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Volver a los orígenes para recuperar la salud

Volver a los orígenes para recuperar la salud

«Comer de forma más natural y moverse más, que también forma parte de la filosofía 'paleo', mejora tu salud sí o sí», explica Vanessa Díez, autora del libro 'Dieta Paleo Moderna'

Isaac Asenjo

Madrid

Lunes, 30 de octubre 2017

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Pueden llamarla Paleodieta, lo que comía el hombre de las cavernas, la base de la alimentación de Pedro Picapiedra, la dieta evolutiva o 'comer pan es un invento de satán'. Pero lo cierto es que más que eso, se trata de un modo de vida en el que existen varios pilares básicos: Nada de azúcar, cero alcohol, ni hablar de cereales, evitar los lácteos, las legumbres no son bienvenidas y de los aceites refinados, ni hablar. Y algo importante 'las grasas son buenas' - al menos las de origen animal y vegetal.

Y es que nadie se imagina al hombre primitivo ni comiendo macarrones a la boloñesa, ni tomando leche de soja con galletas de chocolate, ni tampoco haciéndose un sandwich de queso a media mañana. Sin embargo vivían muy sanos. No tantos años como ahora, sí, pero eso dependía no solo de la alimentación, sino también del entorno. Aunque no hace falta irse tan lejos ya que en este caso, se puede tener como referencia la comida de los abuelos. Claro que el aire fresco también puede que tenga que ver con la longevidad que se ve en los pueblos escondidos de la Península, vale, pero también existen más factores implicados en la fortaleza de su sistema inmunológico, y quizá sea la dieta. «Imagínate que te dejan ahora mismo en una isla desierta con pocas herramientas para sobrevivir, sin comida, a la intemperie y con depredadores al acecho. El paleolítico (período que duró 2,5 millones de años y que terminó con el desarrollo de la agricultura hace unos 10.000 años) debía ser un entorno bastante hostil para el ser humano. Con independencia de eso, también parece haber un error estadísticos que ha hecho que durante mucho tiempo se piense que vivían poco: había mucha mortalidad infantil, pero los que sobrevivían, lo hacían por muchos años y en condiciones de salud muy buenas. Así que si tomas la media de edad entre los fallecidos a edades tempranas y los que vivían más años, la media de edad es bastante baja», cuenta Vanessa Díez (Granada, 1981), fundadora del blog Paleo Moderna, que acaba de publicar el libro de recetas 'Dieta Paleo Moderna' (ARCOPRESS) en el que recoge sus beneficios.

El creador de la corriente paleodietética es el científico estadounidense Loren Cordain, quien sostiene que la dieta óptima es aquella para la que estamos preparados genéticamente, y defiende la necesidad de recuperar la sensibilidad a unas necesidades vitales que se han perdido en la vida moderna: Comer con hambre y beber con sed, hacer ejercicio - dejar a un lado al 'homo sedendaris' - y recuperar la líbido.

La paleodieta - en la que no se pesan alimentos ni se cuentan calorías - propone recuperar esos hábitos alimenticios de los hombres que habitaban el planeta antes de la era agrícola. Así que además de una ingesta generosa de frutas y verduras o algas comestibles, el refrán que podría llevarse en la época sería eso de 'bicho que vuela, nada o corre, a la cazuela'. «Tu relación con la comida cambiará. Tendrás más energía, te sentirás más fuerte y dormirás mejor», asegura Díez

Porque parece que cuanto más variado comemos, peor lo hacemos. O, al menos, cuesta más elergir entre los alimentos que se añaden en la cesta de la compra. Porque hay que reconocer que nadie se derrite viendo el brócoli en la estantería o pasando al lado de las espinacas. Sin embargo estos alimentos que no necesitan de tanta etiqueta proporcionan algo que no contiene ningún precocinado: Salud. «Se puede llevar una dieta muy variada únicamente consumiendo alimentos 'paleo', hay infinidad de verduras, frutas, carnes pescados, tubérculos…comer 'de todo' es la excusa perfecta para comer a diario alimentos ultraprocesados como bollería, chips o bebidas azucaradas».

Varios estudios relacionan este tipo de alimentación con mejoras en el síndrome metabólico, la resistencia a la insulina y otras patologías o dolencias derivadas de una mala alimentación por los alimentos procesados. «Comer de forma más natural y moverse más, que también forma parte de la filosofía paleo, mejora tu salud sí o sí», detalla Díez durante la entrevista. Porque el truco parece que no es comer como los cavernícolas, sino eliminar aquellos productos que han sido procesados. «El azúcar provoca que la insulina tenga que tabajar en exceso y pueda acabar atrofiándose el funcionamiento del páncreas. De la misma manera debemos eliminar comer productos con gluten, que contienen una proteína difícil de digerir y puede provocar permeabilidad intestinal y distintas reacciones inmunitarias», explica Díez.

