Juan Otero, futbolista del Sporting de Gijón: «Cuando tiro un penalti no pienso en nada, agarro un palo y le pego fuerte»
«Borja Jiménez lee muy bien los partidos, quiere que tengamos el balón. Si estamos a mil siempre, vamos a descontrolarnos»
Las musculosas piernas de Juan Otero (Sipí, Colombia, 1995) custodian una orgullosa cultura del esfuerzo forjada desde la niñez. «Muchas veces tenía que salir ... corriendo porque escuchaba los tiros de la guerrilla. Me tocaba correr como una gacela», recuerda el delantero del Sporting de Gijón, bigoleador en Valladolid, en una charla con EL COMERCIO. Quizá por eso, porque nunca lo ha tenido fácil, Otero camina por la vida sin retrovisores. Perseverante, no tiene un gramo de pusilanimidad en su carácter. «Si fallo, al otro día me levanto, vuelvo y lo intento. Nunca me quedo estancado. Si no, me hundiría. Esto es la vida», sentencia.
–¿Cómo cataloga el primer gol que marcó en Zorrilla y en el que participaron ocho jugadores?
–Es un golazo, la verdad. La jugada, el equipo, las paredes, cómo fuimos acompañando… Como siempre dice el míster, cuando un compañero va hasta el fondo hay que acompañarle. Puede pasar algo. Por suerte acompañé a Dubasin. Fue generoso y pude marcar.
–¿La jugada es la confirmación de que este equipo puede tener más el balón?
–Sí. Tenemos un gran equipo. Un grupo humilde que trabaja unido. En Valladolid salimos muy bien. Cuando tocaba tener la pelota, la teníamos. Cuando había que atacar, lo hacíamos. Sabíamos que el Valladolid nos iba a presionar mucho cuando perdía el balón. Tuve a su entrenador (Guillermo Almada) en Santos Laguna. Sabía que era muy intenso; te revienta, pero te saca todo el potencial. Conseguimos los tres puntos, que es lo importante.
–¿Están capacitados para jugar más y no solo contragolpear?
–Sí. Pero hay equipos que no te dejan espacio para jugar y a veces toca pelotear. Cuando nos enfrentamos a equipos como el Racing o el Valladolid y hay espacios para tener el balón, lo tenemos.
–Señaló al cielo en la celebración del primer gol.
–Fue un gesto para mí y para dar gracias a Dios. Estuve intentándolo, buscando el gol y se me dio en un partido importante. Estoy contento porque ayudó.
–¿Se quitó un peso de encima al marcar el primer gol?
–Peso, tampoco, porque si el gol lo marca otro compañero y el equipo gana, voy a estar igual de contento.
–Pero, aunque llevaba siete asistencias, echaba de menos el gol, ¿no?
–Sí, claro. Estoy jugando de delantero y el delantero quiere marcar. Pero estaba tranquilo y, por suerte, se dio. Espero seguir así.
–Dubasin le dejó el penalti.
–(Sonríe). Estoy apuntado el primero como lanzador y le dije: «déjame patearlo a mí y el siguiente, tú». Fue generoso. 'Duba' estuvo involucrado en los tres goles: una asistencia, el penalti forzado y, después, marcó el último.
–Lleva nueve penaltis lanzados con el Sporting y nueve convertidos. Está rozando los diez que lanzó y marcó David Villa…
–¡Ojalá!
–¿En qué piensa cuando lanza un penalti?
–No pienso en nada. Agarro un palo y le pego fuerte. Hasta el momento, todos han sido gol.
–¿Ensaya mucho o es más instinto?
–Elijo un palo y digo: «ahí le voy a pegar y fuerte». A veces veo que los equipos me estudian y cambio de palo, como pasó en algunos partidos. Los arqueros y los equipos estudian todo.
–¿Y usted estudia a los porteros?
–No, no los miro mucho. Me enfoco en el balón y cuando voy en carrera, bombazo.
–¿Siempre tuvo esa eficacia?
–Se me ha dado bien. En Argentina tiré cuatro y los cuatro fueron para dentro. No siento presión en esto. Elijo un palo. Si me lo saca el portero, ¿qué puedo hacer?
–Tiene una buena técnica de golpeo. ¿Es algo innato o alguien le enseñó?
