«La risa es una necesidad biológica»
Carlos Areces (actor) ·
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Carlos Areces (actor) ·
«Mi infancia está teñida con el suave aroma de babas de ternero», afirma el intérprete de origen asturianoM. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 20 de enero 2019, 04:27
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A Carlos Areces (Madrid, 1976) solo le falta bailar claqué. Canta, actúa y dibuja este hombre orquesta del arte cuyo apellido delata a las claras sus orígenes asturianos. Ahora que está a punto de estrenar la serie 'El pueblo', recuerda el suyo, en Las Regueras, con inmenso cariño y olor a cucho.
-Es una pequeña aldea llamada Ania. Recuerdo meterme en el establo de mis tíos y dejarme lametear los brazos por las vacas, unos seres fascinantes que no veía en mi Madrid natal. Esa lengua áspera me producía una extraña sensación de felicidad. Mi infancia está teñida con el suave aroma de babas de ternero.
-Lamentablemente no voy mucho. La última vez fue para presentar la gala del Festival Internacional de Cine de Gijón, donde también veraneaba de pequeño. Cada visita es un puñetazo de nostalgia.
-Trata de unos urbanitas que acaban en un pueblo semi abandonado. Estuvimos casi cinco meses viviendo y rodando en 30 casitas que hay en el fondo de un valle de Soria, sin cobertura, wifi ni teléfono. Me sentía como en una película de época.
-La risa no es algo coyuntural, es una necesidad biológica. Sería como decir «¿tanto nos hace falta respirar oxígeno en estos tiempos?».
-Que gracias, porque sin ellos los chistes no serían tan divertidos.
-No le puedo decir, a mí lo que de verdad me cuesta es que me tomen en serio.
-Tendemos a pensar que es más complicado hacer llorar que provocar la risa, pero estamos equivocados. En Youtube descubrieron hace tiempo que basta con el vídeo de un perro que se sienta culpable. A mí, al menos, me enternecen a nivel Dickens. Por no hablar de «mascotas que se reencuentran con sus dueños semanas después».
-Como a todo el mundo, por el deseo de mejorar mis posibilidades de apareamiento. ¿O se cree que Antonio de la Torre tiene otra motivación?
-No es fácil, no. Lo que más gracia me hace es el humor involuntario: un moco estratégicamente colocado en la nariz de un presentador que da una noticia trágica; una modelo derrumbándose de sus tacones de fina aguja en mitad de una pasarela; y, por supuesto, lo escatológico: un pedo a tiempo es la Capilla Sixtina del humor. El secreto es combinar lo sublime y lo mundano. Me encanta Woody Allen, pero me enloquece Chiquito.
-Los latiguillos de moda: «Guapo no, lo siguiente», «me desorino», la foto en la playa con el comentario «aquí, sufriendo»... Esa gente.
-La encuentro un poco estresante, la verdad, aunque creo que se trata de un fenómeno global. Yo supongo que avanzamos hacia el siglo XXI, pese a todo. Claro, para los que viven en la Edad Media es demasiado vertiginoso y no lo llevan bien. Un poquito de comprensión hacia ellos, también.
-En España echo de menos un espacio algo más amplio para ese cine que se hace sin una tele detrás. Tengo la sensación de que en Estados Unidos, como el público potencial es mayor, el cine comercial y el independiente conviven en cierta armonía. Pero casi todas las semanas encuentro alguna película que me hace disfrutar, así que ni tan mal.
-Los entendidos dicen que el tema va por ahí. Aunque yo supongo que las grandes superproducciones seguirán yendo a salas, ¿no? Dejadme algo para seguir yendo al cine. Para mí es un templo.
-No especialmente, en general las series me resultan casi siempre un poco estiradas. De hecho, antes de embarcarme a ver una tiene que venirme muy recomendada porque, aunque me esté aburriendo, soy incapaz de dejarlas a medias, por si lo bueno empieza después (es parte de mi TOC). Eso no quita para que me encontrara absolutamente atrapado viendo 'El asesinato de Gianni Versace' o 'Narcos'. Y, si hablamos de series documentales, la escala la ha redefinido 'Making a murderer': qué montaje, qué pulso, qué trama. Lo único malo es que no sea ficción, no puedes desconectar de ella con la satisfacción bobalicona de saber que lo que te han contado es mentira. Eso me ha pasado también últimamente con algunas películas, como 'Farenheit 11/9', 'Virunga' o 'El silencio de otros': me parecieron brillantes, demoledoras, pero la brutalidad de la realidad me asfixia. No hablo de 'Black Mirror' porque tampoco es una serie al uso, pero también me gustó muchísimo.
-Mantuve toda la profesionalidad que pude, pero al colgar llamé a todos mis amigos para contarles, con un nivel de excitación medio-alto. Lo dejaba caer con falsa naturalidad: «¿Tú qué tal? Yo bien, aquí. Me ha llamado Almodóvar. Sí, para una peli.»
-Álex no llamó. Nos encontramos en una radio, nos fuimos a desayunar juntos a y los 10 minutos estábamos hablando como si nos conociéramos de toda la vida. Teníamos tantas cosas en común que sentía como si me estuviera mirando en un espejo. Deformante, eso sí, porque en aquel momento Álex pesaba 150 kilos.
-Se lidia mal, claro. En esos días es cuando dejas de comprar revistas de cine, porque ves los rodajes que se están haciendo y piensas: «¿Por qué no me han cogido a mí para este papel?». Da igual que sea un papel para Concha Velasco, en medio del bajón te crees muy versátil.
-Tarantino, sin duda. Para mí no existe director que mejor combine diversión, complicidad, conocimiento y devoción por el cine. Pero que si me llaman los Coen o Scorsese también hago hueco.
-Pues así, entre nosotros, el claqué no termina de ser mi fuerte. Bien es cierto que ni siquiera me he apuntado a clases, pero yo veo a esos bailarines punteando contra el suelo, con esa elegancia, con esa agilidad... y pienso: «Yo creo que esto no es para mí».
-Lo más ecológico, al contenedor de orgánico.
-Por supuesto que lo llevo. En pocas palabras le diré que soy cabezota, rencoroso, egoísta e impaciente. Igual en las distancias cortas Pinochet sale ganando.
-Se ve verde. ¡Qué envidia!
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