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'Pintorio', en el centro de la imagen, jugando al parchís con más aficionados.

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'Pintorio', en el centro de la imagen, jugando al parchís con más aficionados. PALOMA UCHA

Diecinueve horas a la cola

Medio centenar de abonados pasan la noche en El Molinón a la espera de una de las entradas que el Sporting saca hoy a la venta para el derbi

J. BARRIO

GIJÓN.

Martes, 13 de noviembre 2018, 06:54

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«Esto pinta mal, pero espero que este pequeño esfuerzo que estamos haciendo tenga su recompensa y el Sporting gane el sábado en el Tartiere». Al habla José Antonio, 'Pintorio', un gijonés. Jubilado, de 71 años, animoso y residente en Moreda. El primero de la fila. «Con permiso de un chaval que llegó antes, pero me dejó el sitio», precisa en honor a la verdad. Son las 22.30 horas de la noche. La temperatura en Gijón cae hasta los nueve grados en el exterior, a los pies de El Molinón. Lleva desde las tres de la tarde de ayer aguardando con paciencia a que, esta mañana, se abran las taquillas de El Molinón. No es el único.

Habrá medio centenar de personas a la cola, esperando por las algo menos de 1.200 entradas que el Sporting comenzará a despachar hoy a las 10 horas, cuando abrirá la persiana exclusivamente para abonados. Volarán. «Creo que ya entregaron unas 150 a la grada Joven; saldrán unas mil», intuye un aficionado. «Aquí estamos pasando las horas jugando al parchís. Hemos ido a comprar algo de comida al Alimerka, a buscar algo de ropa de abrigo, porque hace frío», enumera 'Pintorio'. En total, todos ellos, más los que se sumen, pasarán un total de diecinueve horas a la intemperie, haciendo cola. Durmiendo al raso.

El Sporting comenzará a despachar las localidades a primera hora, con un precio único de 25 euros. Serán nominativas. Hay un máximo estipulado de una por abono, con un límite de dos carnés por persona, siempre que se acredite quién será la persona que hará uso de esa entrada. «Serán los titulares del abono las personas que irán identificadas como asistentes al partido. Reiteramos la importancia del carácter nominativo de las entradas, ya que si el nombre del asistente no coincide con el de su entrada, no se podrá acceder al estadio», avisa el club. A los abonados se les entregará, en el momento de la compra, un resguardo para el traslado en los autocares que fletará el sábado el Sporting para el desplazamiento de su afición.

«No veo bien al equipo. No sabemos a qué juega, sin extremos. No entiendo cómo Álvaro Jiménez estuvo el otro día en la grada y Traver en el banquillo. Pienso que puede ser positivo un cambio, pero tampoco el entrenador tiene toda la culpa. Esto debería ser una cuestión compartida», interviene de nuevo 'Pintorio', recordando, eso sí, que «nosotros damos pena, pero el Oviedo está horrible. Creo que tenemos opciones de ganar, aunque sea por el momento en el que están ellos, pero todo puede ser posible en el fútbol».

Cubiletes, pipas y radio

El sonido de los cubiletes del parchís, las pipas, la radio o alguna película cargada en la tablet sirven para matar el tiempo de espera. «Estamos pasando el tiempo con cerveza y un pincho de chorizo que estoy comiendo. Estoy esperando con unos amigos y luego vendrá alguno más», explica Arturo Campillo, de 25 años, natural de Gijón. Aunque, comenta entre risas, «trabajo de barrendero en Oviedo». Las cosas del derbi. A la cola se unió una hora y media después de la llegada de 'Pintorio'. «Al equipo lo veo mal, pero creo que vamos a ganar en el minuto 90+2 con un penalti injusto y que, además, lo va a marcar Pablo Pérez», dice con guasa.

Avanza la noche y ya se ve hasta un 'iglú' en la serpeante hilera nocturna que flanquea El Molinón. Abundan las mesas de playa, las sillas plegables de colores y las mantas. Muchas de ellas, claro está, en rojiblanco y con el escudo del equipo. «Confío en que ganemos, a pesar del momento en el que está el Sporting, y espero que las aguas vuelvan a su cauce, y el domingo y el lunes todos nos levantemos de mejor humor», insiste el primer abonado en la fila. La espera se prolonga a la madrugada. No se escucha ni un alma en los alrededores. La soledad del que madruga.

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