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Domingo, 7 de octubre 2018, 17:28
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Mientras los padres del pequeño Gabriel Cruz buscaban, desesperados, alguna pista que les condujera a su paradero y todo el país seguía en vilo cada avance de la investigación, Ana Julia Quezada «se exhibió de forma pública y notoria de modo compungido y afligido» y trató de «hacer más grave el sufrimiento de los padres». Así lo recoge el auto de procesamiento que llevará a la asesina confesa del niño al banquillo de los acusados para ser juzgada por un jurado popular. Se le imputan un delito de asesinato, dos delitos contra la integridad moral de los padres del niño, Ángel Cruz y Patricia Ramírez, y otros dos delitos por lesiones psíquicas a estos.
El juez, según recoge 'El Periódico', insiste en la «sobreactuación» de Quezada, entonces pareja de Ángel Cruz, lo que, a su entender, no tenía más objeto que incrementar el dolor de los padres de Gabriel. «Les infundió ánimos manifestándoles que, con seguridad, podría haber sido secuestrado y que pedirían un rescate por su liberación», recoge el auto, que hace hincapié en el supuesto hallazgo de la camiseta del niño por parte de Ana Julia: «Le dijo al padre que, sin duda, pertenecía al menor por cuanto la había olido y olía a Gabriel».
La exposición del magistrado recoge también lo que se decía Ana Julia a sí misma en voz alta cuando trasladaba el cuerpo de niño, momento en el que fue detenida. Ya era sospechosa y se le habían puesto escuchas: «¿No quieren un pez? les voy a dar un pez por mis cojones'», decía, una palabras que demuestran su «desprecio» hacia el niño y sus padres.
El auto rechazada, no obstante, el presunto delito de secuestro o detención ilegal, ya que, dice el juez, no hay indicios de que el menor presentara oposición a marcharse con Ana Julia.
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