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Coches amontonados entre el agua y el lodo en la localidad de S'Illot, una de las más afectadas por las fuertes lluvias, abajo, a la derecha, el mallorquín Adán Heredia, rescatado L. R.

«Me cae alguna lágrima al recordar el rescate, es inevitable emocionarse»

Un guardia civil asturiano salva de un torrente de agua en Sant Llorenç a una niña de tres años, a su hermana y su tío

LAURA CASTRO

GIJÓN.

Jueves, 11 de octubre 2018, 04:38

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Empezaron a recibir avisos de la emisora alertando de las fuertes inundaciones en la localidad mallorquina de San Llorenç y la Comandancia les mandó acudir para evaluar la situación. El asturiano Sergio Mantas y su compañera en prácticas, Nora, partieron desde el cuartel de Pollença, a unos 57 kilómetros, y cuando llegaron a la zona afectada por las fuertes lluvias la imagen era «desoladora»: coches volcados y amontonados contra los edificios, torrentes corriendo por todas las calles y arrastrando cuanto encontraban a su paso, viviendas inundadas...

Mantas, natural de Ciaño (Langreo), recuerda que ya a las 19 horas, la situación era «caótica». «No teníamos manera de acceder al centro. Veíamos riadas arrastrando los coches con gente dentro y a muchas más personas atrapadas en los balcones de sus propias viviendas que nos pedían ayuda, pero no podíamos acercarnos», relató en conversación telefónica con EL COMERCIO. «Llevo nueve años destinado en esta isla y jamás viví algo tan impactante», afirmó. La gota fría siempre causa estragos, añadió, pero «nunca de esta magnitud».

El agente asturiano y su compañera bordearon el pueblo a través de las calles periféricas, donde el agua alcanzaba el metro de altura, en busca de algún acceso más seguro hacia el centro. Fue entonces cuando vieron cómo varias personas les pedían ayuda con la linterna del móvil desde el agua y en los balcones. «Entre los gritos oímos a un chico que nos decía que tenía a una niña pequeña y no dudamos en darle prioridad», cuenta Mantas. Se trataba del mallorquín Adán Heredia, su hermano y sus dos sobrinas de 15 y 3 años. Los agentes se aproximaron con el todoterreno y a través de una de las ventanillas rescataron en primer lugar a la niña más pequeña. «Acerqué mi coche a los otros que estaban volcados para apoyarnos en ellos y evitar que nos llevara la corriente. Una vez que estaban todos a salvo en el interior del vehículo, empecé a dar marcha atrás para salir de allí. Nos costó mucho que el coche cogiera tracción», explicó el asturiano.

Trasladó a los tres supervivientes al punto de control más cercano donde fueron atendidos por personal sanitario y Protección Civil. «No tengo palabras para agradecer todo lo que hizo por nosotros», aseguró Adán Heredia. «Mi hermano tiene un gimnasio y la gente no hacía más que pedirle ayuda», relató el joven mallorquín, quien intentó salir del torrente de agua que invadió la calle para poner a salvo a sus sobrinas. «Llevábamos varias horas con el agua por la cintura. Yo sujetaba a mi sobrina pequeña sobre la cabeza. La impotencia de no saber qué más hacer para salir de allí nos invadía hasta que llegaron Sergio y Nora», rememoró aún afectado Adán Heredia en una conversación con este periódico.

En medio del «caos», Heredia perdió de vista a su hermano que se quedó ayudando a la gente que estaba alrededor del gimnasio. «Estuve cinco horas sin poder hablar con él y sin saber si estaba bien», detalló con nerviosismo. «Por suerte todo se quedó en un susto, pero de no ser por Sergio y Nora habríamos muerto», añadió.

Cuestión de «humanidad»

Para Sergio Mantas, en cambio, su actuación «no es heroísmo, sino humanidad». Insistió en que «cualquiera, fuera o no guardia civil, habría hecho lo mismo en nuestra situación. Cuando hay una niña de tres años en peligro no dudas en actuar».

Tanto él como su compañera continuaron realizando labores de rescate sin descanso durante varias horas. «Nos juntamos con otros indicativos a pie de calle y formamos una cadena humana para ir sacando al resto de personas que estaban atrapadas en las viviendas y en los coches», relató el asturiano. «Logramos rescatar a unas 35, de las cuales 12 eran niños», subrayó.

Ayer todavía se emocionaba al pensar en el momento en el que encontró a Adán Heredia y a sus sobrinas. «Ya me cayó alguna lágrima esta mañana al recordarlo», reconoció Mantas, quien agradeció las palabras de elogio del joven mallorquín.

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