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Mario Fernández Fraga posa en su laboratorio del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado. PABLO LORENZANA
Mario Fernández Fraga: «El gran reto de la revolución tecnológica es manejar y entender millones de datos»

Mario Fernández Fraga: «El gran reto de la revolución tecnológica es manejar y entender millones de datos»

«La base para tener un tejido de investigación aceptable es asegurar la estabilidad. Si lo estás haciendo bien, que tu continuidad no dependa de vaivenes políticos», sostiene el profesor de investigación del CINN-CSIC

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Domingo, 2 de febrero 2020, 16:59

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Biólogo y bioquímico, investigador de reputada trayectoria a nivel nacional e internacional , con más de 200 artículos científicos en su poder y un índice H (el que mide la calidad profesional de los investigadores) superior a 60 (excepcionalmente dotado para la ciencia). Y a pesar de esa excelencia, Mario Fernández Fraga (Pola de Lena «de rebote»-Gijón, 1971) transmite humildad y una enorme pasión por su trabajo y el beneficio que con él se pueda lograr para la sociedad.

-Está especializado en la epigenética del cáncer y envejecimiento, cuya unidad (IUOPA, ISPA, Finba) dirige. Para empezar, ¿qué es la epigenética?

-Se refiere a unos mecanismos moleculares que regulan la función del ADN. En él está codificada toda la información que hace que seamos como somos y funcionemos como funcionamos. La epigenética (con el prefijo epi-, del griego, por encima) son procesos químicos absolutamente necesarios para que un organismo se desarrolle de forma normal. Nosotros estudiamos cómo son esos procesos, el desarrollo natural durante la vida de los organismos, y también por qué fallan.

-¿Y cuáles con las principales causas del fallo?

-Básicamente por el proceso de envejecimiento que puede hacer aparecer patologías y enfermedades, sobre todo cáncer.

-Lleva trabajando en epigenética desde el 96, ¿cuáles han sido los principales avances investigadores desde entonces?

-Ha habido muchas cosas. Pero me quedo con dos: hace unos 15 años encontramos alteraciones en las modificaciones de las seis zonas, que son proteínas que acompañan al ADN presentes en tumores que no se habían identificado hasta el momento y que pueden ayudar a entender el funcionamiento de algunos tipos de cáncer. Y también por aquel tiempo abrimos una línea de investigación sobre cómo la acumulación de ruido epigenético en nuestros genes, en nuestro ADN, contribuía al proceso de envejecimiento.

-La epigenética, por tanto, explica las distintas herencias que nos deja el ADN. Algunos estudios señalan que esas herencias incluyen, incluso, los traumas de nuestros antepasados. ¿Está de acuerdo?

-Me estás hablando de que una experiencia de un individuo de alguna forma se puede grabar en los genes y transmitir a la siguiente generación. Ese es un tema complejo y controvertido. Es cierto que las exposiciones ambientales pueden inducir un cambio epigenético, pero de ahí a que se transmitan a la siguiente generación hay un abismo.

-Es escéptico, por tanto, respecto a esa teoría.

-Lo que sabemos con toda seguridad es que cuando se produce la reproducción sexual hay como dos formateos (dicho de forma muy coloquial) epigenéticos que borran todo el ruido que se ha ido acumulando en las células adultas, para que el individuo que se genera parta de un estado epigenético limpio. Eso ocurre y es absolutamente necesario porque de no ser así en pocas generaciones tendríamos un colapso de la especie. Es una cuestión de puro sentido común. Hay algunos trabajos que aseguran que esa limpieza no es perfecta, pero necesitamos estar más seguros de que esto puede ser así y entender mejor el proceso.

-Hablamos de innovación y salud. ¿Con cuál de los últimos grandes hitos de la medicina se queda?

-Si tuviese que nombrar alguno, porque los hay muy importantes, destacaría el gran recorrido que tenemos por delante con la capacidad de reprogramar células que son diferenciadas en individuos adultos, que es algo que supondrá grandes avances en la medicina regenerativa en el futuro.

-Explíquemelo más.

