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«Para mí es mucha emoción. Cincuenta años y más que tenía que tener...». Para Ana María Arias García la de ayer era una jornada de celebración por partida doble. El Sporting distinguió a sus nuevos socios de honor y el destino quiso que, en su caso, la fecha coincidiera con la de su cumpleaños, motivo por el que el club le hizo entrega de un ramo de flores además de la misma insignia que al resto de abonados.
«No hay ningún regalo mejor que este hoy», reconocía ella desde el césped de El Molinón junto a la treintena de socios sportinguistas que, como ella, llevan perteneciendo ininterrumpidamente a la familia rojiblanca desde la temporada 1974-75. En su caso, incluso, alguno más. «Yo soy socia desde que tenía 10 o 11 años y ahora cumplo 74, pero de aquella no había recibos ni ordenadores como ahora. Llevo siendo socia alguno más», expresaba a pie de campo.
Entre los agasajados no faltaron los sportinguistas ilustres. Alguno, de la talla del periodista Manfredo Álvarez. «No concibo mi vida sin el Sporting y es un honor tremendo», reconocía el locutor, en uno de los pocos días en el templo rojiblanco en los que le tocaba ponerse al otro lado de la foto. «Me dije que no me iba a borrar de socio nunca pese a tener pase de prensa», explicó el propio Álvarez, que calificó la jornada de «inolvidable». Los capitanes de la primera plantilla del equipo masculino –Cote, Nacho Méndez, Gaspar Campos y Rubén Yáñez–, las capitanas del femenino –Natalia Sobero y Alba Fernández–, los exjugadores José Antonio Redondo, Joaquín Alonso, Ignacio Churruca y Alfredo Megido y el presidente ejecutivo del club, David Guerra, fueron los encargados de entregar, uno a uno, los distintivos a los socios.
En total, eran treinta y cuatro los convocados para ingresar en el club de los socios de honor. De ellos, acudieron una treintena al acto, celebrado en la sala de prensa de El Molinón y que continuó con la foto en el césped del estadio y un picoteo donde no faltaron las anécdotas y los recuerdos. Cincuenta años como abonado del Sporting dan para ello.
«Cuando me pongo delante de gente con la trayectoria de los presentes uno se siente abrumado por la responsabilidad del club que nos toca dirigir», se sinceraba David Guerra, expresando que ese compromiso es el que «nos llena de autoexigencia» a los que trabajan en el club. El presidente ensalzó la «lealtad, confianza y fidelidad» de los nuevos socios de honor del Sporting, les agradeció su apoyo inquebrantable durante medio siglo y los puso de «referencia» para sí mismo. Cincuenta años de momentos «mejores y peores», en palabras del propio Guerra, quien no dudó en desear que vuelvan los buenos tiempos: «Ojalá podamos estar pronto a vuestra altura».
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