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Alumnos y profesores de la escuela de Rafa Nadal rinden un homenaje junto al tenista español en las instalaciones de su academia. En el recuardo, el gijonés Nacho González. AFP

«Si Nadal sale a la calle, nosotros detrás»

Un gijonés que trabaja en la academia del tenista en Manacor se vuelca en la limpieza de Sant Llorenç

L. Castro / J. M. Camarero

Viernes, 12 de octubre 2018, 04:15

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Rafa Nadal se ha convertido, sin quererlo, en símbolo de la recuperación de la localidad mallorquina de Sant Llorenç y los alumnos y profesores de su academia también. «Si Nadal sale a la calle, nosotros detrás». Este es el mensaje que asumió el gijonés Nacho González, entrenador en la escuela del tenista español desde hace año y medio. Asegura que «Rafa es uno más. Se siente muy identificado con su pueblo y con la isla y quería ayudar como el resto», explica González, quien no duda en señalar el carácter humilde del tenista. «No se siente más ni mejor por ser quien es. Esto es lo que deberían aprender los chicos», destaca.

Reconoce estar aún «muy impactado» por lo que vivió ayer como voluntario. «Está todo arrasado. No imaginas la gravedad de la situación cuando ves las imágenes, pero vivirlo en primera persona es otra cosa. Alucinas», explica en conversación telefónica con este diario.

Recuerda ver a los vecinos emocionados, especialmente, a una señora mayor que había perdido las máquinas de coser que tenía en el garaje. «Lloraba al contarnos que vio cómo el agua arrastraba su coche calle abajo y cómo inundaba la parte baja de su vivienda sin poder hacer nada. La gente lo está pasando muy mal aquí», cuenta González. Por eso, el gijonés de 24 años no duda en poner en valor la solidaridad de los voluntarios. «Esta es la parte positiva de toda esta tragedia, ver a gente volcándose para limpiar y recoger todos los escombros», remarca.

De las lluvias torrenciales que arrasaron el Levante de Mallorca el pasado martes solo queda el desastre. El sol brillaba ayer con fuerza e iluminaba aún más el caos de Sant Llorenç: destrozos incalculables, pérdidas en negocios y hogares ingentes y cada vez más desesperación por volver a la normalidad. «Cuantas más prisas tienes por regresar a la vida que teníamos, más te das cuenta de que no va a ser posible ya nunca», se lamentaba Carles mientras achicaba agua del garaje comunitario de su vivienda. Ayer, el 'día después' de la tragedia, la devastación se veía aún mayor de lo que creían en un principio. «Y lo peor siguen siendo los muertos, por supuesto, eso ya no se recupera», admitía un voluntario.

El millar de efectivos movilizados desde el martes tras la riada se repartió las tareas. La más importante, encontrar a los tres desaparecidos. Al pequeño de 5 años se le unió el miércoles un matrimonio de origen alemán, Petra y Mike Kircher, de 63 y 61 años, residente en la isla. De madrugada, los agentes encontraron un coche con dos móviles, así como todo tipo de enseres personales. Pero ni rastro de sus ocupantes.

Los trabajos de rescate se apartaron poco a poco del pueblo y se centraron en la desembocadura del torrente que arrasó con todo lo que encontraba a su paso, en la Cala S'Illot, a unos diez kilómetros de distancia de la tragedia. Las esperanzas de encontrarles cerca de la localidad se desvanecían a medida que pasaban las horas. Poco después del mediodía los equipos recuperaban cerca de la zona de Artá los cuerpos del matrimonio.

Los esfuerzos se centraron en encontrar al pequeño. La fuerza con la que la lengua de agua, lodo, vegetación, coches y todo tipo de enseres arrasó el pueblo el martes por la noche en apenas dos horas hace pensar a los efectivos de la Guardia Civil y la UME que podrían encontrar al niño cerca del mar, al haber sido arrastrado por la corriente. Para ello cuentan con especialistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), aunque la tarea no es fácil porque «la visión es muy mala, hay mucho fango y tierra, es lento y técnico», según explicó el portavoz del instituto armado en la isla, Francisco Molina.

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