturias.
Porque, insistió, «en muchos sitios nos están poniendo como ejemplo» y una de las claves del éxito, dijo, es que «la población ha actuado con una gran responsabilidad». Pero lo que puede ser una fortaleza para la región, como es haber evitado el colapso del sistema sanitario con una contención de los casos de contagio, puede jugar también ahora en su contra. Haber logrado ralentizar la propagación de la enfermedad se traduce en que la inmunización de la población asturiana «no es muy grande». Ni mucho menos se aproxima a los porcentajes teóricos a los que apuntan algunos expertos, «del 50, 60 o 70%», precisó el consejero.
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Así que, «aunque exista la percepción de que lo peor ha pasado, y estadísticamente puede que sea así, no hay que relajarse», advirtió. Llegados a este punto, ante un proceso de desescalada inédito y del que se desconoce cuánto durará, «a pesar de que se haga todo perfecto, la posibilidad de que haya un repunte es altísima».
Tras la reunión de la comisión interterritorial del Sistema Nacional de Salud, en la que participó por la tarde de forma telemática, aclaró las cuatro cuatro cuestiones que deberán observas las comunidades autónomas durente este periodo de transición: la capacidad del sistema de salud, la vigilancia epidemiológica, la contención de posibles fuentes de contagio y las medidas de protección colectiva. Las medidas «no tienen que entrar todas a la vez en todas las provincias», pero las comunidades sí han de ponerse de acuerdo en los indicadores objetivos que han de regular su puesta en práctica.
Respecto a la vuelta a la atención asistencial habitual, el consejero había expuesto por la mañana que deberá hacerse de manera escalonada y manteniendo los dos circuitos habilitados durante la crisis, uno para pacientes con COVID-19 y otro para el resto de patologías. Las agendas se irán recuperando, pero espaciadas en el tiempo. Se mantendrán las consultas telefónicas y se potenciará la telemedicina y el trabajo en red entre los distintos dispositivos sanitarios. «Probablemente la actividad asistencial ya no vuelva a ser como la conocíamos», aventuró.
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