-Uno de los grandes problemas que teníamos en la medicina regenerativa hasta ahora es que no obteníamos la capacidad de hacer que una célula de nuestro organismo diese otros tipos celulares diferentes. Hace unos años, un japonés, Yamanaka, fue capaz de reprogramar células diferenciadas y que adquiriesen pluripotencia, es decir, que tuviesen más capacidad de originar diferentes tipos celulares. Eso tendrá grandes aplicaciones, sobre todo para ser capaces de reparar órganos que están dañados.

-¿Se queda solo con ese?

-Otra cuestión que me parece muy importante para el cáncer es todo lo que tiene que ver son las herramientas de edición genética, las CRISPR-Cas9. Son una especie de tijeras genéticas que se meten dentro de las células y son capaces de reparar alteraciones en el ADN. Y eso va a tener un gran impacto, porque hay muchas enfermedades de origen genético, sobre todo el cáncer, que tiene una base genética (el ADN está alterado o mutado). Además dentro del cáncer, resalto también todo lo que tiene que ver con la inmunoterapia, que se está poniendo en marcha hoy en día y que va a hacer que un gran número de tumores se puedan curar en el futuro.

-¿Curar o cronificar?

-Curar unos y cronificar otros. Lo que hay que ser es honestos y decir que, hoy en día, los que se curan, es gracias a la cirugía. Hay que extirpar y si no hay células diseminadas, el problema está resuelto. Pero lo que ocurre es que cuando se detectan la mayor parte de los tumores, además de la masa principal, ya están desperdigadas y además de cirugía hay que tomar otro tipo de medidas.

Gota de sangre

-¿Para cuándo seremos capaces de diagnosticar enfermedades como el propio cáncer, el alzheimer o el parkinson con una gota de sangre?

-Las enfermedades que sean de origen genético y aparezcan en línea germinal, obviamente, sí las vamos a poder diagnosticar todas. Esto no quiere decir que las heredas. Me explico. La mayor parte de los tumores se originan porque, en un momento dado, una secuencia de tu ADN en una célula muta, se origina una alteración genética, pero no quiere decir que sea hereditaria, porque no te llega de tus padres, es una alteración nueva. Y vuelvo a la sangre. Es posible que con esa gota de sangre no identificase un tumor incipiente que está por ahí, pero con ella podría identificar todos los tumores de origen familiar o heredados y todos los síndromes o enfermedades que tienen que ver con alteraciones en el ADN.

-Aunque el porcentaje de lo heredado sea menor, ya es un gran paso.

-Hemos tenido un avance brutal con la aparición de las tecnologías de la secuenciación de nueva generación, que permiten secuenciar el genoma completo, tres mil millones de eslabones en la cadena, en un día y a un costo de poco más de mil euros. Para darnos cuenta de la magnitud que esto supone, la primera vez que se secuenció el genoma humano, el proceso duró 20 años y costó cientos de millones de dólares. Hay consorcios que se dedican a secuenciar genomas porque, cuantos más tenemos, como además disponemos de las características genotípicas de los individuos a todos los niveles, se está generando una base de información brutal que va a hacer que en un momento dado eso de la gota de sangre sea casi una rutina.

-Aún habla de ello en clave futura. ¿Se atreve a dar un plazo?

-En muy poco tiempo porque con una gota de sangre ya se puede saber infinidad de cosas de una persona.

-Y eso nos conduce irremediablemente a la medicina personalizada.

-Es una de las claves de todo esto. Y el cáncer es un gran ejemplo. No hay dos tumores iguales. Por eso la forma de combatirlos tiene que ser diferente para cada persona. Esto depende de las mutaciones que tenga o de las características del ADN y, si las conocemos, vamos a poder tratarlo de una manera u otra.

-Uno de sus trabajos en la Finba es, precisamente, sobre los medicamentos epigenéticos para tratamientos personalizados.

-Eso es, ya no tanto a nivel genético como epigenético, que nos da otro nivel de complejidad. Tratamos de estratificar en pacientes lo máximo posible para ser capaces de distinguir grupos de personas que se comportan de una u otra forma y aportar herramientas que favorezcan los tratamientos.

