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«Siempre me quedo con lo bueno». Es el código de vida que aplica a casi todo Pedro Díaz (Siero, 1998), que el domingo ... se confirmó como el estupendo jugador que es con su primer gol en Primera. Un derechazo rotundo, plástico y con algo de suspense. Un gol que dejó tiritando el Bernabéu y al Madrid de Kylian Mbappé y compañía. Aunque no sirvió para evitar la derrota del Rayo (2-1), confirmó el espectacular momento que atraviesa el 'ex' del Sporting, que atiende a EL COMERCIO en plena resaca de su mediático tanto.
–Escogió un buen escenario para marcar su primer gol.
–Pues sí. No me lo habría imaginado ni en sueños. Y tocó en un buen estadio. Mi primer gol en Primera es un recuerdo para siempre. Va, sobre todo, para mi familia.
–¿Con quién se cambió la camiseta al acabar el partido?
–Con Modric. Me 'bailó' un par de veces y tuve que pedirle la camiseta a cambio de la lesión de cadera que me provocó (risas). Es broma. Con Modric, sí. ¡Qué le voy a contar! Con los años que tiene y que esté rindiendo así… Es de admirar. Es un espectáculo.
–¿Ha notado la repercusión de hacer un gol en el Bernabéu?
–Justo lo hablaba con un compañero en el entrenamiento. Claro que sí. Al final, todo se magnifica. Los mensajes, las menciones, la gente. Pero lo vivo de la misma manera. Lo que me importa es que mi gente esté contenta y satisfecha con mi trabajo, que estén orgullosos de mí.
–¿Qué sintió al marcar?
–Durante la acción, y más contra este rival, o lo haces todo al doscientos por cien, o lo tienes en mente antes de recibir el balón. Si no, te 'limpian' la pelota. Y ya no es solo eso, te roban y te llegan a tu portería antes de que te gires. Cuando tiré, vi que salía bien. Y cuando botó la segunda vez, que dio en el larguero, vi que daba como muy por dentro del larguero. Creí que era gol... Fue una pena que no entrara directamente para celebrarlo bien.
–La incertidumbre.
–Sí. No sé el tiempo que pasó, pero estaba ahí parado, sin saber. Al final, ni lo celebré. Sabía que había entrado, pero también tenía mis dudas. Gumbau se fue hacia la zona del banquillo y el delegado le dijo que era gol. A partir de ahí, no sabía qué tenía que hacer: bailar, correr para atrás, adelante. Un sueño.
–¿Impone el Bernabéu?
–Impone mucho cuando llegas. Es nuevo, sus detalles, la altura, el espacio, los vestuarios, lo vas analizando todo… Pero una vez que empezó el partido, ya no me di cuenta. Pero, otra vez, cuando me cambiaron, miré a mi alrededor y pensé que no era posible que hubiera tanta gente. A partir de una zona del estadio, parecían ya hologramas o algo (risas).
–¿Cómo ha sido ver de cerca a Mbappe?
–Pasé de verlo tanto en la tele, en noticias, todo lo que se hablaba de él, a tenerlo a mi lado. Hay que respetar el enorme jugador que es, pero hasta cierto punto. Es humano y hay que competirle de la mejor forma posible.
–¿Ha sido su mejor gol?
–Más allá del escenario, del rival y del equipo, no. Tengo en la cabeza uno que marqué con el Sporting al Rayo. Un cañonazo que entró por la escuadra. Para mí, sería ese. Y para un segundo o un tercero, le diría que una falta, que me gustan mucho. Este, claro, es para el recuerdo. Mi familia estaba ahí. Era mi primer gol en Primera, con el Rayo, en el Bernabéu, que pocos pueden decirlo.
–Íñigo Pérez, su entrenador, dijo de usted hace unas semanas que es el «mejor proyecto» que tiene el Rayo. ¿Cómo encajó eso?
–Al principio da un poco de vértigo. Tengo un poco esa presión, pero intento evadirme de todo. El día a día en el Rayo es muy bueno. Hay un grupo sano, un gran míster y en los entrenamientos aprendo muchísimo.
–¿Y a qué aspira?
–Lo que tengo claro es que todavía no alcancé mi techo y creo que eso es algo muy bueno para mí. Sé que me quedan muchas cosas por aprender y mejorar, y eso me da, no la tranquilidad, sino la ambición de que, aunque haya marcado un gol el domingo en el Bernabéu, tengo muchas cosas que mejorar. Me gusta eso. Tengo la motivación de que me queda mucho por aprender. No sé hasta dónde llegaré. No sé... Voy a cumplir 27 años y quiero antes de los 31 llegar a mi techo. Estoy en ese proceso.
–¿Se ha adaptado rápido al ritmo de Primera?
