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Fachada del edificio que albergó el Seminario Menor de La Bañeza, cerrado desde 1995.
«Me robaron mi infancia y mi inocencia», dice la víctima del cura apartado por abusos sexuales

«Me robaron mi infancia y mi inocencia», dice la víctima del cura apartado por abusos sexuales

El afectado llegó a escribir dos cartas al Papa Francisco para contar lo ocurrido. El obispo de Astorga pide perdón por este caso de pederastia

efe

Domingo, 29 de enero 2017, 18:32

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El obispo de Astorga (León), Juan Antonio Menéndez, ha apartado del ejercicio del sacerdocio a un cura de la diócesis y ha enviado una carta en la que pide perdón por un caso de supuestos abusos sexuales cometido a finales de la década de 1980 en el seminario menor de la localidad leonesa de La Bañeza.

Las medidas adoptadas por el Obispado se han producido después de que la víctima se dirigiera por escrito al Papa Francisco I para relatarle lo sucedido, según ha publicado hoy La Opinión-El Correo de Zamora, que ha destapado este presunto caso de pederastia, el primero reconocido por la Iglesia en Castilla y León.

El diario zamorano reproduce la misiva enviada por el obispo a la víctima en la que pide perdón por el caso de supuestos abusos que tuvo lugar hace 28 años, cuando el denunciante tenía catorce años y estudiaba interno en ese seminario. El presunto autor de los abusos, J.M.R., ejerció como párroco en Tábara (Zamora) durante 26 años, hasta que el pasado verano fue suspendido del sacerdocio, aunque se mantiene como delegado diocesano de Patrimonio de la Diócesis de Astorga.

La suspensión del ministerio sacerdotal se produjo a raíz de dos cartas enviadas por el denunciante al Papa y la posterior investigación abierta por el Obispado de Astorga, según dichas fuentes. El denunciante ha asegurado que al igual que él hubo otros menores que sufrieron los abusos y que dos de ellos llegaron incluso a denunciarlos cuando se produjeron al rector del seminario sin que se tomaran medidas.

En la mencionada carta, el obispo pide perdón al denunciante y asegura que el presunto autor de los abusos está "sinceramente arrepentido" por su "conducta moralmente inaceptable y gravemente dañina para él y para la Iglesia".

Precisa que es voluntad de la Iglesia que se repare el daño causado y que J.M.R. ha sido suspendido del oficio de párroco durante un periodo no inferior a un año y que en este tiempo tendrá un seguimiento tutelado por otro sacerdote y dedicado a tareas asistenciales a sacerdotes ancianos e impedidos. "Se muy bien que nada en este mundo podrá reparar suficientemente el daño causado", agrega el obispo de Astorga.

El denunciante escribió dos cartas al Papa Francisco en las que relató lo ocurrido después de que en noviembre de 2014 se conociera públicamente otro caso en Granada en el que intervino el Pontífice para que se investigara lo sucedido.

El denunciante ha asegurado al diario zamorano que "me robaron mi infancia, mi ilusión y mi inocencia" y que aún revive, 28 años después, las "noches de angustia y sufrimiento" que vivió en el seminario menor de La Bañeza. La Agencia Efe ha intentado sin éxito ponerse en contacto con responsables del Obispado de Astorga y con el propio cura apartado del sacerdocio, quien no ha contestado las llamadas a su teléfono móvil.

Así lo recoge La Opinión de Zamora en una entrevista en exclusiva con este exseminarista que en la actualidad sufre importantes secuelas psicológicas por las vejaciones sufridas. A mí me negaron mi futuro mientras los demás niños soñaban con el suyo.

Unos hechos aberrantes, según traslada al rotativo zamorano, constitutivos de un delito penado con cárcel. De ahí que califique de insuficientes tanto las disculpas remitidas por el obispo de Astorga como la inhabilitación de su oficio como sacerdote.

En la carta que remitió al Papa Francisco la víctima, F.L., además de los abusos sexuales también relata el encubrimiento de los hechos por parte otros sacerdotes del seminario y las represalias que sufrieron los dos hermanos al relatar los hechos al rector del Seminario Gregorio Rodríguez.

"Quiero que se nos escuche y no traten de acallar más este horror que padecimos, porque ya nos ignoraron otras veces, tapando y guardándose para que no se pusieran en entredicho sus acciones. "Ha llegado el momento de decirlo, porque lo que nos hicieron nos marcó y esos estigmas estarán ahí siempre"." relata en la carta.

Según el contenido de la carta, los gemelos y otros niños recibían por la noche la visita del profesor para ser sometido a diferentes tocamientos y vejaciones. "Cuando por fin terminaba se marchaba como había venido, en el más completo de los silencios, y tú permanecías allí, roto, lleno de miedo, llorando, intentando comprender y con la triste esperanza de que la siguiente noche, quizás, no iría a por ti".

Grito de auxilio reprimidos

Fueron meses de abusos en unas noches que se convirtieron en miedo. Tanto era el temor, que incluso llegamos a poner en la puerta del dormitorio papel higiénico, para que al abrirse quedara desplazado; así sabíamos que él había estado allí". Incluso, según continúa, uno de las víctimas cuando fue a casa un fin de semana se trajo un cuchillo que guardaba bajo su almohada".

Pero nadie hacia nada por los gemelos. Su grito de auxilio se pagaba con represalias. "Nos ignoraron dejándonos a merced de los caprichos sexuales". Años después, se lo trasladaron a sus padres, provocándoles un gran horror. Para una madre, oír que las personas a las cuales has confiado a sus hijos, sean capaces de hacer aquello, no tiene nombre" describe con amargura en su carta el exseminarista que recoge el rotativo.

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