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Las víctimas de violencia machista tardan casi 9 años en contar su drama

El miedo a la reacción del agresor, la edad y las cargas familiares, y la dependencia económica son las razones principales de su silencio

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Lunes, 13 de mayo 2019, 12:23

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Los datos oficiales dejan claro que la violencia de género es una lacra en España. Dieciocho asesinadas en los primeros meses de este año y 158.000 mujeres víctimas de vejaciones y ataques de toda clase a manos de sus parejas o exparejas a lo largo de 2018. Sin embargo, todos los expertos coinciden en que esas cifras, pese a su dramatismo, no son más que la punta del iceberg, pues calculan que las denuncias no suelen llegar ni al 25% de los casos reales. Un estudio acaba de ofrecer un dato que confirma que la parte aún invisible de la violencia de género en España es enorme. Las españolas que sufren esta lacra tardan una media de 104 meses, ocho años y ocho meses, en contar su drama y pedir ayuda, bien sea a los servicios de apoyo municipales o autonómicos o a la policía y la justicia a través de una denuncia.

Este dato revelador es la principal conclusión de la encuesta realizada a 1.200 víctimas de ataques machistas que acudieron entre noviembre de 2017 y marzo de 2018 a las oficinas de apoyo existentes en todas las autonomías. Pretendía determinar cuánto tiempo habían necesitado para dar el paso de «verbalizar su situación» desde los primeros episodios de violencia y los motivos por los que habían tardado tanto en hacerlo. El estudio, promovido y coordinado por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, fue realizado por la Fundación Igual a Igual.

Las respuestas de las víctimas dibujan una serie de factores muy diversos para su prolongado silencio. Entre ellos destacan frenos psicológicos, como el miedo al agresor o la normalización de la violencia, o la dependencia económica del atacante. Pero también, y con peso muy importante, factores personales y familiares.

La edad es clave. Cuanto más joven es la mujer menos tarda en tratar de salir de su infierno. Hasta el extremo de que las de 18 a 25 años denunciaron a su agresor dos años y diez meses después de la primera violencia y las de más de 65 años lo hicieron pasados 26 años y 3 meses.

Otro freno evidente son los hijos. Las que no los tienen no aguantan la situación más de tres años y medio. Las víctimas que tienen tres o más niños no dan el paso de media hasta los doce años de sufrimiento. Prácticamente igual retraso se observa en quienes están casadas con el agresor y, por contra, la petición de ayuda es más rápida si no hay convivencia. De hecho, compartir la propiedad de la vivienda es un gran lastre para la decisión de la víctima. Si pagan una hipoteca la denuncia no llega de media hasta los 14 años y un mes y si ya es una propiedad común, hasta los 20 años.

Otros dos elementos personales y familiares contribuyen mucho a que se prolongue el silencio de la violencia. Las mujeres con discapacidad física y psíquica tardan casi el doble, 14 años y medio, y las que han vivido en ambientes previos de violencia de género les cuesta identificarse como víctimas y tardan en pedir ayuda casi 11 años.

El estudio deja clara la necesidad de aumentar las ayudas sociales y económicas a la víctimas, denuncien o no, para que puedan alejarse de su agresor. Para el 28% la falta de ingresos les pone muy difícil dar el paso y las que más tardan son la que dependen económicamente del violento. Pero también exige más compañas informativas, pues el 21% no sabe dónde dirigirse a pedir ayuda y el 19% tiene miedo al proceso judicial.

Factor psicológico

El factor psicológico que paralizó a la mitad de las encuestadas y que más retraso provocó fue el miedo a las represalidas del agresor, pero seguido de cerca (45%) por quien creía que el problema era algo privado y que podía arreglarlo sola. El sentimiento de vergüenza y de culpa frenó al 28% y el 32%, y al 13% pensar que no la iban a creer.

A la gran mayoría de las víctimas del estudio le costó una eternidad y muchos sufrimientos decidirse a pedir ayuda, pero al final las 1.200 lo hicieron cuando ya no pudieron más. El 54% dio el paso por la gravedad del daño psicológico que padecía y al 41% porque la última agresión física sufrida fue insoportable.

El 27% hizo hincapié en que para tomar la decisión fue decisivo el apoyo de una persona de su entorno y el 30% denunció cuando creyó que sus hijos empezaban a ser conscientes de la violencia. Al 21% le decidió la intervención de la policía.

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