–Cuando era más pequeño, jugaba mucho al 'micro', el fútbol 5, con amigos. Le pegaba siempre con la puntera o con el empeine. Me acostumbré a patear un balón muy pesado, que era como una piedra, con potencia.
–Es curioso lo del balón.
–¿El de 'micro'? Era muy, muy pesado. Había que pegarle con mucha fuerza y me acostumbré. Hoy pateas estos balones, que son aire, y cogen mucha velocidad.
–¿Qué le ha dado el fútbol?
–Felicidad. También en lo económico, por supuesto. A mi familia no le falta nada. El fútbol me ha dado mucho. Es mi trabajo, el que elegí y para el que Dios me ha bendecido.
–¿Y qué le ha quitado?
–Nada. He perdido alguna final, pero eso es algo del fútbol. Estoy conforme y agradecido porque puedo hacer lo que me gusta. No siento presión. A veces las cosas, como todo en la vida, no salen. Como usted en su trabajo, también me puedo equivocar. Trato de no pensar mucho en ello. Cuando las cosas van mal, hablo un poco con la familia, y al día siguiente regreso y lo sigo intentando. De eso va la vida.
–También hay que estar dispuesto a pagar el precio para ser profesional, ¿no?
–Hay gente en mi pueblo que cree que es muy fácil llegar. Pero son muchas cosas, además de tener cualidades: alimentarse bien, no salir de fiesta, no tomar tragos… Hay que acostumbrarse a muchas cosas, ser profesional para que tu cuerpo responda. Si a mí me juzga una persona de fuera que no ha jugado al fútbol, no le doy importancia. Yo no juzgo a nadie.
–Lleva ya 30 goles con el Sporting. ¿Alguno especial?
–El de tiro libre contra el Mirandés. También la contra de Ibiza, con el pase de 'Pichu', y el del partido contra el Andorra, después de un pase de Mario. Fue un partido de locos.
–El Zaragoza viene último. ¿Qué le dice eso?
–Que no hay que aflojar. Tenemos que ser humildes y aquí, en casa, salir a presionar como lo hemos venido haciendo. No podemos regalar nada. Relajarnos porque hemos ganado a dos equipos importantes sería el peor error que podríamos cometer. El equipo que viene el domingo tiene hambre, quiere ganar al Sporting, subir. Tenemos que estar muy atentos y no cometer ninguna estupidez. Podemos ganar al Racing, al Valladolid... y viene el Zaragoza y nos gana. ¿Por qué? Porque nos relajamos. No podemos dar chance. Tenemos que seguir haciendo lo que venimos haciendo.
–¿Qué impresión le ha causado Borja Jiménez?
–Es un gran entrenador. Nos dice las cosas como son, nos insiste en que no hemos ganado nada. Hace quince días éramos los peores y ahora, los mejores. Tenemos que seguir trabajando con los pies en la tierra.
–¿Qué les ha aportado?
–Borja lee muy bien los partidos. El otro día, por ejemplo, veía que el Valladolid nos atacaba mucho por la derecha, nos metía cuatro jugadores contra tres. Cambió la formación a 5-4-1 y los controlamos muy bien. Metimos tres goles como equipo visitante y, además, al Valladolid en su campo.
–¿Y qué más diferencias aprecia?
–A veces recuperamos el balón y Borja quiere que lo tengamos. Si estamos a mil siempre, vamos a descontrolarnos más. Estaremos cansados. En eso hemos mejorado mucho.
–¿Interpretan mejor los partidos?
–Claro.
–¿Y buscan descansar con la posesión?
–Sí. Antes lo hacíamos todo a mil. La recuperábamos y era todo: 'fun, fun, fun' (señala con la mano hacia adelante). Ya puedes tener el mayor físico de tu vida que te vas a cansar.
–Bueno, usted tiene aguante. Y velocidad.
–Mi padre, cuando era pequeño, me llevaba a las montañas a cargar leña. Cogí mucha fuerza en las piernas porque eran terrenos muy empinados. Yendo a la mina, también. Se me enterraban las botas hasta aquí (señala a la altura de la espinilla). Otras muchas veces tenía que salir corriendo porque escuchaba tiros de la guerrilla, enfrentamientos. Me tocaba correr como una gacela. La infancia me marcó mucho. Cuando empecé a jugar corría a lo loco. Era mi fuerte. Pero con el tiempo fui regulándome.
–En Francia llegó a correr a...
–36 kilómetros por hora.
