Florentino Suárez, en la redacción de LA VOZ. :: MARIETA
EL PERFIL | FLORENTINO SUÁREZ GARCÍA

Tino Tristán, el bueno

Florentino Suárez labró su carrera profesional en Asturiana de Zinc a base de esfuerzo. De auxiliar administrativo a director general. Y desde ese puesto se esforzó por ayudar a los demás. Hoy canta con su gente

JOSÉ MARÍA URBANO

Domingo, 20 de febrero 2011, 12:28

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Pues mira que tengo yo pinta de andaluz!!! Florentino Suárez García, Tino Tristán para todos, recuerda que estuvo a punto de nacer en Écija, aunque lo suyo era venir al mundo en Mieres y en cambio su madre dio a luz en Villablino «por casualidad». Sus progenitores sí eran de Mieres, de Sueros, «donde me parece que tengo una casina», pero su padre, facultativo de Minas, fue contratado por la mina 'La María' en tierras leonesas y allí vino al mundo Tino.

A los ocho años, en 1943, su familia llegó a Salinas, ya que su padre, Tristán, venía para entrar en la Real Compañía Asturiana de Minas. Así que si preguntas en la calle de dónde es Tino, todo el mundo dirá lo mismo: Tino Tristán es de Salinas.

Y a partir de ahí arranca la historia de una persona en la que se cumple fielmente el dicho de que la cara es el espejo del alma. Y Tino tiene el alma buena. Desde su imponente humanidad parece siempre dispuesto a darte un abrazo y a regalarte una sonrisa. Y en el aspecto profesional, se inicia en Salinas la carrera de un profesional que gracias a su esfuerzo constante consigue llegar a lo más alto, al cargo de director general de la mayor productora de zinc del mundo, tras empezar como administrativo.

Tras estudiar en el colegio San Fernando y cursar más tarde los estudios de perito y profesor mercantil en Gijón, en 1952 entra a trabajar en la Real Compañía Asturiana de Minas, en Planificación y Control, como auxiliar administrativo. Su primer jefe fue Juan Blas Sitges, uno de los miembros de una familia a la que Tino sigue unida por lazos de amistad y reconocimiento. Tras pasar al departamento de Compras, en 1958 se integra en la plantilla de Asturiana de Zinc.

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El cambio fue espectacular. En agosto de ese año ganaba 1.250 pesetas en la RCA, y un mes más tarde, el primer sueldo en Asturiana se elevaba a ¡7.500 pesetas! Tino llegó a casa con su primer sueldo y se volvió un poco loco: «Ya hablé de casame y todo», recuerda hoy con una sonrisa pícara.

En Asturiana de Zinc se convirtió en el primer 'cajero' de Asturiana, el que acudía a las oficinas de Banesto, sacaba el dinero y lo metía en sobres para pagar a la gente. Su carrera, aunque sea recurrir al tópico, fue meteórica. A los cuatro años ya era jefe de Compras, dos más tarde, jefe de Tesorería, luego director de Tesorería, que parece lo mismo, pero era un escalón mayor, director administrativo y, finalmente, director general en 1989, cargo que ostentó hasta su jubilación en 1994. Unos años antes había realizado un curso de alta dirección en Barcelona. Toda su carrera profesional la hizo con Francisco Javier Sitges como máximo responsable de la compañía, a quien recuerda hoy «como un hermano», el hombre que no le falló nunca y al que guardó y guarda absoluta fidelidad. «En realidad, todos los Sitges y yo nos tratamos como hermanos».

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Ayudar a todo e l mundo

Florentino Suárez, que en su condición de director general formó parte de los consejos de administración de Mefasa y Concasa, dos de las filiales de Asturiana, no vivió el tiempo del gran cambio, el que supuso la entrada definitiva de Banesto en la gestión de la empresa, con el nombramiento de Rafael Benjumea Cabeza de Vaca como presidente y sustituto de Francisco Javier Sitges, posteriormente también relevado, ya bajo la órbita del Santander, por Santiago Zaldumbide Viadas, que sigue a día de hoy al frente del conglometado Xstrata Zinc, grupo que absorbió, opa polémica mediante, a Asturiana de Zinc.

