Naturaleza consolidada

Fue un sello de calidad que certificaba el valor del corazón natural de Asturias. Mañana se cumplirán diez años de la designación, por parte del Comité Man and Biosphere (Hombre y Biosfera, MAB) de la Unesco, del Parque Natural de Somiedo y de la entonces denominada Reserva Biológica de Muniellos como reservas de la Biosfera, un título que hasta entonces sólo ostentaban 369 parajes naturales en todo el mundo -16 de ellos en España- y que reconoce la apuesta de los territorios por un desarrollo sostenible, compatible con la conservación de la naturaleza. La Unesco señalaba ya entonces que esta declaración representaba «la primera fase de una futura gran Reserva de la Biosfera para la región de la Cordillera Cantábrica».

Efectivamente, un año más tarde recibiría la misma designación el Parque de Redes, en 2003 se amplió la reserva de Muniellos para abarcar todo el Parque Natural de las Fuentes del Narcea y ese mismo año la Unesco incluyó también en su red mundial al Parque Nacional de los Picos de Europa. Los últimos territorios asturianos en incorporarse a esta prestigiosa lista fueron los que forman parte de la Reserva de la Biosfera del Río Eo, Oscos y Tierra de Burón, aceptada en 2007. Hoy son 18 concejos asturianos los que presumen de esta marca en parte o en la totalidad de su territorio.

Los objetivos básicos de estas reservas son, según las directrices aprobadas por la Unesco, la conservación de los paisajes, los ecosistemas, las especies y la diversidad genética, y la promoción de un desarrollo sostenible y un mayor conocimiento científico. Pasados diez años, el coordinador de la Reserva de la Biosfera de Muniellos, Antonio Alba, destaca cómo en este tiempo «se ha logrado un conocimiento más exhaustivo de la reserva por parte de la sociedad y ha mejorado notablemente la concienciación de los vecinos».

En el ámbito de la reserva de Muniellos residen en torno a 6.000 personas, principalmente en núcleos de Degaña e Ibias. Según explica, en esta década «del gran enfrentamiento que había contra un espacio protegido», la población «ha pasado a ver los beneficios que conlleva la reserva. Se han promovido proyectos y actuaciones que de otra manera no se tendrían».

Alba asegura que esta concienciación se hizo notar, por ejemplo, en una notable reducción de los incendios. Destaca también cómo en esta década «se ha incrementado bastante la presencia de osos pardos, cada vez hay más osas con crías.

Tampoco hay ningún problema con especies como el corzo, el venado y el jabalí. Otra cosa es el urogallo, aunque en Muniellos está bastante bien. Además actividades furtivas y de envenenamiento que había antes, ahora prácticamente han desaparecido».

Incremento de visitantes

Por su parte, el director conservador del Parque Natural de Somiedo, Luis Fernández Sierra, señala cómo la declaración de reserva de la biosfera «se notó, sobre todo, en el incremento de visitantes extranjeros» y asegura que en el concejo «la gente ya tenía muy interiorizada la importancia del parque natural» incluso antes de esta designación del año 2000.

Además de la rica flora y fauna que alberga este territorio, uno de los principales refugios de los grandes mamíferos de la Cordillera Cantábrica y de otros como la nutria, el tejón, el gato montés y la marta, Fernández Sierra destaca la importancia que tiene en el ámbito de las reservas de la biosfera la conservación del patrimonio etnográfico.

En Muniellos uno de los elementos más característicos, al margen de las propias viviendas de la zona y de los hórreos, son los cortinos de mampostería que protegen las colmenas. En Somiedo, por su parte, las cabañas de teito de brañas como La Pornacal se han convertido en todo un símbolo de este refugio del paraíso natural.