–¿Y mantiene la punta de velocidad?
–En Francia estaba más fino y era extremo. Ahora que estoy jugando más de punta, el cuerpo cambia. Tengo que jugar de espaldas, chocar con los centrales y estar más fuerte. Pero la velocidad sigue.
–¿Ha cambiado cosas en su preparación para jugar de '9'?
–Sí. Antes, de extremo, todo era venir y picar al espacio. Ahora tengo que dar apoyos, saltar, correr, chocar. Es diferente.
–¿Le hacen más faltas ahora que cuando era extremo?
–Demasiadas (sonríe). Me pegan más, sí. De extremo estaba más abierto, veía el fútbol de cara. En cambio, como delantero, es otro tipo de juego.
–¿Hay demasiada libertad para defender a los delanteros?
–Los centrales me pueden empujar, chocar, pero los árbitros no lo señalan. Pero si es al revés, seguro que me la pitan.
–¿Y dónde se ve más cómodo?
–En Valladolid me tiraron en la izquierda y creo que estuve bien. Si me ponen de '9', hago el trabajo. Si me ponen de extremo, también, porque he jugado ahí. Ahora me están usando como delantero y creo que lo he hecho bien.
–Un delantero que lleva siete asistencias...
–Es una locura. Es la primera vez en mi historia. Las máximas que di fueron tres.
–Habla mucho con Oscar Cortés. ¿Qué pasa con él?
–Está entrenando bien. Le he dicho que esté tranquilo, que su momento llegará. Está entrenando bien y tiene cosas. Se está dando cuenta de que la Segunda es difícil. Hay que defender y atacar mucho. Pero lo veo muy bien, encara, defiende, es muy fuerte. Cuando le den la oportunidad nos va a ayudar mucho. Pero los de arriba, lo están haciendo bien.
–Está caro entrar, ¿no?
–Duba, Gaspi, Gelabert, yo, los medios, atrás... El que quiera ganarse el puesto va a tener que currar mucho. Es bueno que haya competencia.
–Forma parte de una delantera atípica, sin un '9' clásico. Pero se las arreglan.
–Nos movemos con libertad: por la derecha, por el centro... Creo que lo estamos haciendo bien. Si llega otro '9', bienvenido sea, que nos ayude.
–¿Le gusta este equipo?
–Veo un equipo muy unido, trabajador. No le aseguro nada porque esto es muy largo. Debemos ir partido a partido, con humildad y trabajo, pero sin conformarnos. Tenemos un equipo para pelear contra cualquiera.
–¿En qué momento vio que el fútbol cambiaba su vida?
–He tenido varios. Y ya como profesional. En el Santos Laguna me fue bien, en Estudiantes, quedando goleador de la Libertadores... Y aquí, desde que llegué. Conozco la Liga, sé cómo es, sé cuándo atacar, cuándo pararme. Antes era más eléctrico, de agarrar el balón y tirar hacia arriba. Ahora pienso y selecciono. Estos años en el Sporting me han ayudado a pensar diferente.
–¿Se ve mucho más en Gijón?
–Me queda un año y trataré de ayudar al equipo a conseguir cosas importantes. Estoy muy contento, pero el fútbol decidirá dónde termino. En Francia duré tres años, pero aquí ya voy para cuatro. El Sporting es el club en el que me he asentado y donde me siento más cómodo. Me siento querido. La gente es muy amable conmigo. Alguno me dice que tengo que meter algún gol más (risas). Estoy contento.
–¿Qué habría sido de su vida de no haber sido jugador?
–Quise estudiar en su día Contaduría (Contabilidad), pero la economía no es tan buena en mi pueblo. Mi padre trabajaba en la minería. Si yo estudiaba, él no iba a tener cómo pagarme la carrera. La gente me decía que lo intentara en el fútbol, que tenía buenas cosas. Si salía bien, podía ayudar a mi familia y poner a estudiar a mis hermanos. Creo que he hecho una carrera muy buena.
–Tiene la doble nacionalidad desde este verano.
–Ya no ocupo plaza. Soy español y esto ayudó al club.
–¿Piensa en la Selección de Colombia?
–Como todo jugador siempre pienso en tener una oportunidad, pero estoy tranquilo. Cuando llegue ese momento, si llega, intentaré aprovecharlo. Pero ahora estoy enfocado en el Sporting.
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