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Llegó en silencio a Gijón. No hizo ruido ni el día de su presentación. Asier Garitano es un entrenador poco común en el fútbol actual. ... Lejos de grandes titulares o experimentos sobre el terreno de juego con las alineaciones, el técnico ha pegado un revolcón al Sporting en un tiempo récord. Hace dos semanas, el club estaba con el agua al cuello antes de visitar al Eldense, con la opción de caer a puestos de descenso en caso de una derrota. Con sendos triunfos en la buchaca y la derrota de ayer del Eldense, los rojiblancos acumulan ocho puntos sobre la zona peligrosa. Vuelve la tranquilidad.
Garitano se definió a sí mismo como «una persona normal y cercana». No mintió. Así lo ha demostrado desde que aterrizó en el banquillo rojiblanco. Y su carácter es una de las claves de la resurrección del equipo. Muchos jugadores han destacado la comunicación como esencial para volver a recuperar la sonrisa.
Desde el primer día, el técnico vasco subrayó que tenía muy claros los pasos a seguir para sacar adelante una situación muy delicada. Sus principales argumentos son el orden sobre el césped y un punto de psicología para elegir bien el camino hacia el desbloqueo del vestuario.
En apenas diez días el Sporting ha sufrido una metamorfosis. Atrás quedan aquellos partidos en los que el equipo podía desdibujarse en cualquier momento, sufría defensivamente, cometía errores groseros, no acertaba en el ataque y los resultados se resentian. A día de hoy, el equipo es otro.
Aunque parezca mentira son los mismos jugadores que solo lograron ganar un encuentro en 19 jornadas. Se dice pronto. Pero Asier Garitano ha conseguido aumentar el rendimiento de cada uno de ellos. ¿Su secreto? Simplificar los conceptos de cada uno de sus futbolistas en el campo, intentar perder el orden el menos tiempo posible durante el partido y liberar las mentes de los protagonistas.
La primera variante que introdujo el nuevo cuerpo técnico fue modificar el dibujo táctico para encarar las ocho jornadas que quedaban de competición. Todo muy claro y conciso. Una línea de cuatro defensas, dos centrocampistas, tres hombres por delante de los mediocentros y un delantero.
Por lo visto en estas dos primeras jornadas de Garitano, el sistema no varía en función de si el Sporting juega en casa o lo hace a domicilio. Cierto es que en El Molinón los laterales tuvieron más presencia ofensiva con respecto al choque ante el Eldense en Elda. En aquella ocasión Garitano apostó por ser algo más conservador. Un matiz que podría repetirse el próximo viernes en Cádiz.
Olaetxea sigue siendo el ancla del equipo en la medular, pero ahora ni se incrusta entre los centrales ni varía su demarcación en función de quién tiene el balón. Así lo hacía con Albés en el banquillo. Ahora actúa como centrocampista junto a Nacho Méndez. Dos pivotes al uso con más radio de acción para el luanquín a la hora de intentar conectar con los hombres de ataque. El resto del trabajo lo hacen prácticamente en paralelo.
Uno de los cambios más llamativo es el de Dubasin. Al rojiblanco le han cortado las alas. Ahora no es el futbolista que aparecía en cualquier lado del campo. Garitano no lo quiere quemar tanto y lo 'enjaula' en la banda derecha. Quiere que aparezca menos, pero cuando lo haga sea más determinante que antes.
Lo mismo sucede con Otero y Gelabert. Ambos tienen claro su plan de ruta. Dosificar sus apariciones para marcar las diferencias. Tiene su lógica. Garitano ha bajado las pulsaciones. El técnico ha hecho ver a sus futbolistas que es preferible jugar con cabeza antes que solo con el corazón. La tranquilidad que ha traído el preparador a Gijón, a Mareo y al Sporting también es capital para el resurgir del equipo.
Además, el técnico ha logrado subir el nivel en menos de dos semanas. Diego Sánchez rinde en el lateral izquierdo, Kevin Vázquez es titular en el costado diestro y no sufre como sufría antes, Yáñez vuelve a ser el salvador del equipo, Gelabert ha encontrado el camino del gol y Otero es una referencia de garantías.
El único debe de sus dos primeras jornadas como entrenador del Sporting es que ha sido incapaz de mantener la portería a cero. Un objetivo que ante el Mirandés estuvo cerca de producirse, pero Panichelli marcó el gol de la honra para su equipo en el tiempo añadido. Un tanto merecido por el buen papel de los hombres de Lisci en El Molinón.
Asier Garitano ha devuelto la sonrisa al Sporting y al sportinguismo. Aún es pronto para cantar victoria y dar por cerrada la permanencia del equipo en Segunda División, pero el futuro se ve de otra manera. No cabe duda de que el equipo necesitaba un cambio. La permuta de entrenador funciona y parece que empieza a convencer a la afición rojiblanca. Los números avalan al nuevo técnico.
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