Nacho Cases, exjugador del Sporting de Gijón: «En verano parecía que podíamos descender y acabamos subiendo»
«Antes de los partidos salíamos convencidos de que no íbamos a perder. No éramos mejores que los demás, pero éramos un grupo muy unido»
Dos meses de enero han marcado la vida de Nacho Cases (Gijón, 1987). El de 2011, cuando debutó en Primera de la mano de ... Manolo Preciado. Y el de este mismo año, cuando dejó su cargo como ayudante en el Sporting Atlético para centrarse en su otra vocación: la docencia. Precisamente a la salida de su actual jornada laboral como tutor de Primaria, atiende a EL COMERCIO en calidad de uno de los pesos pesados del equipo que logró el último ascenso del Sporting, del que en un mes se cumplirán diez años.
–7 de junio de 2015. ¿Qué se le pasa por la cabeza si le digo esa fecha?
–Se me viene a la mente mirar hacia arriba después del gol del Lugo y ver a todos esos aficionados sportinguistas en el Benito Villamarín, que éramos también nosotros desde abajo, con esos nervios, esa capacidad para sufrir... Esa incertidumbre fue tremendamente bonita, pero recuerdo también muchos nervios.
–Diez años ya. Será uno de sus mejores recuerdos, ¿no?
–Ese año está en el 'top' de vivencias de todos los que estábamos en aquel equipo.
–No dependían de sí mismos. ¿Creían en subir aquel día?
–Pensábamos en ganar nuestro partido, pero es verdad que había pocas posibilidades. Al final, cuando un equipo se está jugando algo, como el Girona, y el otro no, lo normal es que el primero gane. Encima nos dicen que el Girona estaba atacando mucho, que el segundo gol iba a suceder... ¿Probabilidades? No creo que hubiese más de un 10%.
–Pese a todo, en Gijón había una pantalla gigante instalada en la plaza del Marqués. Quizás más por protocolo, pero era un día que el Sporting podía subir. ¿Se palpaba esa sensación?
–Sí, evidentemente. Y esos momentos previos al partido eran de tensión, lo sentías ya en el hotel. De hecho es un día que nos cuesta entrar en el partido. Además era Sevilla, mes de junio y hacía un calor horrible.
–Las imágenes del césped tras pitar el árbitro son de una celebración de locura, voltereta de Iñaki Tejada incluida.
–Cada 20 segundos pasaba algo y a veces la emoción era positiva y a veces, negativa. Eso yo creo que no puede ser bueno para el corazón. La imagen de Iñaki siempre se lo recordamos. «¡Iñaki, qué bien te sale la voltereta!» (bromea). Recuerdo que ya entonces muchos nos decíamos que había que disfrutar de aquel éxito porque seguramente tardaríamos muchos años en ver algo como aquel equipo. Y creo que, con todo el respeto, aún no se ha vuelto a ver esa unión hacia dentro y con la grada.
–Aquel año: solo dos derrotas y 82 puntos. ¿Se sentían invencibles?
–Antes de los partidos, yo personalmente salía a jugar y me decía 'sé que no vamos a perder'. Empatábamos mucho, pero no perdíamos. Y esa seguridad previa la teníamos muchos en esa plantilla. Salíamos convencidos de que los once de enfrente no nos iban a ganar. Creo que no éramos mejores que los demás, pero éramos un grupo muy unido.
–Y eso que en verano de 2014, tras perder el 'play off', casi nadie creía...
–Es que en verano parecía que íbamos a descender. Conseguimos cambiar la creencia de la gente a que se podía ascender y acabamos subiendo. En los peores momentos suele aparecer Mareo y fue justo lo que pasó ese año, con un equipo lleno de jugadores de la casa.
–Creo que fue Guardiola quien dijo que los canteranos son hijos de una crisis.
–Sí, mire, pues Guardiola tiene razón en eso también.
–A usted un poco es lo que le pasa en enero de 2011, con el equipo en una situación delicada en Primera División y Preciado tirando mano del filial, ¿no?
–Sí, a carácter individual, pero, a nivel global, el tirar de tanta gente en una Segunda División tan complicada sucede cuando no hay otra opción. Al final el chico del filial cuando está bien te da esa energía que contagia un poco.
–Volvamos a 'Los Guajes'. Primer año, salvación muy meritoria con solo tres incorporaciones. ¿Qué se rompió esa segunda temporada que acaba con el equipo bajando?
–Se nos fue gente importante del once (Jony, Luis Hernández, Bernardo...) y del equipo. Y eso que en las tres primeras jornadas estábamos en puestos europeos, que igual eso nos confundió. Competir en Primera con los mimbres que teníamos era complicado. Es verdad que el primer año se logró salvar la categoría casi con todo el equipo que venía de Segunda, con algún fichaje como Halilovic, que yo es de los jugadores más talentosos que he visto y nos dio ese salto de calidad. Pero al final mantenerte en Primera es muy difícil. Si lo puede pasar mal hasta el Sevilla, como este año, imagínese el Sporting.
«Me quedo con el debut»
–Estuvo hasta enero en el filial de ayudante de Aitor Zulaika. ¿Sintió su cese como propio?
–Sí, me dolió mucho porque es un entrenador que tenía ese estilo Real Sociedad que nos daba un plus. Aitor era de las personas que más sabía de fútbol en Mareo a todos los niveles: táctica, gestión de vestuario... Me dio mucha pena su marcha y se lo dije. He aprendido mucho de fútbol con él, además de los chavales y el cariño que me llevo. Pero eso no quita que tenemos un entrenador muy bueno y que conoce bien la casa ahora como Samu Baños.
–Dejó el club en 2017 y colgó las botas en 2023. Entre medias, experiencias por Grecia, Chipre y Lituania. Si echa la vista atrás, ¿con qué se queda de su carrera y qué cambiaría?
–Me quedo con la temporada del debut. Esas primeras veces que la grada corea tu nombre, la victoria en el Bernabéu y esa segunda vuelta en Primera, que fuimos de los cinco mejores equipos. Y luego me quedo con que viví cosas muy positivas cuando me fui del Sporting. Por ejemplo, ir a jugar al Bay Arena en Europa League contra el Bayer Leverkusen... Me ha llenado todo, pero me hubiera gustado jugar dos o tres años más en otros continentes y ya retirarme.
–¿Su nueva vida como profesor es un adiós al fútbol o un hasta luego?
–No me voy a desvincular del fútbol porque es una de las cosas que mejor se me da y me gusta. Pero creía que en este momento era mejor este trabajo. Quiero disfrutar de mi familia los fines de semana: ver a mi hijo jugar, ver a mis hijas ir a gimnasia, hacer planes con mi mujer... ¿Más adelante? Posiblemente vuelva al fútbol.
–¿Cómo ve el futuro del Sporting?
–No le sabría contestar y sin saber lo que se va a preparar prefiero no opinar. Espero y deseo que a peor no vayamos.
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