La familia de Nico Riestra, la última perla del Sporting de Gijón: «No es Lamine Yamal. Los pies, en el suelo»
La familia de Nico Riestra, estudiante de Ingeniería Mecánica y que tiene su prioridad en los estudios, «orgullosa» de su debut con el Sporting
«Justo ahí, delante de la muralla romana», señala José Riestra, en pleno corazón de Cimadevilla. «Todos los veranos Nico Riestra, su hermano y cuatro o cinco guajes jugaban ahí al fútbol. Algún vasu de sidra de las terrazas nos rompieron», rememora con humor el padre del 'benjamín' del Sporting en el once titular de la Copa. A sus 18 tiernos años, Nico dio el miércoles un salto durante noventa minutos desde el División de Honor juvenil al primer equipo. Un acontecimiento agrandado por su buena actuación, descarado, callejero y vertical. Incluso tuvo la oportunidad de marcar en una 'picadita' con la que intentó superar al portero del Caudal en el tramo final.
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Contra el ruido y los halagos por el estreno de Nico Riesta, en casa echan el freno. La mentalidad obrera de una familia que puso en marcha la Sidrería Casa Fede hace casi treinta años. Piano, piano. «No es Lamine Yamal para darle repercusión. Los pies en el suelo, que no ha hecho nada, y poco a poco», avisan ya desde el inicio. «Orgullosos», por supuesto, del debut del canterano, pero con las prioridades bien definidas. Ayer por la tarde, de hecho, veinticuatro horas después de su estreno, el extremo gijonés se metía en un aula para hacer un examen pendiente de una asignatura del primer curso de Ingeniería Mecánica. Los estudios son prioridad. «No vemos una garantía en el fútbol», subrayan sus familiares. En esa línea, Borja Jiménez, que se confesó «contento» por el debut del chico, quiso extender el miércoles una opinión generosa a todos los canteranos, no solo él, aunque terminó reconociendo que «Nico tene situaciones de uno contra uno buenas y sus primeras acciones suelen ser hacia adelante».
Lo del miércoles, sin embargo, fue inesperado. En la grada estaban los padres del futbolista, José y Yoli, su hermano, Gonzalo, su tío, sus primos… Y, por supuesto, su orgulloso abuelo Federico, que jugó en el filial del Sporting y estuvo muy cerca del primer equipo. Uno de sus primos, Pablo Coalla, también juega en Mareo. «Es una familia muy de Gijón y muy del Sporting», remachan sus amigos.
Renovación de Paul
Asier Garitano ya le había subido a un entrenamiento hacía unos meses. Y Borja Jiménez, que le había visto en directo en un par de partidos con el División de Honor, entre ellos el derbi de juveniles, se decidió a darle la alternativa en una inolvidable noche en el Hermanos Antuña. «Fue angustioso porque no esperábamos que fuera a jugar, y nos demoramos un poco para entrar. Estábamos ya en la cola, esperando para fuera del campo, cuando vimos que Loum tenía la desgracia de lesionarse y que salía Nico. Nos pusimos cardiacos, pero no pudimos entrar hasta el minuto tres, cuando ya había tenido esa jugada», resume José Riestra. Una referencia a la primera acción del canterano, que no cogió puerta, pero en la que anunció que estaba con ganas de agradar.
La gestión de su crecimiento está siendo muy medida, apoyada por el fuerte deseo del canterano de ser jugador del Sporting. En el verano, de hecho, en plena conmoción por las salidas de Pablo Villanueva y Lucas Martín al Girona, descontentos con la gestión de Óscar Garro, Emilio Gutiérrez y Felipe Vega-Arango se reunieron con Nico Riestra y su familia. El canterano había sido tentado por otro club, pero quería seguir y se sentía valorado. El Sporting amplió su contrato, poco después, hasta 2028. Y siguió jugando en el División de Honor, el paso que todas las partes consideraban más razonable para que siguiera compitiendo con regularidad. No es el único caso que insinúa ruido a futuro en el campo. En Mareo hay una gran consideración hacia la generación de 2007: Ramón López, Matabuena, Dani Fox, Tzalo... Ayer, de hecho, el Sporting renovó a Dani Paul, otra de las joyas y uno de los nombres propios en el 4-0 de juveniles frente al Oviedo junto al propio Nico, bandera de esta generación por ser el primero que llega al primer equipo.
En Mareo, Riestra lleva media vida, desde que llegó procedente de La Asunción en edad benjamín captado por Rogelio García. «Estamos todos muy contentos, orgullosos, no nos cogía el miércoles ni un alfiler. Pero es un chico muy tranquilo y no queremos acelerar nada», subraya su progenitor. Los pies, de nuevo, en la tierra. No tiene ni celebración para los goles, persuadido para que no cayera en la euforia desmedida y estéril ni en la moda de imitar a otros. Quizá, algún día, un culín de sidra. Como en casa.