«Siempre llevo más cosas de la cuenta en la maleta. Por si acaso»
La cantante langreana Marisa Valle Roso tiene un pronóstico meteorológico para este verano: «Va a hacer como siempre, un día bueno y cuatro malos»
Marisa Valle Roso (La Felguera, 1987) es una experta en el arte de hacer el equipaje, de esas a las que no se les olvida nada porque se pasan «dos días organizándolo en la cabeza» y que para todo tiene un «por si acaso». Pero, a veces, esta mujer que lleva el arte en la garganta y que deslumbra lo mismo con una tonada que por Chavela Vargas, igual a Víctor Manuel que a Rozalén, improvisa, coge a su chico y su lanza a rodar por el mundo. ¿Su plan perfecto para este estío? «Los mejores días de verano son los que comparto con mi gente, la familia y los amigos, y, si hay buena música y buena comida, no se puede pedir más».
-Confiese: del uno al diez, ¿cuántas ganas tenía de veranín?
-Un ocho. Tenía ganas, aunque soy más del otoño y del invierno.
-¿Va a hacer bueno?
-Yo creo que como siempre: un día bueno y cuatro malos (Ríe).
-¿A qué se va a dedicar hasta septiembre?
-Tengo varios conciertos y, como hay algo más de tiempo libre, paso más horas con los amigos, hago más deporte y me dedico a mí misma. Escucho más música, compongo, versiono...
-¿Es más de ir a la yerba o más de folgar?
-No suelo tener tiempo ni para lo uno ni para lo otro (Risas).
-¿Viajes a la vista?
-Tengo unos cuantos viajes a corto plazo: Ourense, Madrid, Barcelona... Y, de paso, aprovecharé para descansar unos días por allí.
-¿Entradas para algún concierto?
-No va a pasar el verano sin que vaya a ver a Nathy Peluso.
-¿Qué es lo que no falta nunca en su equipaje?
-Nada, no falta nada. Siempre llevo más cosas de la cuenta. Por si acaso (Ríe).
-¿Chancla o chiruca?
-Chancla.
-¿Y mar o monte?
-¡Uf! No podría decidirme. ¡Disfruto mucho de las dos cosas!
-¿Es más de tostar al sol o de estar a remojo cual sirena?
-Según la temperatura del agua. Si está muy fría, prefiero quedarme al sol, la verdad.
-¿Su playa preferida?
-La de Ribadesella, porque es una de las que más disfruté de pequeña.
-¿Y sidra o cerveza?
-Siempre sidra.
-¿Tortilla o filete empanáu?
-Me gustan las dos cosas, pero me quedo con el filete y, si lleva una salsina de Cabrales como la que hace mi madre, mejor. Soy de buen comer y me gusta todo.
-¿Lo de la 'operación bikini' es un invento perverso?
-Me cuido todo el año, pero más por salud que por estética. Tenemos que querernos como somos.
-¿A qué sarao no falta?
-Llevo unos cuantos años bajando el descenso folclórico del Nalón. Este año tengo un concierto y me lo pierdo, pero de buena gana estaría allí.
-¿Y dónde no la veremos nunca?
-Comprando un CD pirata.
-¿Hay algo que no soporte de esta época?
-Las avispas.
-¿Y algo que la arrebate?
-Los atardeceres, el ambiente que hay por las calles...
-¿Cuál es el verano de su vida?
-Hay muchos buenos. Fue especial uno en el que cogimos las maletas mi chico, Pablo, y yo y prácticamente improvisamos diez días por la costa gallega, Portugal, Salamanca y León. Vivimos muchas aventuras en ese viaje y ese verano acabó cantando con Víctor Manuel en el escenario de La Ería, en Oviedo.
-¿Y el peor?
-Ahora que lo pienso, creo que no hubo ninguno malo.
-¿Algún viaje especialmente fascinante?
-Quizá uno que hice a París.
-¿Cerrará los chiringuitos o los abrirá?
-Lo que haga falta, pero en su justa medida. Eso sí, soy más de disfrutar el día y de romerías pequeñas que de grandes fiestas.
-¿Su banda sonora?
-Este verano, Rozalén, Natalia Lafourcade, Maria Arnal i Marcel Bagés, Rosalía, SES, Nacho Vegas, Luar na Lubre, Nathy Peluso....
-¿A quién le cantaría al oído en una noche de luna llena?
-A cualquiera de todas esas personas que se hacen muchos kilómetros por venir a verme a un concierto y a los que siempre están a mi lado. Al hombre lobo, mejor no, por si las moscas... (Risas).
-¿Conseguirá desconectar del móvil o ni se lo plantea?
-No lo miro mucho normalmente, así que no me cuesta nada de nada desconectar.
-Cuando fue la última vez que dijo aquello de: «No salgo más».
-Ayer, cuando salí sin paraguas y me cayó la gran tromba. Dije: «No salgo más de casa sin él» (Ríe).