Borrar
José Alberto, sentado ayer en las escaleras que dan acceso al número 2 de Mareo. ARNALDO GARCÍA

«Siempre que se recurre a Mareo funciona. El Sporting tiene que ser lo que ha sido»

José Alberto López. Entrenador del Sporting ·

«En esta plantilla hay más de lo que se ha visto hasta ahora», asegura el entrenador rojiblanco

JAVIER BARRIO

GIJÓN.

Jueves, 13 de diciembre 2018, 03:33

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«¿Si estamos a tiempo del ascenso? Lo estamos de ir mejorando», responde con una pícara sonrisa José Alberto López (Oviedo, 1982), rápido en el regate. «Lo importante será ver en esas últimas jornadas dónde estamos y qué posibilidades reales tenemos. Ahí habrá que determinar el objetivo», remarca, amarrategui de palabra, en su despacho de Mareo. En esas cuatro paredes blancas, donde se desarrolla su entrevista en exclusiva con EL COMERCIO, conviven pizarras, apuntes, ideas, tachones, alineaciones, pensamientos de rivales, nombres de jugadores, ficheros y una enorme pantalla de televisión para ver fútbol. Lo que él definiría como un «caos ordenado». Vestido de manera deportiva, horas antes del sorteo de Copa, aprecia que «este Sporting ya es muy fiable y reconocible. Tiene una idea clara de a qué jugar. En Elche vimos durante muchos minutos al equipo que queremos ver».

-¿Ha contado los años que ha tardado en llegar?

-Empecé a entrenar con 18 años, en el 2000, pues 18.

-¿Y ahora se acuerda mucho de sus nueve años de trabajo en Ikea?

-Eso siempre, sobre todo cuando llegan los halagos, como en estas semanas. Tengo presente de dónde vengo y aún tengo muchos amigos allí. La humildad no se puede perder.

-En su día me dijo que no todos los jugadores eran iguales, que unos necesitaban una palmada y otros, un grito. ¿Sirve en el presente?

-Sí. La gestión es muy similar a la de cualquier equipo de fútbol base. Lo que cambia es la repercusión de todo. Pero al final son chavales con hambre. Algunos funcionan más con el látigo y otros, con el cariño. Hay que identificar qué necesita cada uno para ayudarle a dar su rendimiento.

-¿Siempre le ha ido la marcha?

-En el filial no lo hicimos mal, ¿no? (Risas). Nuestros equipos siempre buscan la portería rival. No le doy mucha importancia al tema de la posesión. No me gusta tener el balón por tener, sino para generar cosas.

-¿Y qué es lo peor que le ha pasado por querer ganar?

-Pues que a veces uno se equivoca y un partido que tiene empatado, lo pierde. Pero a la larga ser valiente y atrevido da más puntos que quita. Lo importante es tenerlo claro.

-¿Y el fútbol profesional no modera su visión?

-No. Creo que tengo que seguir siendo así. Es lo que me ha traído hasta aquí. En Elche recibí la visita de Álvaro Grande, un jugador que tuve en el Astur en cadetes y que ahora, por trabajo, está en Madrid. Me hizo mucha ilusión. Es muy sportinguista. Estuvimos charlando en la habitación del hotel. Me dijo: «Estoy hablando con el entrenador del Sporting y me hace una ilusión tremenda seguir viendo que eres el mismo».

-¿Está preparado para perder?

-Le cuento una anécdota. Cuando fui al Covadonga, en Tercera, cogí al equipo en una situación fastidiada y estuvimos después veinticuatro semanas sin perder. Esa situación nos creó la ansiedad de no querer perder para que no se cortara la racha. Si hubiésemos sido más atrevidos, habríamos ganado partidos que empatamos y habríamos jugado el 'play off', del que nos quedamos a un punto. Hay que buscar ese equilibrio y no pensar en rachas. Está claro que un día vamos a perder. Nadie es invencible.

-¿Qué sintió el lunes en el encuentro con Marcelino?

-Fue algo muy bonito. Para mí, como para mucha gente, Marce es un ejemplo. Es un currante y un entrenador con letras mayúsculas. Siempre consigue imponer su estilo y eso es complicado. Saca mucho rendimiento al colectivo y al jugador. Hablamos un poco de eso, de cosas del Valencia, del Sporting, porque él está muy pendiente de lo que pasa aquí... Para mí es un ejemplo a seguir.

-Usted dejó de ir a El Molinón en los últimos partidos de Baraja...

-Los que me conocen saben que procuro ser respetuoso con todo el mundo. Entendí que era una situación difícil para él, con todo el revuelo que se estaba montando, y no era lógico estar en El Molinón. Vi los partidos en casa, tranquilo. Pero al final me llegaba todo igual. Cuando El Molinón coreó mi nombre, recibí cincuenta mil mensajes. Era ilusionante porque lo sentí como un reconocimiento a un trabajo de once años en la casa. Pero hay que ser persona por encima de todo y no hacer lo que a mí no me gustaría que me hubiesen hecho.

-¿Pudo hablar con Baraja?

-No, no llegamos a coincidir.

-¿Qué piensa cuando dicen, como en su caso, que Mareo es la solución?

-Siempre que se recurre a Mareo, y no lo digo yo, sino la historia y los datos, funciona. El Sporting tiene que ser lo que ha sido: jugadores de la casa que dan nivel y futbolistas de fuera que vienen a mejorar a los primeros. Pero no todos los jugadores de las categorías inferiores van a llegar al primer equipo. Lo hará el que se lo merezca, el que trabaje y tenga talento. No se puede pretender tener a quince o dieciséis jugadores de Mareo. Ni comunidades autónomas con más población los tienen. Asturias, por ejemplo, tiene un millón de habitantes. Aquí hay dos clubes que se pelean por los mejores y, entre medias, el Madrid o el Barcelona eligen casi lo que quieren de todo el país. Pero en el Sporting, con los recursos que tenemos y el tema demográfico, es brutal el número de jugadores que salen de Mareo y su nivel.

-Es el 'benjamín' de Segunda...

-Es un dato. Soy el más joven, pero aparento más años (risas). Tengo poco pelo, llevo ya unos cuantos años, y vivir esto con tanta pasión me hace envejecer (risas).

-¿Cómo le comunicaron su subida?

-Estaba en Bilbao concentrado con el filial. Recibí un mensaje de Javier (Fernández) el domingo por la mañana. Me dijo que se dirigía a nuestro hotel. Luego me llamó Miguel (Torrecilla), que no podía viajar porque tenía que arreglar todo lo de Baraja.

-¿Y en la noche del sábado?

-Recibí muchos mensajes hasta que apagué el móvil. No quería saber nada. Sé que en EL COMERCIO hicieron una información al terminar el partido, pero no quería hacerme ilusiones, ni escuchar nada hasta que el club me lo dijera. Apagué todo.

-¿Y durmió bien?

-Tengo dos cosas: si se me quita el hambre, malo, y si se me quita el sueño, también malo. Dormí bien.

Lea la entrevista íntegra en la edición impresa y en Kiosko y Más

Síguenos en:

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios