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El preso huido de la cárcel cántabra, en una imagen difundida por las autoridades para ayudar a su localización.

Así fue la huida frustrada de más de 4.400 kilómetros del preso de El Dueso

Guillermo Fernández Bueno, condenado por violar y asesinar a una mujer en Vitoria en 2000, no regresó a la prisión tras un permiso | Su pareja, a la que conoció en la prisión de Santander, clave para su detención

agencias

Madrid

Martes, 31 de julio 2018, 16:46

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Casi 4.500 kilómetros separan la cárcel de El Dueso, de la que salió Guillermo Fernández Bueno el 15 de julio con el plan de no regresar y, junto a su novia, clave en la huida, llegó a Senegal tras cruzar por Marruecos y Mauritania en una furgoneta. A punto de pasar a Gambia, fue detenido ayer. Es la historia de una huida planificada, no exenta de torpezas y frustrada finalmente por la Policía Nacional con la estrecha colaboración con las policías africanas, que han ayudado a seguir de cerca el trayecto del preso huido y su pareja. De hecho, seguir los pasos de la mujer ha ayudado a la detención de ambos.

Los agentes comprobaron que uno de los vínculos «más estables» que mantenía Fernández Bueno era con su pareja sentimental, con la que la que había mantenido un contacto fluido durante su estancia en prisión. Se habían conocido en la antigua prisión provincial de Santander (que se cerró en 2009), donde ella trabajaba como educadora social voluntaria, y después ella le visitó en El Dueso ya como su pareja.

Los policías detectaron que durante los días del permiso penitenciario del que Fernández Bueno nunca volvió a prisión, la mujer había salido del territorio nacional por el puesto fronterizo de Algeciras con dirección a Tánger. Después se constató su paso de Marruecos a Mauritania y, dos días después, se detectó la salida hacia Senegal.

En todos los cruces de frontera, la mujer iba acompañada de un varón que tenía unas características físicas similares a Fernández Bueno, contra el que se había emitido una orden internacional de busca y captura, pero en la mayoría de los casos, era ella la que muestra el pasaporte. Él llevaba un documento en regla, pero que no era el suyo, con la foto de un hombre muy parecido a él, y que la Policía trata de determinar si alguien se lo prestó para su huida o lo robó.

La pareja viajaba en una furgoneta blanca de grandes dimensiones propiedad de la mujer, utilizada para el negocio que tenía montado de compra venta de muebles asiáticos, fundamentalmente de India. «Sabemos el martes pasado que ella ha cruzado a Marruecos el 17 de julio, lleva seis días de ventaja con nosotros», ha relatado este martes el comisario jefe de la Brigada Central contra el Crimen Organizado, Marcos Frías. Todo hace pensar que viaja con el recluso, por lo que además de la unidad de fugitivos, se activan a los equipos conjuntos de funcionarios que están en Marruecos, a los agregados españoles en los países del entorno y las policías africanas que dan información de que la furgoneta ha atravesado la frontera de Marruecos a Mauritania.

Cárcel de El Dueso.
Cárcel de El Dueso. EFE

Un plan trazado

A falta de que la Policía senegalesa le tome declaración y sea extraditado a España en un plazo de siete a diez días, los investigadores tienen claro que ambos tenían un plan trazado de huida y sospechan que el detonante fuera la tercera solicitud de progresar a tercer grado. «Lo tenía pedido y sabía que se lo iban a denegar», asegura el comisario Frías, satisfecho por el trabajo y la colaboración policial y convencido de que Guillermo Fernández Bueno «iba a ser detenido». Lo fue ayer, en el puesto fronterizo de Karang, fronterizo con Gambia, y con menos facilidades para una rápida extradición.

El preso huido y su pareja serán trasladados hoy a la capital senegalesa, Dakar, a once horas de Karang, donde se iniciarán los trámites para su regreso a España, a prisión. Una vez aquí se intentarán esclarecer los últimos «flecos». ¿Tuvo algún compinche en prisión o en su entorno familiar? ¿Tenía algún contacto en Marruecos? ¿Cuál era su destino final?

Fernández Bueno ingresó en la prisión de Santander en el año 2001 y había cumplido ya 17 años de los 26 y medio a los que había sido condenado por violar y asesinar en una cafetería de Vitoria a una empleada de la limpieza el 14 de diciembre del año 2000. Había disfrutado de permisos penitenciarios desde 2012, pero tanto Instituciones Penitenciarias como el juez de Vigilancia Penitenciaria habían rechazado su pretensión de obtener el tercer grado. En los últimos años, el preso había seguido varios programas voluntarios de reinserción como el destinado a los agresores sexuales, otro curso de «vivir sin violencia» y uno de preparación para las salidas de permiso.

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