La permanencia del Sporting de Gijón se pone a tiro en Castalia

Un paso de gigante, amenazado por un rival que vive de la sobreexcitación y del fútbol con la corneta en la boca. Un Castellón que obliga al Sporting de Gijón de Asier Garitano, que ayer ya durmió cerca de Castalia, a ofrecer una imagen diferente a la de Cádiz, en su segundo desplazamiento consecutivo de este final de la temporada, justo antes de regresar a El Molinón para enfrentarse al Deportivo de La Coruña.

Utilizar el atajo para la salvación permitiría al Sporting espantar los fantasmas de una mala temporada, en el tercer proyecto gestionado por el Grupo Orlegi, y sumergirse ya en el volantazo que demanda un proyecto que se ha demostrado fallido tal y como está concebido, con muchos debates abiertos en torno a la falta de acople entre la exigencia del fútbol español y el «proceso» del grupo propietario del Sporting.

Sin muchas opciones de retocar el centro del campo con la baja de Gelabert, Garitano valora recuperar el trivote, dando bola a Nacho Méndez, tras su descanso en Cádiz, compinchado con Nacho Martín y Lander Olaetxea. Un equipo más boscoso por dentro, forrado atrás con la vuelta de Diego Sánchez al lateral, descabalgando a Cote si se confirma el movimiento, y la más que posible continuidad de Kevin, situado por delante de Guille Rosas en el orden de prioridades del preparador vasco.

Al autocar se subieron precisamente el canterano, baja en Cádiz por lesión, y también Gaspar, quien jugó su último partido hace ya algo más de un mes y medio en la visita a Córdoba. Con un once definido, salvo ajustes, el entrenador del Sporting busca una victoria que sería crucial para liquidar la permanencia, pero con ese paso al frente del equipo, vulgarizado en Cádiz por una imagen rácana y apocada.

Garitano ha priorizado atornillar a su equipo en defensa. De ahí algunas de sus decisiones, como las relativas al lateral, pero el Sporting, al menos en el último encuentro, apenas tuvo vuelo en ataque. Hoy lo necesita frente a un rival atípico para la tradición de Segunda y desacomplejado, uno de los mayores goleadores de la categoría. Abrazado a la escuela neerlandesa, primero con Dirk Schreuder, destituido tras encadenar cuatro derrotas consecutivas. Y ahora con Johan Plat, que ejercía de segundo hasta enero.

El actual entrenador no ha logrado corregir el rumbo de su mentor, conservando esa esencia vertiginosa y ultraofensiva, sumada a un gran despliegue ofensivo. Seguramente, el equipo más exuberante de la categoría y, en muchos momentos, la gran revelación, sobre todo en el arranque de la campaña.

Pero su recreación de ese 'fútbol total' ha ido perdiendo chicha con el paso de las jornadas, con un tránsito irregular. El Castellón de Plat ha enganchado solo cuatro victorias en catorce partidos, pero, aunque está un punto por debajo del Sporting, es un equipo muy peligroso en su mayor punto de inspiración. En su último partido en Castalia, a donde regresa Garitano, goleó al Almería (4-1), al que ha hecho nueve tantos esta temporada. También, eso sí, muy vulnerable en defensa.

«Jugaremos al ataque y trataremos de marcar el máximo número de goles posible. No importa el rival ni el resultado. Podemos ajustar ciertas cosas, pero la filosofía se va a mantener», prometió el entrenador neerlandés en su presentación, alargador de esa contracultural filosofía que predica el dueño del club, Bob Voulgaris, un cerebro de las apuestas deportivas y el póquer, convencido de que en la buena aplicación de los datos recogidos y los análisis para mejorar el rendimiento está la receta del éxito en el fútbol. Pero, a fin de cuentas, un oponente tan necesitado como el Sporting.