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Sporting | Un aniversario sin nada que celebrar

José Alberto cumple un año al frente del Sporting en la resaca de un mal derbi y lejos del objetivo | La ilusión generada con la llegada del técnico, que no ha logrado aún tener al equipo en 'play off' ni una sola jornada, se ha ido apagando

JAVIER BARRIO

GIJÓN.

Martes, 19 de noviembre 2019, 02:41

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No se palpa esta semana en Mareo la reflexión tensa de la semana pasada, pero José Alberto (Oviedo, 1982) está bastante lejos de espantar las dudas sobre su persona tras el derbi más canino de fútbol y ambición que se recuerda. La siguiente contienda, adelantada al viernes con el Tenerife de visita por Gijón, aclarará o complicará más la escena. Está por ver. La resaca del clásico asturiano la pasó el preparador en una vuelta al trabajo desapacible en las instalaciones del Sporting, sin apenas público, cumpliendo un aniversario sin nada que celebrar. Ayer, 18 de noviembre, completaba su primer año en el cargo sin un horizonte claro, ni el aval de los resultados, pero, de momento, con la confianza de Javier Fernández, quien le ha aguantado en el puesto no sin discusión.

Dentro de 46 partidos dirigidos -tres de ellos en la Copa-, la travesía de José Alberto arrancó con energía para ir perdiendo burbuja y creyentes por el camino, llegando a este punto casi en el mismo pellejo que se encontraba su predecesor en el banquillo del Sporting. Rubén Baraja dejó al equipo decimosexto, igual que ahora. Estaba a siete puntos del 'play off', como ahora. Y a tres del descenso, idéntico escenario que el que pisa este proyecto del presente. Solo había dos matices: el ascenso directo estaba más caro con Baraja (14 puntos entonces por 10 de ahora) y José Alberto ha dirigido dos partidos más esta campaña que el exfutbolista en el pasado curso. Con todo, la magnitud del remonte hacia el objetivo es la misma que la que tenía cuando promocionó. El fantasma del descenso, igual de real.

Entre sus principales debes se cuenta la indefinición de un equipo con un repertorio limitado de fútbol y muy cambiante de forma, y con una escasa capacidad de reacción a los contratiempos. Con respecto a lo segundo, en esta misma campaña, el técnico ovetense ha llegado a probar con cuatro sistemas diferentes en su búsqueda de soluciones. No se le puede achacar inmovilismo: ha salido a competir con un 4-3-3, 4-4-2, 4-2-3-1 y 5-1-3-1. Aunque de toda esa agitación no se extraen resultados concluyentes, ni una evolución, siendo el dibujo del enganche el que se aprecia con más equilibrio, especialmente cuando el Sporting juega de local y los rivales se moderan más en sus marcajes a Manu García, el elemento diferencial. También sus planteamientos como visitante se observan chatos y especulativos. En este año de trayectoria en el primer equipo, para hacerse una idea, se han arañado únicamente 26 puntos de 63 posibles lejos de casa. Ahí tiene mucho que mejorar.

Pero de largo, el peor indicador para José Alberto es que no ha podido meter al equipo ni una sola jornada en el 'play off' dentro de 43 partidos. El Sporting se ha movido siempre en una zona intermedia de la clasificación, entre el octavo (su mejor situación en la tabla, a tres puntos del sexto, el curso pasado) y el decimosexto, la actual. No se aprecia una progresión, con un volumen de victorias (16), empates (13) y derrotas (14) parecido, a la espera de ver si logra enmendarse el equipo en este final de 2019. Tampoco los jugadores han ayudado mucho al entrenador, con un rendimiento inestable. Tanto el curso pasado, como este, se ha desafinado demasiado en defensa y en ataque, sumando esto a otros desplomes corales que no constaban en el guión. La visita del Alcorcón a Gijón fue un buen ejemplo de ello. O del Numancia.

Aitor García y Borja López

En el Carlos Tartiere, José Alberto logró esquivar una situación potencialmente peligrosa para su situación personal, pero sin llegar a remontarla. Es cierto que el Sporting ofreció una versión algo más competitiva que el Oviedo, más aguerrido en las disputas y con cierta superioridad en la segunda mitad del partido, pero sin dar un paso al frente verdadero en ataque ante un contendiente en descenso y con evidentes problemas defensivos. En esto último chirriaron algunas de sus decisiones, como la ausencia en el once de Aitor García, el máximo goleador en un equipo ya de por sí corto de mecha. El descarte de un futbolista con peso en el proyecto como Borja López también provocó extrañeza a muchos niveles.

Lo que no ha escaseado es la confianza del club, que ha optado por mantenerle en los peores momentos, con algo de discusión interna, eso sí, en una postura muy poco frecuente en el fútbol profesional. En Mareo confían en que el entrenador logre por fin enderezar su trayectoria en el primer equipo y comience a asomar la cabeza en la clasificación desde ya. La mayor parte del vestuario mantiene su confianza en el técnico, aunque el reloj sigue corriendo y cada fin de semana es una prueba de riesgo.

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