Según fuentes, llevamos 76.000 generaciones desde la aparición del hombre, y sólo 200 generaciones que comemos como ahora, es decir, la introducción de harinas, azúcares, grasas saturadas y lácteos principalmente, por lo que nuestro organismo todavía no se ha podido adaptar a la 'nueva' alimentación. De ahí que hoy padezcamos una gran cantidad de intolerancias y alergias alimentarias así como obesidad, cefáleas, diabetes, colesterol, acné, etc. «Desde que llegaron los azúcares refinados y las grasas trans, hay mayor incidencia de enfermedades crónicas, autoinmunes y degenerativas, como diabetes, ateroesclerosis, hipotiroiditis de Hashimoto, Chron… », explica.

«En los últimos 160.000 años de evolución, nuestro código genético solo se ha modificado un 0,1 %; por tanto, nuestro genoma se ha establecido en un contexto de cazador-recolector. Sin embargo, nuestra alimentación actual no tiene nada que ver con la de antes de la llegada de la agricultura, hace 10.000 años», cuenta durante una entrevista, Carlos Pérez, fisioterapeuta, especialista en medicina natural y autor de libros como 'Paleovida' y 'Paleotraining' (Ediciones B).

«El cuerpo necesita hidratos de carbono, pero no de los refinados ni los de alta carga glucémica, sino los que contienen frutas y verduras», apunta Pérez. La pasta, el arroz, los cereales, el pan y el azúcar son todos nutrientes nuevos desde un punto de vista evolutivo y considerados carbohidratos refinados.

Y a todo esto. ¿Cuántas comidas se aconsejan realizar?. Pues fácil. Hay que comer cuando se tenga hambre y beber cuando se tenga sed. Eso sí, sin salirse de los alimentos establecidos (verduras, frutas, hortalizas, huevos, carne, pescado...).

Mitos extendidos sobre la dieta Paleo: es hiperproteica, te vas a j*der el riñón... Claro que sí, mira mi nevera lo hiperproteica que es 😘

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Afirman que comer poco y continuamente, como se aconseja en la actualidad, fatiga el intestino de manera considerable y, se apoyan diciendo que los antepasados se pasaban horas y horas sin comer moviéndose de un lado a otro buscando a su presa. «Antes no era tan fácil conseguir comida y por eso, el ser humano ha evolucionado durante millones para sobrevivir a la escasez. No estoy para nada de acuerdo con las cinco comidas al día: no hay estudios serios que digan que sea más beneficioso, ni que se acelere el metabolismo por comer cantidades pequeñas pero de forma frecuente. De hecho, hay estudios que afirman que nuestro páncreas estaría más diseñado para liberar insulina en grandes cantidades 2 o 3 veces al día, en lugar de estar todo el día trabajando», asegura Díez.

Otro punto interesante en esta forma de alimentación es el desayuno. No, no es la comida más importante del día. Lo defienden afirmando que nuestros ancestros sólo desayunaban alguna fruta que encontraban durante su trayecto diario de caza, ya que, desayunar como reyes genera que el cuerpo pida reposo tras su ingesta. «Creo que mucha gente tiende a confundir ayuno con inanición, que si no desayuna se va a desmayar camino del trabajo, pero si cubres tus necesidades nutricionales a lo largo del día, es difícil que eso suceda. Si te levantas sin hambre, ¿para qué obligarte? Y desde luego, para desayunar un bollo o unos churros, mejor ahorrártelo», advierte.

Ejemplos de comidas para un día

Desayuno 1:

Huevos revueltos con patatas cocidas o a la plancha (o tortilla de patatas).

Desayuno 2:

Ensalada de pollo con tomate y espinacas crudas, aceite de oliva y vinagre de manzana (se pueden añadir unos taquitos de bacon).

Desayuno 3:

Jamón ibérico con tomate aliñado.

Comida 1:

Estofado casero de ternera con judías verdes, zanahoria, etc…

Comida 2:

Calamar a la plancha con ajo y perejil, acompañado por verduras a la parrilla: tomate, pimiento, calabacín.

Comida 3:

Ensalada de gambas a la plancha con espárragos, aguacate y canónigos.

Cena 1:

Lomo de cerdo a la plancha con espárragos, aliñados con vinagreta de mostaza de Dijon.

Cena 2:

Tartar de salmón ahumado con taquitos de aguacate y mango.

Cena 3:

Bacalao al pil pil acompañado de verduras al vapor o la plancha.

Como siempre, no puede llover a gusto de todos. Así, esta dieta tampoco es que tenga a todo el mundo a su favor. Obvio que hay quien la critica. Algunos expertos aseguran que se trata de una dieta pensada para un contexto social de esfuerzo, no como el actual, y por tanto da un exceso de energía que no queman la mayoría de las personas de extracto urbano. Otro de los argumentos en contra es el exceso de proteína aunque esto no es exactamente así, pues se ve en este plan nutricional que se incluyen muchas verduras y frutas.

Calamar a la plancha con parrillada de verduras. #pescaitorico #whole30 #whole30españa

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