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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 19 de agosto 2018, 04:45
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El Padre Ángel García (Mieres, 1937) no tiene ni idea de cuántos sellos hay en su pasaporte. Es un viajero que no mira más allá de las barriadas y que no repara en la belleza de las catedrales, pero es un hombre de carne y hueso que quiere querer, que adora el arroz con leche, que confiesa que ha pecado y se ha arrepentido y ha tenido amores platónicos.
-Se goza más que se peca: la gente está con la familia, con los amigos.
-He pecado en verano y en invierno.
-Muchos, el que no se arrepiente es que no reconoce que somos frágiles. Llevamos en la naturaleza no ser perfectos.
-Tenían una doble vertiente: el luto, la tristeza, la inseguridad, el miedo, y el testimonio precioso de solidaridad de la cuenca minera. Se unían fuerzas, estaba la familia, la gente daba la cara. Y luego, pese pasar hambre y necesidades, siempre estaba la alegría de los niños que éramos felices con una pelota de trapo.
-Las del Padrún, la Rebollada, las procesiones, la empanada, la tortilla, la misa, la merienda...
-La Virgen de Covadonga. Y la Virgen de la Rebollada, la Magdalena, que le tengo una devoción especial. Este año pienso ir el 31 de agosto a Covadonga con todos los 'sin techo' a ganarnos el Jubileo. Iremos un par de autobuses. Con todos los que duermen en las parroquia de San Antón intentamos hacer un día de excursión, porque también ellos saben ir a las playas y veranear.
-Ya vino su padre. Que sea bienvenida a Asturias.
-A todos se nos va la mano en beber, comer y llegar tarde a casa, en enganchar alguna novia.... Todo eso que es propio de los jóvenes. No hay que olvidar que los curas somos hombres y las monjas, mujeres.
-No tuve mucho tiempo. Entré con 12 años en el seminario y hasta los 24 íbamos y veníamos, claro que nos gustaban las chicas, pero nada más.
-Todos hemos tenido, como Marisol. Pero en el seminario casi nos formaban a que no debíamos enamorarnos; se equivocaban, hoy yo no lo diría. Hay que querer y dejarse querer. Pero entonces te decían aquello de «no vaya a ser que venga una pelandrusca y te quite la vocación».
-No sé si gracias a Dios o por desgracia, pero no. En aquellos años estábamos ya con una sotana con 12 años, nos pintaba una vida distinta, hoy los sacerdotes salen más hechos.
-Nunca. Yo volvería a ser cura, es la profesión más preciosa. Puedes hacer todo el bien que se te ocurra.
-Sí, como se acostumbra uno a la lluvia y la niebla. En Madrid hay mucho calor, pero hay muchos árboles y sitios frescos. En San Antón hay sombra y me cobijo.
-Sí, lo necesisto, pero no es imprescindible, hay infiernos peores que el calor de Madrid.
-Los países donde hay tanta inseguridad y pobreza, como Nicaragua.
-No, pero muchos. En todos los países en que ha habido dificultades, terremotos o guerras, he estado. A veces no sé ni de dónde vengo ni adónde voy. Pero no voy anotando lo que he visto. He estado en muchos países, pero no los conozco casi. No tengo tiempo, yo suelo estar en las barriadas, así que no hago colección de fotos de catedrales y de museos.
-Ya era hora, sí. Algunos veíamos que era una barbaridad. Pablo VI, al que yo conocí, sufrió tanto con las penas de muerte de Franco, ya estaba en contra y lo decía públicamente, pero tuvo que venir el Papa Francisco. Y pensar que algunos se han rasgado las vestiduras. Bendito sea este Papa.
-Va a los principios, debe volver a los raíces, a ese Jesús, a ese Cristo que perdonaba a los pecadores, que daba de comer, que consolaba, que lloraba. Esta Iglesia que a veces criticamos tiene defectos, pero también ha sido pionera en obras sociales, atendiendo a los leprosos, a enfermos de sida, ébola, a los refugiados. Pero quede claro que el bien es patrimonio de todos, también de los que no creen en Dios.
-Siempre me preguntan por los obispos, y no tengo nada en contra, me han defendido y eso que a veces les he causado problemas. Estoy agradecido. Vivo gracias a ellos.
-¿Por qué no la voy a imaginar?
-Tendrán sus razones. Si la Iglesia y el Papa dicen que todavía no es hora, habrá que esperar. Pero claro que llegará. El problema de la Iglesia no es que los sacerdotes se casen o que las mujeres puedan ser curas, sino que seamos fieles al mandato de Jesús y estemos con los más necesitados.
-Hace falta. Pero es que además yo creo que ha llegado. La abadesa de Oviedo manda más que el obispo y los curas. Las religiosas y las abadesas son plena autoridad. Y si Santa Teresa no fue una revolucionaria que venga Dios y lo vea.
-Hay que acoger, es muy triste lo que está pasando. Europa no pone arreglo, se reúnen para ver quién es el que menos emigrantes lleva a su país, esto tiene que explotar.
-No me preocupa. Estoy donde debo estar, donde quiero estar, con los que pueden ayudar y con los que pueden ser ayudados. Decía Cantinflas: «Yo no quiero que se acaben los ricos, quiero que se acaben los pobres».
-No me suelo quedar ni a las comidas ni a los bailes. Después de la misa siempre me voy, alguna anécdota simpática sí que tengo, pero los secretos hay que guardarlos.
-Es asturiana, y los asturianos nos llevamos todos muy bien. La conocía mucho antes de ser Princesa y Reina. Yo si hiciera tarjetas de visita diría que soy amigo de la abuela de la Reina.
-Si me lo piden y puedo, claro que les caso. Soy amigo suyo, pero nunca me han dicho nada. Sí les he dicho que vengan por la iglesia de San Antón, cualquier día lo harán.
-Espero ser amigo de todo el mundo. No tengo ningún motivo para no querer. Lo decía mi madre: lo más importante es querer a la gente. Yo quiero seguir queriendo.
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