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Vicente Díaz, a lomos de uno de los asturcones de La Escandalera con la brida de su guitarra. MARIO ROJAS
«¿Voy morrer sin comer oricios?»

«¿Voy morrer sin comer oricios?»

El cantante Vicente Díaz, el 'llenapraos' de la música asturiana, es un hombre de preguntas: «¿Tú crees que ye normal tener que cercar una romería para que no entren los del botellón?»

AZAHARA VILLACORTA

OVIEDO.

Domingo, 22 de julio 2018, 03:58

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No da dos pasos y un espontáneo le suelta: ¡Vicenteee, yes lo mejor de Asturias!». Vicente es Vicente Díaz, nacido en Soto del Barco, afincado en el valle de Naveces, Castrillón, y «hecho un cañón» en el año que cumple los 70. Con cuatro hijos y más de 250 canciones grabadas, el gran 'llenapraos' de las romerías asturianas, el señor de la música ligera, cuenta que ha tenido «una vida muy trabayada»: «Yo trabajaba en dos sitios, en Ensidesa y cantando. Trasnoché mucho, pero ahora me gusta ir pa' la camina temprano», bromea.

-Está jubilado de Ensidesa. ¿Y de la canción?

-Estoy semirretiráu, porque sigo haciendo cosucas por ahí. Lo dejé por cosas como que, viniendo de Cangas del Narcea, me dormí y pegué con la furgoneta contra un quitamiedos. Si no es el quitamiedos, sabe Dios dónde estaría. Y, luego, cantar se ve muy guapo, pero ye fastidiao. Hay que pelear con mucha gente... Así que, al final, dije: «Voy dejalo». Antes, tenía que ir pa la cama pensando: «¿Acordareme de aquella canción?». Y ahora hago lo que me da la gana y eso ye muy grande: voy de monte, a pescar, a clase de guitarra... y siego. Que, con lo que llueve, no termino por un lau y tengo que empezar por otru (Ríe).

-¿Y qué pesca?

-Normalmente, voy al sargo. Busco sitios... Todos los pescadores tienen sus secretos.

-¿Álvarez-Cascos también?

-(Ríe) No. A Cascos ya le ponen el salmón allí pa que lo coja. Bueno, a lo mejor, ahora ya no tanto.

-¿Qué me dice de esta Asturies?

-Asturias ye muy guapa y va siempre pa lante. El problema ye el de siempre: ahora ya no puedes ir a la playa y coger un poquitín de ocle ni un oriciu, con lo que a mí me gustaben... ¿Voy morrer sin comer oricios? Como alguno crudo, escondido detrás de una peña, eso sí.

-¿Y el autor de 'Qué tien esta sidrina' controla del caldo regional?

-Tengo cien manzanos y uno de los mejores llagares de Asturias. La gente dizme que no la hago yo de lo bien que me sal. Que la compro. Hago mil botelles al añu y ya bebí doscientes. Todos los días bebo un par de elles: una pa' comer y otra pa cenar.

-¿Y qué le sale en los análisis?

-Los hice el otro día y, en ácido úrico, estoy al límite (Ríe).

-¿Algún otro vicio confesable?

-Antes fumaba alguna 'faria' y, cuando empecé a cantar en serio, dije: «O fumo o canto». Así que fuera. Eso sí: cuando iba a cantar, llevaba la botella de Chivas y el vaso de sidra. Echaba un poco de Chivas y bastante agua. Pero hubo un momento en que tuve que dejarlo porque ya bajaba media botella. Entonces, cambié a La Guita, una manzanilla muy buena que beben los cantaores. También bajaba que no veas (Risas).

-Las fiestas también cambiaron...

-Hay un problema de la leche. ¿Tú crees que ye normal que tengan que cercar una romería para que no entren los del botellón? Cuando yo iba a cantar, no veías la barra de los vasos de tubo que había encima. Y luego está la Seguridad Social, Hacienda, que se está metiendo... Ahora las comisiones de festejos lo tienen muchísimo más difícil que antes.

-¿Ligó mucho?

-Sí (Risas).

-¿Perres?

-Gané perruques, pero ahora toi viviendo de la pensión. Lo único fue que compré una finca, hice una casuca y punto. Aquí en Asturias vivir de la música ye muy difícil. Porque, además, no te pagan lo que tú vales. Vien cualquiera de fuera y le pagan el doble y, a lo mejor, lleva la mitad de gente al prau que tú.

-¿Le preocupan las pensiones?

-A veces, comento: «No escarbar mucho, que, a lo mejor, en vez de darnos, nos van a quitar» (Ríe). Cada vez que veo la carta con la subida del 0,25%, me dan ganas de hacer una carta a mí y mandarlos a hacer puñetas. Es reírse de uno.

-¿En la intimidad canta?

-Cuando voy a comer con los amiguetes, con los jubilatas como digo yo, cantamos algo. Eso sí: de la empresa no nos acordamos pa nada.

-¿Qué hacía allí?

-Entré en baterías de cok. Lo que pasa es que revolví todo lo que pude pa salir, porque eren malísimes pa la garganta: había mucho fumo. Entonces, conseguí salir y fui a mantenimiento de ordenadores.

-Tras casi treinta años en la empresa, ¿cómo ve Arcelor?

-Veo noticias que no son muy buenas. Que si recorta por ahí, que si por allí... A mí, el indio nunca me gustó. Ya cuando entró, pensé: «Esto no ye nada bueno». Porque esti tien muches perres y poco le importa agarrar la empresa y llevarla pa Hong Kong o pa otru país asiáticu, que hay mano de obra muy barata.

-¿Tiene confianza en que la cosa mejore con el nuevo Gobierno?

-Qué va. Tampoco me gusta. La verdad es que ya sabemos lo que tenía alrededor Mariano, pero no había alternativa ninguna. Estaba mejor Mariano que lo que se armó ahora. Esto no va a parar en nada bueno.

-Sobre Podemos ni pregunto.

-Yo, de la que entraron, los voté, pero quedé desancantáu a los cuatro días, cuando el coletas empezó a pedir poder antes de tiempu. Fue muy egoísta con el segundu. Dije: «Ya no te voto más, tío. Tas jodido».

-¿Habrá que encomendarse entonces a la Santina?

-Sí. Siempre fui muy seguidor suyo. La tengo en casa y en el coche también. Pero ya-y pedía más que-y pido.

-¿Le quedan sueños por cumplir?

-Tengo pendiente una cosa. Las paredes de mi casa están llenas de cosas, trofeos, placas, un sombrero mexicano, maracas... de toda una vida. Meca, ¿tú sabes lo que hay que limpiar allí? Y, por fin, logré lo que yo quería: llevalo todo pa un sitiu. Van a hacer unas estanterías como Dios manda en la Casa de la Cultura de Soto del Barco y eso pa mí es la hostia. ¿Porque sabes qué pasa? Que, el día que palme, los fíos van a coger algo cada uno y lo otro va pa un sacu. Ahora, con esto, quietos paraos.

-¿Cree que volveremos a vernos después del jucio final en cualquier fiesta de prao?

-No. ¿Vino algunu? Así que aprovecha ahora. Que, en cuanto te metan en el furacu, adiós.

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