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Viernes, 22 de abril 2011, 05:10
Iba a estar ubicada en la parte derecha de la puerta principal de la Laboral, pero acabó convirtiéndose en una leyenda más vinculada al edificio de Luis Moya. Hay cosas que sí son ciertas y están documentadas. El escultor Enrique Pérez Comendador recibió el encargo. Eran los tiempos de gloria de Girón. Incluso, el artista viajo a Italia para tomar muestras, con el máximo detalle, de dos caballos -uno en la basílica de Asís y otro en un lugar indeterminado de Roma- para seguir su ejemplo. Era mediados de los años 50 del siglo pasado. Llegó a existir una maqueta y consta que se hicieron algunos pagos, de dos o tres plazos. Pero de nada sirvieron las reclamaciones de Comendador para obtener más dinero. El escultor solicitó incluso, por escrito, que se enseñara el boceto a Franco. No se sabe si el general llegó o no a ver el boceto de su escultura. Girón dejó el ministerio y empezó a faltar el dinero. ¿Fue una orden de Franco el abandonar su escultura ecuestre? Nadie lo sabe. El hecho es que pasó a la historia, como tantas cosas.
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