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Ana Vega Perdió a sus dos tíos

«Un suicidio marca a toda la familia de distintas formas»

«Mi tío avisó en la fábrica antes de hacerlo: 'Yo esta Nochebuena pásola con la mi muyer'»

A. V.

OVIEDO.

Viernes, 10 de septiembre 2021, 01:24

Ana Vega perdió a su tía «con nombre de continente», su preferida, América, cuando era solo una niña. Y, poco después, a su tío, Manolo, que «avisó en la fábrica en la que trabajaba antes de hacerlo: 'Yo esta Nochebuena pásola con la mi muyer'».

«Eran las personas más buenas, más generosas y más nobles de la familia, y todos sus miembros, de una forma u otra, quedamos marcados por sus suicidios. Hay familias que se unen, las menos, y muchas que se separan, porque la culpa siempre sobrevuela, aunque la culpa no sea de nadie y, al mismo tiempo, sea de toda la sociedad. Mi madre, por ejemplo, soñó durante mucho tiempo que América, su hermana, volvía y nunca más se habló de esto», relata esta escritora que a menudo piensa que todos serían un poco mejores si ellos siguiesen vivos. Pero la realidad es que Ana Vega -el seudónimo con el que escribe- empezó a sufrir pronto. Muy pronto.

«Yo empecé con las autolesiones a los doce o trece años. Hasta hoy, que tengo 44», cuenta esta mujer con marcas recientes de cuchillas en las piernas que «no son una llamada de atención aunque pocos lo entiendan, sino una forma de enfrentar el dolor emocional». Y, tras las autolesiones, llegaron los ataques de pánico, sin que sus padres, que «apenas saben leer ni escribir», tuviesen recursos ni medios para afrontar aquello. «Me llevaron a un psiquiatra que me dio un montón de pastillas y fui tirado como pude hasta que un día, saliendo de casa para ir a la selectividad, porque era muy buena estudiante, empecé a vomitar y ya no paré en los siguientes diez años. Una agorafobia que se fue agravando y que me hacía vomitar cada vez que me asomaba a la ventana, que sonaba el timbre... Ayer mismo estuve a punto a terminar con todo, pero pensé: 'No le puedo hacer esto a mi padre'».

Ana defiende que «el sistema sanitario, que convierte a los enfermos en zombies», como una vez le reconoció su propio psiquiatra, y «no les da alternativas como las casas de reposo que existen en otros países», le ha fallado. A ella, a América, a Manolo...

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