–En Primera hay muchísimo nivel, mucho. Y no solo hablo de los partidos, sino de los entrenamientos. Este Rayo tiene jugadorazos. Estamos entrenando y veo acciones de compañeros que me dejan alucinado.
–¿Un examen diario?
–Exactamente. Aprendo muchísimo cada día. ¡Le hablo ya desde los rondos! Es una pasada.
–Teniendo el partido que tenía el domingo, ¿pudo ver el Sporting-Racing del sábado?
–Lo vi, lo vi, claro que lo vi. Siempre que puedo, los veo todos. Era una hora guapa, perfecta para verlo.
–¿Le duele mucho la temporada del Sporting?
–Me dolía ya mucho estando dentro y, también, viéndolo desde fuera. Sí que es verdad que la Segunda está tan igualada... Ahora es lo que importa, el último tramo. Si vas para arriba, muchos equipos que entran al final son los que suben. Influye mucho cómo estés en esta última parte.
–¿Y confía en esa reacción?
–Está claro que me encantaría verlos ganar todos los partidos y que subieran. ¡Qué más quisiera yo! Pero son circunstancias, la Segunda es muy complicada. Me duele. Ya podría hacer yo algo de brujería.
–¿Cree que tiene alguna opción de meterse?
–Quiero creer que sí. Pensar en positivo, creértelo, ayuda a acercarte más al objetivo. Quiero confiar. La semana que viene tenemos parón y voy a intentar pasarme a verlos para tratar de darles ánimos y, por supuesto, saludarlos. Me presta mucho ver a compañeros, trabajadores. Tratar de aportar mi granito de arena a ver si llega la buena racha en este último tramo.
–Su vuelta al Sporting, con su crecimiento, parece muy lejana. ¿Se ve volviendo?
–Lo pensaba hace poco y lo hablo mucho con mi madre, que es más sportinguista que yo. Se tienen que dar muchas circunstancias. Una cosa es la película que me monte yo y, luego, hay muchas circunstancias. Siempre vi el proceso en el que estoy ahora como aprendizaje para mejorar, mejorar y mejorar. Y en un punto de mi carrera, me encantaría poder... Tengo claro que si vuelvo al Sporting es para ayudar y aportar mucho. No me gustaría ser una carga, alguien que no ayuda. Si las circunstancias se dan y el Sporting está en un momento en el que Pedro le pudiera venir bien y yo, por mi parte, veo que puedo dar el nivel, vamos... Voy encantado. Algo muy bueno es que estoy aprendiendo mucho y mejorando mucho. Me encantaría aportar mucho.
–¿Cómo ha llevado ser protagonista involuntario de la gran polémica por su traspaso al Girondins, que ha terminado con el Sporting castigado a pagarle dos millones de euros al Espanyol?
–Intenté estar al margen. Al final, es verdad, me llegan cosas... Yo siempre quise hacer las cosas bien y ayudar al máximo. Siempre que Orlegi, en algún momento, me pidió ayuda, siempre estuve ahí. Sobre todo por ayudar al Sporting y nunca restar al Sporting, que es el equipo que me ha dado todo. Ayudé en todo lo que pude y traté de evadirme en todo lo demás.
–Hacía siete años que un asturiano, Adrián López, hoy su segundo entrenador en el Rayo y que entonces era jugador del Deportivo, no marcaba en el Bernabéu. ¿Qué le hace sentir eso?
–No se me había pasado por la cabeza hasta ahora. Me da que pensar. No sé... Marcar un gol en nombre de Asturias o ser parte de pequeñas cosas que sucedan en nombre de Asturias, para mí es un auténtico orgullo. Me presta por la vida.
–Cote se retira.
–Lo vi. Me tragué toda la rueda de prensa (risas). ¿Qué puedo decir de Cote? Es un asturiano de pies a cabeza. Le escribí, es un crack. Lo quiero muchísimo. Eso sí, está loco en el campo (risas). Es una locura jugar con él. Se transforma, empieza a gritar... Hace cincuenta señales para que le hagas un cambio de juego (risas). Lo quiero mucho. Es una persona y un futbolista único. Me dio mucha pena. Son cosas que nos va a tocar a todos. Espero que nos haga disfrutar mucho aún.
–Creo que le debe un coche a su familia por el gol, ¿no?
–Estaba paseando con mis padres antes del partido. Pasamos por delante de un concesionario y vieron un coche muy bonito. Mi padre hablaba de que igual era el momento de cambiar el que tienen. Yo, que no me puedo callar, le dije:«Si marco hoy, te regalo el coche». ¡La que lié! Acabó el partido, me puse a saludarles y... ¡me estaban haciendo señas de un volante! Hay que darle una vuelta a eso. Dije un coche, pero no que fuera de verdad (risas).
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