Tino Suárez se fue en 1994, a los 60 años, aprovechando una buena oportunidad para prejubilarse. Lo que no esperaba era que con el paso del tiempo iba a sufrir una de sus mayores decepciones con la que fue su empresa de siempre. Sus condiciones de jubilación fueron cambiadas por la compañía, con la llegada de Zaldumbide, y se vio obligado a acudir a los tribunales, que finalmente le darían la razón.

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Por eso, el que fuera director general de AZSA es reticente a hablar de la evolución de la sociedad. Prefiere olvidar. Al menos, los tiempos modernos. Porque de lo que no se olvida es de la labor que realizó la empresa con sus trabajadores y con muchas personas a las que favoreció. A Asturiana de Zinc, como a Ensidesa, se le colgó el sambenito del paternalismo. Y Florentino Suárez defiende esa figura si por paternalismo se entiende el haber ayudado a muchas familias para hacerse sin problemas con una vivienda, incluso en los Gauzones de Salinas, ayudar a familias en los estudios de sus hijos o correr con todos los gastos de algunas operaciones a familiares de trabajadores que no cubría la Seguridad Social.

Mención aparte merecen proyectos de envergadura y de un calado extraordinario, como el de Ediciones Ayalga, una historia encomiable puesta en marcha por Francisco Javier Sitges, José Antonio Mases y Agustín Santarúa. «Fue una maravilla, se hicieron cosas importantísimas, pero se perdió mucho dinero y no hubo más salida que su cierre. A don Francisco y a mí nos costó dinero personalmente, porque habíamos avalado algunas cantidades de dinero importantes».

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Pero, siempre hay un pero en la vida, hay quien recuerda todavía hoy que como director general fue un directivo exigente y duro. «Y es posible que alguno todavía esté hoy dolido con él», recuerda uno de sus allegados.

Su familia, sus amigos

Tino Tristán se casó con María Amor, una chica de Salinas, hace ya 52 años, y tienen cinco hijos, cuatro varones y una hembra. El último, Rubén, que tiene ya 33 años, tiene síndrome de Down y es la debilidad de su padre. Es habitual verles juntos por todas partes. «Es mi vida», acierta a balbucear, sin poder reprimir un sollozo que encoge el corazón del periodista y deja un poso de tristeza en un encuentro y una conversación en donde la sonrisa y hasta la risa franca fueron aliados permanentes.

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Pero pronto habla de sus cuatro nietas y un nieto y de su casa de Salinas, «y de la casina» de Valencia de don Juan, en la urbanización de Valjunco, a donde acude la familia todos los meses de junio y muchos de los puentes del año. Dotado de un físico imponente, Faustino Suárez fue atleta de la Asociación Atlética Avilesina y hasta llegó, en los juegos laborales, a proclamarse campeón de Asturias en 400 y 800 metros. Le gusta todo el deporte, y cómo no, el fútbol. Sigue siendo socio y accionista del Real Avilés, aunque ya no va a los partidos, y durante 25 años fue socio del Sporting y del Real Oviedo. «Una semana iba un campo y a la siguiente al otro», pero ahora ve el fútbol por la televisión.

Lo que no ha abandonado son los amigos de tertulia, con los que canta cuando la situación es propicia. Es un hombre de peñas, y sobre todo de la suya, la Peña Les Berces, «que es la mejor», faltaría más, con la que ha viajado a todas partes con sus amigos de siempre.

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Con ese vozarrón inconfundible y con una socarronería que emplea para sacar punta a muchas cosas, no tiene empacho en alzar la voz para denunciar alguna situación injusta o alguna actitud fuera de lugar. Pero al final de todo queda su amplia y franca sonrisa, sabe administrar bien sus silencios y procura disfrutar con las pequeñas cosas.

El pasado viernes, día 11, acudía junto a su esposa al homenaje de la Asociación Amigos de Salinas al empresario Julián Rus en el Balneario de Salinas y los que tuvimos la suerte de compartir mesa con él disfrutamos con sus anécdotas, con sus guiños y con su bonhomía. Así es Tino Tristán, un hombre bueno que va por la vida con la humildad de quien aprovechó su extraordinaria posición profesional para atender las necesidades y los anhelos de muchas personas. Por eso se le ve feliz.

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