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Asturias

Acoso en la escuela

MIGUEL A. GONZÁLEZ

Lunes, 24 de enero 2011, 03:06

Denunciamos desde aquí el acoso a la asignatura de Religión, a su profesorado y, lo que es más grave, al alumnado que opta por ella, lo que constituye un grave incumplimiento de la legalidad vigente (Constitución, Acuerdos Iglesia/Estado, Ley Orgánica de Libertad Religiosa y LOE), que reconoce y garantiza el derecho fundamental a la educación religiosa evitando cualquier discriminación.

En primer lugar, se coloca la materia en el séptimo periodo lectivo del horario escolar. Se la relega sin argumentos pedagógicos que lo avalen, negando la posibilidad de plantear otras alternativas horarias. Esto se constata en que curso a curso aumenta el número de centros que colocan la asignatura en esos periodos.

Además, el alumnado que opta por Religión en Bachillerato se ve penalizado con una hora lectiva más que sus compañeros, pues, en la inmensa mayoría de los casos, sólo el alumnado de Religión permanece en el centro en la hora destinada a la asignatura.

Tampoco el transporte escolar se ha organizado teniendo en cuenta un periodo lectivo más a la semana. Dado que la asignatura se sitúa antes o después del horario de clases que tienen sus compañeros, este hecho impide el uso del transporte escolar al alumnado de Religión.

En el caso de alumnos que viven en localidades distintas al lugar donde se encuentra el instituto, se les impide hacer uso de su derecho a solicitar las enseñanzas de la Religión, pues dependen del transporte escolar para volver a su domicilio. Y, en algunos casos, este particular sirve de argumento para que los alumnos de atención educativa no asistan a clase en ese horario.

Además, en muchos casos, las familias y/o los alumnos que solicitan dichas enseñanzas son presionados por los equipos directivos para que no ejerzan su derecho, apelando a que su opción «complica la adecuada organización del centro», produciéndose situaciones de acoso escolar intolerable.

Y, finalmente, el profesorado de Religión se ve sometido a presiones y condenado a un horario que ninguno de sus compañeros de claustro aceptaría de forma permanente, lo cual constituye una evidente discriminación y acoso laboral.

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