«Reaccionamos pronto, el 4 de marzo hicimos el primer plan de contención»
Al frente del mayor geriátrico de Asturias y sin un solo contagio, sostiene que con más medios «podríamos ser un referente» Victoria García Villar. Directora de la Residencia Mixta de Gijón
LUCÍA R. LORENZO
gijón.
Miércoles, 6 de mayo 2020, 02:37
Victoria García Villar lleva diez años dirigiendo la Residencia Mixta de Gijón. Este equipamiento, el mayor de Asturias, cuenta con 304 trabajadores: operarios de limpieza y comedor, auxiliares, enfermeras, médicos... En la actualidad, son 310 los residentes que viven en estas instalaciones aunque, tal y como indica García Villar, su capacidad es mayor. Desde que el coronavirus golpeó a la región, ensañándose muy especialmente con los centros de la red geriátrica, hasta la fecha, la Mixta no ha registrado un solo positivo. Su directora tiene claro que no están libres de que eso suceda, pero, mientras tanto, explica cuáles son las bases de su 'blindaje'.
-¿Cómo viven la lucha diaria contra el coronavirus?
-Reaccionamos pronto y pusimos todo el empeño. Al principio fue un poco caótico, no estábamos preparados para algo así ni mucho menos. Entre el susto y la información empezamos a actuar muy rápido. Con miedo a cada día que pasaba por todo lo que empezó a suceder en otras residencias. Ahora hay una calma tensa. Calma porque estamos más seguros de lo que hacemos, pero el virus está ahí. No estamos libres del contagio.
-¿Y los residentes?
-Los residentes dan una lección de saber estar y de responsabilidad, están teniendo un comportamiento ejemplar, son unos auténticos campeones. Estamos todos en la misma lucha, cada día es una victoria y tenemos que llegar a vencer totalmente al virus. Quiero reiterar mi agradecimiento a los residentes, los familiares y al personal, sin todos ellos no podíamos haberlo conseguido.
-¿Cómo se han organizado?
-El 4 de marzo hicimos el primer plan de contención, se extremaron las medidas de higiene. También se repartieron botellas de hidroalcohólico en todos los carros de la limpieza, se colocaron en todas las plantas y en otras zonas, y empezamos a vigilar la distancia social. Después, el día 9 se limitaron las visitas a una persona y tres días más tarde se eliminaron las visitas de todo tipo, tanto de familiares como de los proveedores que iban solo al muelle de carga y nosotros repartíamos la mercancía. A partir del 13 se cerraron los centros de día. El 14 prohibimos todo tipo de objetos o paquetes que vinieran del exterior. Quedamos confinados de verdad.
-¿Qué sucedió después?
-El 15 de ese mes se impartieron numerosas charlas informativas a los trabajadores sobre los protocolos y el uso de los equipos de protección individual (EPI). Había mucha inquietud. Le pedí ayuda al área sanitaria V y al día siguiente impartieron una sesión formativa de cómo había que usar las protecciones. Esta formación continuó el 18 y en otras jornadas, este día se establecieron puntos de higiene de manos por todos los sitios. A continuación, empezamos a suprimir zonas comunes en varias fases, desde el 19 hasta el 21, día en el que todos los residentes ya comían en sus habitaciones. A mediados de marzo sectorizamos la planta cuarta para posibles casos sospechosos y confirmados e hicimos protocolos. Cada vez que los médicos detectan algún síntoma que tiene que ver con COVID-19 llevamos a la persona a la zona de aislamiento y le hacemos la prueba. Hasta que no sale negativa, no le trasladamos a su habitación. Hay un personal exclusivo para trabajar en este espacio.
-¿Se suprimieron todas las zonas comunes?
-Las únicas zonas comunes que no se suprimieron fueron la sala de fumadores, en la que solo puede estar una persona por mesa guardando la distancia de seguridad. En el jardín organizamos un protocolo de salidas, para que salgan a diario. Si no se puede, se hacen recorridos en los pasillos por un circuito determinado para que puedan caminar sin que haya aglomeraciones y siempre acompañados de un auxiliar de enfermería.
-¿Qué más medidas de refuerzo han adoptado?
-Una de las cuestiones que se planteó en las residencias fue minimizar riesgos. Se mandó al personal no imprescindible a casa y se reforzó donde se necesitaba como en limpieza, enfermería, más adelante incorporamos a una psicóloga.
-¿Con qué carencias se han encontrado?
-Esto nos pilló a todos de nuevas y, desde luego, tuvimos carencia de material. Por ejemplo, al principio no teníamos mascarillas, pero tampoco era obligatorio su uso nada más que en casos de sospechosos o positivos, y casos sospechosos no registramos hasta mediados o finales de marzo, nunca positivos. Si hubiésemos tenido más mascarillas creo que hubiésemos gestionado el miedo mejor. Aunque como las mascarillas se utilicen mal suponen un vector de transmisión, no solo de coronavirus, sino de más enfermedades. Hay que usarlas cuando corresponde.
-¿Cómo cree que tienen que mejorar los geriátricos una vez que pase la crisis?
-Eso hay que estudiarlo mucho. Se ven carencias que ya se veían antes. Yo lo llevo diciendo mucho tiempo: somos la comunidad autónoma más envejecida. Tenemos una red de residencias establecida, podríamos ser un referente si se invirtiese más en recursos materiales y humanos, y si se hiciese un modelo asistencial de residencias para mayores mejor. Habría que darle una vuelta, revisarlo y hacer muchas cosas que esta crisis está dejando en evidencia. El modelo de asistencia a las personas mayores hay que revisarlo ya, porque el perfil del residente ha cambiado mucho en los últimos años, se ha vuelto más dependiente. Hace falta más personal asistencial y dotar de medios materiales que en el día a día vemos que no tenemos.