-Todos esos tratamientos personalizados tendrán un coste. ¿Seremos capaces de pagarlos?

-Es un tema complejo. Los medicamentos cuestan mucho dinero porque detrás de su generación hay mucho años de inversiones brutales que se tienen que recuperar. Hay unas patentes con una duración calculada para que cubra los costes. Tras acabar ese plazo, baja el coste. ¿Deberían esos costes asumirlos los gobiernos? Habría que ponerlo encima de la mesa y discutirlo.

Querer y poder

-La inteligencia artificial (IA) o el internet de las cosas aplicados a la medicina nos deja cosas como teléfonos que hacen electrocardiógrafos o móviles que te toman la tensión. ¿Qué mas nos vamos a encontrar?

-Los grandes avances ni se nos pasan por la cabeza. La IA y las nuevas tecnologías son fundamentales para la medicina. De hecho gran parte de los laboratorios que tradicionalmente hacían biología molecular nos hemos tenido que adaptar a los nuevos tiempos. Y hemos pasado de tener bioquímicos, biólogos, químicos, farmaceúticos o médicos en el laboratorio a tener ingenieros informáticos o especialistas en análisis de datos. Porque con la revolución tecnológica podemos generar cantidades masivas de datos en una mañana y el gran reto que tenemos ahora es entenderlos y ser capaces de manejarlos. La IA es la base del avance en nuestro campo y el futuro es prometedor.

-De sus proyectos actuales, ¿cuál destacaría?

-Quiero destacar uno que está financiado por la Asociación Española contra el Cáncer, que es gente que nos lleva ayudando siempre mucho y que hay que ensalzar. Su trabajo pone sobre la mesa ingentes cantidades de dinero para la lucha contra el cáncer que se traduce en contratos con investigadores y proyectos. Estamos hablando de que se acerca al dinero que pone el Gobierno. El proyecto que nos financian tiene que ver con pacientes con posibles tumores de tiroides. Hemos podido comprobar que el 80% de los pacientes que se operan no necesitaban intervención porque sus tumores son benignos. Porque, ante una situación dudosa, siempre se opta por operar para no arriesgarse. Y eso reduce la calidad de vida del paciente. Nosotros tratamos de, mediante unas pruebas moleculares epigenéticas, identificar un biomarcador que nos diga si es maligno o no y así evitar cirugías innecesarias. Es un proyecto muy chulo.

-Decía en un artículo en este periódico que uno de los mejores indicadores de prosperidad de una sociedad es su capacidad de generar conocimiento. ¿Hay base para ello en Asturias?

-Para generar conocimiento hacen falta personas que estén trabajando en ello y una sociedad consciente de que eso nos ayuda a progresar y vivir mejor. Aunque puedes ser consciente de ello y no darse las condiciones que lo permitan.

-Que son...

-Para que la investigación vaya bien y haya progreso es muy importante que la sociedad sea lo más próspera posible.

-Que haya financiación. Retomo lo que decía de la Asociación contra el Cáncer y sus aportaciones. Incluso, apuntaba, acercándose al dinero que aporta el Gobierno. ¿No tendría alguien que ponerse colorado?

-Hay dos cuestiones para que los políticos estén decididos a aportar dinero a la ciencia: que quieran, que estén convencidos de qué es lo que hay que hacer, y que puedan, que se den las condiciones. Aquí en Asturias, por ejemplo, se creó una Consejería de Ciencia y eso indica que quieren.

-Entonces falta que puedan.

-Solo el querer ya es algo que se valora mucho desde el ámbito científico.

-¿Cómo se puede captar talento científico para Asturias?

-La clave para tener un tejido de investigación aceptable es asegurar la estabilidad y, si lo estás haciendo bien, que tu continuidad no dependa de vaivenes políticos. Y también es importante que haya una masa crítica suficiente. Con esas dos condiciones, cualquier científico brillante podría contemplar Asturias.

-Usted mismo lo hizo. Retornó a su tierra.

-(Sonríe) La calidad de vida también es un factor a tener en cuenta.

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